¿Qué es crimen organizado?


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Mucho se escribe, mucho se habla sobre el crimen organizado en Guatemala, y hasta se han emitido leyes y normas para prevenirlo y erradicarlo. ¿Pero qué es crimen organizado? ¿Cómo entenderlo? Si no sabemos que es y cómo entenderlo, poco o nada podremos hacer en su contra.

Mariano Rayo

 


El primer paso para entender el escenario de violencia que vive Guatemala es saber si estamos frente a un problema de seguridad pública o frente a una amenaza a la seguridad nacional, es decir, si estamos frente algún tipo de conflicto que va más allá de un problema meramente policial y social. Lo primero supone sólo un aumento significativo en el volumen de delitos y lo segundo supone que existen grupos criminales que le disputan autoridad al Estado en todo o parte del territorio. En ese sentido, cuando hablamos de crimen organizado no estamos refiriéndonos sólo a estructuras delictivas, se trata de algo mucho más complejo que podemos establecer a partir de la presencia de los siguientes factores:

1. Poder financiero. Este poder es generado a partir de lo que se llama “comercio ilí­cito”. Este tipo de comercio puede contemplar una variedad de productos y actividades como: drogas, extorsiones, secuestros, armas, gasolina, prostitución, tráfico de personas, contrabando de alimentos, madera, especies en extinción, vehí­culos robados y piraterí­a de música, pelí­culas, libros, ropa, medicinas, cigarros, entre otros. No son sólo las drogas como generalmente se piensa, y lo central es que en regiones del paí­s donde no hay otra actividad económica que le compita al comercio ilí­cito, los traficantes acaban siendo los más poderosos e importantes grupos económicos.

2. Fuerza social. La existencia de un negocio ilí­cito supone lo que podrí­amos llamar “empleos ilí­citos” que, dependiendo del tamaño de la economí­a criminal, pueden llegar a ser muy numerosos. Estos “empleos” se transforman a la larga en una importante fuerza social que depende de las actividades criminales. Como en cualquier otra actividad productiva o comercial, hay una cadena de servicios vinculantes con la actividad principal. Esta economí­a ilegal puede generar, de acuerdo a su potencia, su propia estructura de clases. El crimen organizado recluta pobres, pero no se origina por la pobreza, hay mucha clase media buscando dinero fácil en sus filas.

3. Dominio de territorios y lugares estratégicos. La combinación de los dos factores anteriores: poder financiero y fuerza social, deriva en el dominio de un espacio territorial concreto y también de lugares estratégicos. Estos espacios y lugares guardan relación con el tipo de comercio ilí­cito. Puede tratarse por lo tanto de regiones fronterizas, aeropuertos, tierras aptas para determinados cultivos, puertos, acceso a rutas marinas, lugares con escasa presencia del Estado para montar laboratorios, pistas aéreas, fábricas clandestinas, etcétera. Es la complicidad social y el poder corruptor lo central para dominar lugares que sean de su interés.

4. Cooptación o sustitución del Estado. Este es el factor determinante para establecer que estamos ante la presencia de crimen organizado. Si la actividad ilí­cita es capaz, por corrupción o intimidación, de reclutar a funcionarios públicos con el propósito de que éstos faciliten y protejan sus actividades criminales, estamos ante la cooptación del Estado y, en algunos casos, puede convertirse en una sustitución de éste. Esto último ocurre cuando el grupo criminal es capaz de realizar obras sociales, asumir la justicia y resolver conflictos en la comunidad. Esto está ocurriendo en Guatemala.

5. Poder armado intimidatorio. El crimen organizado no sólo coopta al poder coercitivo del Estado, sino que crea un poder armado propio para asegurarse la hegemoní­a frente a otros grupos criminales y para autodefensa en caso de que el Estado intente recuperar autoridad en su zona de dominio. No siempre es una fuerza de combate, su función principal es la intimidación. La violencia para el crimen organizado es instrumental, su papel es consolidar el dominio social y territorial.

6. Interconexión global. Cuando hablamos de crimen organizado es porque estamos frente a la presencia de grandes “empresas” criminales que dominan espacios territoriales locales, que se interconectan globalmente con otros grupos criminales. Se trata de un crimen transnacional y no de delincuentes con actividades limitadas al ámbito local. Su alta rentabilidad proviene precisamente de su carácter global. Sus márgenes de “ganancia” son muy elevados.

7. Empoderamiento cultural. Cuando pasa el tiempo, la complicidad social aumenta, multiplicándose y normalizándose la relación entre criminales y habitantes. Con ello surge lo que podrí­amos llamar una ética del delito o una cultura criminal que reproduce socialmente el fenómeno. Los criminales son objeto de reconocimiento social, convirtiéndose en el modelo de vida para los jóvenes. La ley, las instituciones y sus representantes son objeto de rechazo social y aparece un sistema de sí­mbolos y valores de carácter religioso, artí­stico y social que terminan de dar cuerpo al poder criminal. Los narcocorridos, la Santa Muerte y otros valores similares son parte de lo que podemos llamar empoderamiento cultural del delito.

Basta dar una mirada rápida a la información y enfoques que trasladan los periodistas y la llamada “comentocracia” para establecer que todos estos factores están presentes en el fenómeno delictivo guatemalteco en una proporción considerable. Se puede decir que hay consenso en las caracterí­sticas del problema aunque haya diferencia en la forma de resolverlo o calificarlo.

En Guatemala hay espacios territoriales donde el crimen organizado ha adquirido el carácter de poder fáctico con suficiente capacidad para disputar autoridad al Estado. Y por tanto concluyo, que al crimen organizado hay que enfrentarlo como un problema de seguridad nacional.