Aquellos políticos que de un tiempo a esta parte están de moda tienen en la punta de la lengua las respuestas a la anterior interrogante. Fácilmente responderán que lo primero es presupuestar gastos a lo grande, para algo les costó tanto llegar al zapotal, si no es para disfrutar de lo mejor en los tres poderes del Estado, fuera con personal a su servicio; viajes y viáticos; compra de vehículos y equipo, mejor si son hornos de microondas, salas de cuero, largas y anchas mesas de sesiones, sillas a todo lujo, escritorios y consolas, como el mejor equipo electrónico y de cómputo disponible y si no lo encuentran pues no habrá más remedio que importarlo.
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Para la nueva camada de politiqueros tampoco es cosa del otro mundo hacer presupuestos de inversiones, mejor si se elaboran antes de la campaña electoral para acceder al poder, puesto que hay que tener en cuenta que hay que pagar los financiamientos de la misma, como que de alguna parte deben salir las comisiones consecuentes. Habrá que entender que invertir es lo mismo que sembrar hoy para cosechar mañana, pero sin ser populistas favoreciendo a la población, sino justo y ecuánime con quienes se rompieron el alma yendo de mitin en mitin, de discurso en discurso y de promesa en promesa durante la campaña.
Lo más importante es no andar con chiquitas a la hora de la aprobación parlamentaria, comprenden que tiene 158 bocas hambrientas a las que hay que darles de comer y vaya si no son hartones. Así es que hay que salpicar antes de presentar el proyecto, como que habrá que dejarles la puerta abierta para que también su representante pueda desarrollar sus actividades proselitistas, porque ni modo que solo cuatro años va a permanecer en su curul, lo que tanto pisto le ha costado. Y si alguien se atreve a preguntar de dónde van a salir tantos ingresos o que no serán suficientes ¡cámbielo inmediatamente! Porque el pesimismo es lo último que se hace para gobernar. Para ello habrá que armar una reforma fiscal y si no funciona, ¿para qué se hicieron entonces los préstamos? Que al fin y al cabo a quien tiene el poder no le toca pagarlos, sino a quienes vienen detrás.
Muy valioso es tener presente que si en algo son expertos nuestros políticos es en gastar a manos llenas durante el primer trimestre del ejercicio fiscal. Por favor, dicen los ideólogos de la economía coactiva, no escatime gastos al principio, porque eso trae mala suerte. Si después se percata que la situación se puso oscura, que hay que raspar la olla para pagar sueldos no se preocupe, tómelo con calma, advierta que “la virgen no está para tafetanes” y ¡a recortar se ha dicho! Manteniendo vigente aquel sabio principio del gallinero. Las de arriba jamás se deben ensuciar.