Dentro de todos los temas que han estado discutiéndose desde que se inició el proceso de postulación que terminará con el nombramiento de nueva o nuevo Fiscal General de la República, se ha escuchado propuestas de modificaciones en procedimientos, las críticas a los métodos de gestión, la ejecución presupuestaria, etc.
Hemos visto también que el tema de la impunidad ya no se discute sino que se convive con él, entendiendo que está allí y que si acaso hay matices en cómo irla administrando. En la mayoría de casos, se quiere combatir el fuego con carbón porque es evidente que hay propuestas que quieren venir a repetir lo mismo que se ha hecho durante décadas y que terminaría devolviendo el control del poder a quienes han maniatado a la justicia por medio del secuestro institucional.
Pero el reto verdadero en Guatemala no pasa por enfrentar las áreas que tan al detalle han planteado los candidatos. El reto no es tampoco, aunque suene increíble, la tan costosa e indolente impunidad que se burla del dolor de cada guatemalteco diariamente mientras los sinvergüenzas caminan libremente por las calles.
El verdadero reto en Guatemala es la total determinación de enfrentar la corrupción. Guatemala es impune porque es corrupta y la razón es sencilla: Las instituciones se controlan y se deforman para que con su incapacidad no puedan perseguir a los ladrones que como presidentes, ministros, secretarios o empresarios se vuelven millonarios a costa de un país pobre. Si para mantener esa incapacidad de perseguirlos se generaliza la impunidad en temas de violencia, no les importa mientras les deje gozar sus millones mal habidos.
La impunidad en Guatemala no se terminará cuándo un caso se resuelva excepcionalmente, demostrando que con escuchas telefónicas, análisis comunicacional, evidencia material y testimonios, se captura a un asesino y hasta el arma se le encuentra en su casa. La impunidad terminará únicamente cuando nos decidamos a juzgar y aplicar la ley en todos los casos de corrupción que se cometen en el país, desde la concesión en puertos, la venta de medicamentos y las obras de infraestructura sin respaldo y todos los trinquetes tan comunes, porque entonces el mismo operador de justicia corrupto sabe que caerá en prisión. Cuándo se vuelva costumbre meter a la cárcel a esos ladrones de cuello blanco que paran siendo asesinos porque matan de hambre y con la ineficiencia del Estado a muchos ciudadanos, veremos que la impunidad generada por la violencia también se termina.
Mientras tanto, seguimos preocupados por el efecto y no por la causa. Guatemala es impune porque es corrupta y hasta que no detengamos a esos delincuentes que andan en la calle como “exitosos millonarios”, no esperemos que la justicia nos reine.
Minutero
No es casualidad
que haya tanta impunidad;
mientras haya corrupción
seguirá esa maldición