Eclipsado por el ciclón de llanto y desazón que provocó en Brasil la humillante derrota de su selección en semifinales de la Copa del Mundo, hay un hecho indisputable digno de resaltar.
RIO DE JANEIRO / AP
Alemania jugó un partido perfecto.
La selección alemana fue implacable ante el anfitrión y no le dio tregua ni siquiera cuando ganaba 5-0 después del primer tiempo, rumbo a un triunfo 7-1 que la clasificó a su octava final de un Mundial y primera desde 2002.
«Vinimos a ser campeones mundiales, y no ganamos el campeonato en estas semifinales», zanjó el mediocampista alemán Toni Kroos, autor de un doblete en una ráfaga de cuatro goles en siete minutos del primer tiempo que sentenció el resultado.
Nada de festejos alocados, nada de triunfalismos. Puro pragmatismo alemán.
Esos cuatro tantos, entre los 23 y 29 minutos, llegaron después que Thomas Müller abrió el marcador a los 11, con su quinto gol del torneo, uno menos que el máximo artillero James Rodríguez. El colombiano ya volvió a casa, eliminado por Brasil en cuartos de final, por lo que la estrella del Bayern Múnich todavía tiene la final para ser la Bota de Oro por segundo Mundial consecutivo.
Lejos de conformarse con una ventaja prácticamente insuperable, Alemania pisó el acelerador a fondo. Presionó a los brasileños desde la salida, contragolpeó de forma letal y, para colmo, su arquero Manuel Neuer fue un muro ante las pocas llegadas de un rival mermado por la ausencia de su figura Neymar.
«Ellos tenían una enorme presión por ser campeones, pero nosotros también», observó Kroos, sin duda recordando que Alemania no gana un Mundial desde 1990. «No les permitimos que entraran en un ritmo que fuese peligroso».
Mesut Özil incluso falló el octavo en los minutos finales, y el tanto brasileño, anotado por Oscar, llegó en los descuentos, cuando los alemanes ya pensaban en la final del 13 de julio en el estadio Maracaná. Su rival será el ganador del partido del miércoles entre Argentina y Holanda, y cualquiera que sea se topará con una aplanadora germana que había avisado sobre su capacidad al golear 4-0 a Portugal en su primer partido en el campeonato.
Después de ese partido vino un empate 2-2 con Ghana y un triunfo 1-0 sobre Estados Unidos para ganar su grupo. En octavos, superó con apuros 2-1 a Argelia, y luego venció 1-0 a Francia, dos resultados que hacían difícil imaginar lo que se guardaban ante una selección que buscaba su sexto campeonato del mundo.
«No es normal», dijo el técnico de la Verdeamarela, Luiz Felipe Scolari, al tratar de analizar la peor derrota de Brasil en cualquier partido oficial, superando el 6-0 que sufrió ante Uruguay en la Copa América de 1920. Su revés más holgado en un Mundial era el 3-0 que le propinó Francia en la final de 1998.
«Fue un partido atípico. Alemania tiene mucha calidad, pero esto no es normal», agregó «Felipao», un zorro viejo del fútbol que dirigió a la selección brasileña que conquistó su quinto campeonato en 2002 cuando superó en la final a Alemania. Llámenle ironías de la vida.
Ahora Alemania intentará completar el trabajo. Animadores constantes en las grandes citas, los germanos jugaban en semifinales por cuarto Mundial consecutivo, y querían evitar la suerte de los dos anteriores cuando fueron eliminados en esa etapa.
Como anfitriona de la Copa en 2006, y con el ahora timonel Joachim Löw como asistente en la banca, Alemania fue eliminada 2-0 por Italia en semifinales. Un revés doloroso para una selección joven, en la que los ahora curtidos veteranos Bastian Schweinsteiger y Philipp Lahm daban sus primeros pasos.
«Puedo imaginar lo que siente (Brasil). En 2006 nosotros perdimos la oportunidad de jugar la final en nuestro propio país», apuntó Löw.