Ante las continuas amenazas que el gremio periodístico sufre todos los días en Guatemala, nos induce a recapacitar en la efectividad de la certeza jurídica de la Constitución Política de la República de Guatemala, el vil y despreciable manoseo que de ella hacen jueces y magistrados, funcionarios y empleados públicos y privados, diputados, alcaldes y sus policías.
Guatemala perdió el rumbo; me refiero a la parte de la población (no importando su estrato económico) que aprendió a vivir en un estado de mentira, falsedad, extorsión, robo, asaltos, doble moral, hipocresía, donde la verdad es premiada con cárcel o con varias medallas de plomo en el pecho.
Cuando por alguna razón, se atraviesa una circunstancia negativa en la vida, lo primero que se nos aconseja es: ¡cuídate!, ello depende de quién o quiénes estén en el otro lado haciendo la vida imposible al prójimo; en el caso que sea algún funcionario o empleado público, juez o magistrado, policía o delincuente (que es casi lo mismo) la palabra “cuídate” implica el grado de seriedad de las posibles medidas de seguridad que se deben adoptar a efecto de eludir o paliar las agresiones por venir.
Claro que se agradece la recomendación; aunque sea obvia, y eso nos hace meditar sobre seguir con el patrón de vida actual o cambiar y supeditarse a los intereses de quienes desean silencio sobre las actividades ilegales, inmorales, prepotentes y abusivas que practican casi todos los integrantes del gobierno central, municipales y hasta policías, cuando se ponen al descubierto sus conductas ilegales.
En el ambiente nacional, cuando se recibe la palabra “cuídate” ya se sabe que potencialmente se es candidato al asesinato, desaparición forzada, secuestro, amenazas, criminalización vía judicial con resoluciones inconstitucionales, desprestigio por medio de chismes y “bolas”.
PERO… En Guatemala ¿nos acostumbramos a vivir con miedo? ¿Dejo de comentar lo que pasa en mi país? Como periodista, soy responsable de dar cuenta, comentar e informar de las noticias que se generan, más no de que las mismas se hayan producido con sus implicaciones legales o de otra índole que demuestren la bajeza, calaña, falta de ética y de moral por parte de quienes han dado lugar a ella (en su mayoría funcionarios y empleados ladrones).
Guatemala es una sociedad que vive con miedo permanente y pareciera que el sentimiento de resignación y sometimiento se volvió costumbre, pues se afianza cada día más; pero ¿seguiremos siendo una sociedad conformista, amedrentada, pedigüeña y disfrazada de falsa libertad?
El miedo que deberíamos tener es, a ser parte de un esquema descompuesto de la sociedad, arguyendo que ¡yo sólo, no puedo cambiar el sistema! Con ello, se le da una tácita aprobación a la ignominia de los jueces, magistrados, diputados y ejecutivo así como a las municipalidades para que sigan con el mayor descaro, huevéandose el erario nacional.
Aspiremos a una mejor clase de vida, para que nuestro presente sea por lo menos sin sobresaltos; con un poco de justicia justa y con menos ladrones de lo poco que queda del Estado. ¿Sólo los periodistas, debemos cuidarnos?