No podemos pensar en vivir en un país seguro, desarrollado y próspero sin antes planificarlo, y para eso debemos tener claridad en lo que queremos y cómo lo podemos lograr; esto puede parecer, en teoría, un ejercicio sencillo, pero en la práctica se convierte en un proceso complejo que exige un alto grado de compromiso social.
En primer lugar, tenemos que ver hacia adelante para diseñar el país que queremos y trabajar para confeccionar un modelo de Estado verdaderamente democrático, incluyente y participativo, pero también debemos volver a ver hacia atrás para no cometer los mismos errores del pasado y entender que nuestra situación actual no es producto de la casualidad, sino el resultado de una estrategia configurada por grupos de poder en el pasado.
En medio de este ejercicio, he escuchado en repetidas ocasiones las declaraciones que el destacado político Manuel Colom Argueta dijo una vez en la televisión, respecto al clima político que le tocó vivir durante el tiempo de su militancia política y electoral, y que hasta ahora no han perdido vigencia, pues las demandas de su época siguen sin ser respondidas por las autoridades en la actualidad.
“Seguimos en un sistema político de facto que no garantiza el libre acuerdo democrático de las fuerzas político-sociales de Guatemala”, señalaba Colom Argueta durante un debate televisado en el programa Estudio Abierto, que se encuentra disponible en YouTube, aunque no especifica la fecha de filmación.
Más adelante, en el mismo programa, Colom Argueta advierte que la “la represión y la violencia han continuado cada vez de una forma más grave” y las atribuye a “la ceguera, la intransigencia, de los sectores que tienen el poder y la responsabilidad de los que gobiernan para los que tienen el poder”.
A esos grupos, el líder político parece responsabilizar por mantener sistemas de represión y métodos antidemocráticos que “han llevado ya a al país a un grado de violencia inmensa, que Guatemala puede caer ya en la lucha frontal (similar a la que) que está librando Nicaragua por librarse de Somoza”.
Aunque el contexto es distinto, las palabras de Colom Argueta parecen no perder vigencia y por el contrario, se adecuan perfectamente a la situación actual del país, en donde prevalece la “ceguera” de las autoridades, que no encuentran o no quieren encontrar soluciones para los problemas sociales.
Eliminar el financiamiento privado de las campañas, institucionalizar todos los proyectos de asistencia social y transparentar el gasto público son tareas que incomodan no solo a la clase política del país, sino también a muchos particulares que se benefician de nuestra situación calamitosa.
Seguramente que en nuestro esfuerzo por cambiar el país nos vamos a decepcionar, pero como dijo Colom Argueta: “Todavía estamos en tiempo, para que quienes gobiernan sean responsables de darle a nuestro país la alternativa de democratizarse respetando libertades y derechos de las fuerzas sociales y políticas, que son las que verdaderamente representan la soberanía del pueblo, y no sistemas ni farsas que no van a dar soluciones trascendentales para el país”.
Miremos hacia atrás y sigamos el ejemplo de los que se comprometieron a cambiar a Guatemala, aunque no se los permitieron.