Cualquier entidad privada o pública que se precie de ser ordenada y eficiente utiliza los presupuestos de ingresos y egresos para alcanzar dentro de determinado período sus objetivos, establecidos previamente a su elaboración. Hacer lo contrario, fuera por la vía de cambiar partidas, readecuarlas o utilizar transferencias para su administración, es reconocer tácitamente que sus metas no fueron trazadas adecuadamente.
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En otras palabras, si usted utiliza determinada ruta para ir a su trabajo, pero cualquier día toma un camino distinto, seguramente está cometiendo un grave error o simplemente su mente no está funcionando adecuadamente.
Algo así viene ocurriendo en nuestro país desde muchos años atrás y digo esto último, porque es justo reconocer que el actual gobierno no es el primero en cambiar presupuestos a su sabor y antojo, sino se conforma al seguir cometiendo los mismos errores del pasado, a pesar que por ello tantos problemas le ha causado a la población que se queda sin poder lograr satisfacer sus necesidades y carencias.
Nuestros gobernantes por lo general van sin rumbo fijo, por donde los lleva el viento de sus negocios e intereses particulares, pues aun sabiendo que los ministerios como los de Educación y Gobernación andan siempre cortos de recursos para cubrir tantos programas que requiere la población, acaba de restarle Q122 o Q350 millones respectivamente de sus presupuestos. Claro, las excusas siempre abundan, pero a ninguno le entra en la cabeza que siendo la cultura, la educación y la inseguridad carencias que no permiten perder tiempo, ni un solo centavo, puedan ser desviados o reasignados para otros fines, sin más trámite que la firma de una simple resolución gubernamental. ¿Pero, por culpa de quién nuestros gobiernos se han dado a la tarea de manejar los fondos recaudados de los ciudadanos a través del pago de sus impuestos a su mejor gusto, gana y antojo? Si respondió que es culpa de nosotros mismos porque como ciudadanos, no asumimos las responsabilidades que nos competen, ¡usted está en lo cierto!
Hace poco, leyendo una entrevista que en nuestro país se le hiciera al filósofo español Fernando Savater, dijo sabiamente que: “Los ciudadanos deben tener la capacidad de intervenir y tienen que entender los asuntos públicos. Un ignorante no sabe qué son esos asuntos. ¿Qué va a decir del trabajo, de la economía, de la ciencia, de la política? No puede decir nada, porque no sabe nada. El ignorante es inútil desde el punto de vista social porque seguirá haciendo lo que le digan que haga”. Es también por ello que comparto su atinado concepto: “La democracia y la educación han ido siempre juntas”. Todo ello no puede esperar más. Es hora de que el ciudadano guatemalteco tome plena conciencia que de seguir por la ruta equivocada, no solo está provocando que andemos perdidos, sino hasta dejamos de lado la oportunidad de corregir el rumbo adecuadamente.