¡Qué vergí¼enza!


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Durante las últimas semanas, estuve fuera de Guatemala. En las dos capitales que visité de América del Sur, sentí­ cómo me perseguí­a una serie de preguntas de distintos actores con los que me relacionaba. Desde una sencilla dependiente de mostrador, en un aeropuerto, hasta los funcionarios de distintas universidades. Todos consultaban sobre la fracasada gestión presidencial del actual mandatario guatemalteco, ílvaro Colom. Pero además, todos me inquirí­an, me cuestionaban sobre la pretendida intensión de colocar a su compañera de hogar en la silla presidencial, luego separada legalmente (bajo argucias), con una serie de falaces argumentos que dan pena. Me dio vergí¼enza, todo el viaje… y no pude explicar semejante ambición.

Ramiro Mac Donald

 


En tanto, casi con todas las personas con que me reuní­a, en diferentes ámbitos académicos, profesionales o hasta en reuniones de amistades sudamericanas, preguntaban el porqué de tanto malabarismo polí­tico, si al final y al cabo todo resultó una fantochada, que las cortes no dejaron pasar. Fue sumamente difí­cil señalarles a mis colegas y amigos los puntos tan oscuros y tétricos de ese afán por pretender extender el poder que dan las urnas, en la que compañera de hogar. Salvo, pues, si se entienda que la que mandaba era ella y no el que realmente habí­a sido electo.

¿Y entonces, para qué volver a gobernar si durante los últimos cuatro años habí­a detentado el poder a sabores y antojos totalmente arbitrarios? Pues por necedad, no hay de otra, dije varias veces.

¿Y ahora, que se ha destapado el juego del lavado de dinero proveniente de ciertas municipalidades que controlaba el partido de gobierno, con la excuñada del presidente, qué dirán mis amigos en el exterior?

Es más difí­cil responder a esa pregunta, si uno no está viviendo en Guatemala, donde el poder se puede ejercer de forma totalmente arbitraria, con una sola llamada de alguien “encumbrado”. ¡Qué pena, le da a uno! Pero a ellos y “ellas” les viene del norte… porque el saqueo es increí­blemente grande. “La vergí¼enza pasa, y el dinero se queda en casa” ¿En qué casa se quedarán esos millones y millones lavados y lavados durante estos últimos cuatro años? Porque la verdad, lo que se sabe es realmente poco… y lo que seguramente se realizó, fueron montos que no se conocerán nunca.

Esa y otras preguntas,  estuvieron presentes en mi viaje, haciendo comparación con los “K” de Argentina,  haciéndoles ver las diferencias tan notables, entre uno y otro matrimonio. Sea lo que sea, las abismales  discrepancias entre nuestro pequeño y subdesarrollado paisito, contra uno de los gigantes económicos de la América del Sur.

Y sin embargo, cuando tuve que defender hasta lo imposible, opiné que el Tribunal Supremo Electoral, la Corte Suprema de Justicia (casi en pleno) y la dividida determinación de la Corte de Constitucionalidad, salvaron el honor de la ley en Guatemala. Se impuso el régimen de derecho, pese a todo, pese a los Colom. Nadie pudo decirme nada, pese al reproche de haber elegido a ese “pusilánime” gobernante que querí­a imponer a su exmujer, a toda costa, como  si fuera una familia real, que podí­a heredarle el poder. Se toparon con la ley.

Me daba vergí¼enza, es cierto… pero también les supe decir a todos, que intentos  como ese, siempre habrá, porque la debilidad democrática es aún hoy en dí­a, un signo de nuestro incipiente desarrollo.  Pero vamos caminando, lento, a veces creo que demasiado lento… pero vamos. No nos quedamos,  por lo menos este año, así­ lo demostramos los guatemaltecos. Aunque nos diera  vergí¼enza ajena, contestar tanta pregunta a cada rato.