¿Quién dijo que eliminar la corrupción era fácil?


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Llevamos mucho tiempo de oír lo mismo, que Arzú iba a eliminar la corrupción y lo mismo repitió Portillo, Berger, Colom y Pérez Molina, para citar tan solo unos cuantos ejemplos de lo que se dice durante las campañas electorales, pero que hablando en buen chapín “a la hora de rajar ocote”, la actitud y comportamiento de los mandatarios fue, es y según lo visto vamos a seguir apreciando cosas muy distintas a sus promesas.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


En dos platos, nadie dijo que iba a eliminar fácilmente la corrupción. Al contrario, el mismo 14 a las 14 ya estaban diciendo “que no es lo mismo verla venir que dormir con ella” y por más montajes de secretarías que pudieran hacer, combatir la corrupción es de titanes y no de politiqueros con aires de grandeza.
Para mí la mejor imagen de la corrupción es la figura bíblica de Judas Iscariote que por unas cuantas monedas entregó a Jesucristo. Lo mismo hacen los señores que van al Congreso con tanates de pisto para repartir a todos los diputados, según dicen las malas lenguas, para aceitar las piezas que hacen aprobar leyes, aunque después vestidos de primera comunión, con o sin sombrero, hagan el aspaviento de gestionar que los resultados queden sin efecto.
Una buena muestra de lo que sigue ocurriendo en nuestro país para combatir la corrupción la estamos viendo desde cuando el actual Secretario de Comunicación Social de la Presidencia durante los primeros días del actual gobierno denunció el “extravío” de material importante para esa dependencia y estas son las horas que ni el Ministerio Público ni la Contraloría hayan puesto la diligencia debida para culminar la investigación para tener a los responsables tras las rejas.
¿Qué decir entonces del descarado uso de los llamados teléfonos “inteligentes” adentro de las cárceles permitiendo con ello que los reos sigan tranquilamente cometiendo sus fechorías? Claro, de eso no dicen nada los representantes de las Naciones Unidas en nuestro país o ¿será que ello forma parte de nuestra idiosincrasia, como que con tal de ganar protagonismo se sigan entregando listados de personas o entidades en las que a diario se les encuentran pruebas contundentes de corrupción que superan cualquier monto imaginable de millones de quetzales?
Muchas veces he escuchado opinar que no hacen falta más leyes para salir avante de la crisis por la que seguimos atravesando. Yo no estoy de acuerdo con ello. Yo afirmo que Guatemala sí necesita leyes, las que debidamente acompañadas de más Hombres (con H mayúscula) con los pantalones bien puestos estén dispuestos a aplicarlas, de lo contrario, debidamente empastadas solo sirven de adorno en los bufetes de los abogados. De ahí que asegure que eliminar la corrupción no es fácil y que sin recuperar los valores y principios abandonados de un tiempo a esta parte no vamos a llegar a ningún lado.