¡Por favor!, ya no hay que inflar más la burocracia


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Los hombres y las mujeres que pasan a formar fila en el sector laboral del paí­s, buscan ocupación con el propósito de percibir el salario indispensable para sufragar los gastos de subsistencia en lo personal y familiar.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Muchos hombres y muchas mujeres que se creen con las cualidades y calidades pertinentes para desempeñar cualesquiera posiciones, de acuerdo con sus capacidades, preferentemente se inclinan por sumarse a la masa de afiliados a los partidos polí­ticos que pueden abrirles puertas en altos, intermedios y bajos cargos que proliferan en el aparato burocrático.

Llama la atención, con cierta extrañeza aparejada con crí­tica silenciosa y bulliciosa, el que no pocos profesionales egresados de las universidades que funcionan en el paí­s, lo primero que hacen es correr hacia el palacio verde-esperanza o a la Casa Presidencial, así­ como a los ministerios y dependencias gubernamentales de otros rangos, para ver qué chambas pueden conseguir.

Esos profesionales universitarios, que por lo regular son jóvenes, buscan posiciones en la rechoncha burocracia en vez de entregarse a las actividades propias de su condición de profesionales acicateados por la necesidad de lograr la compensación respecto de sus esfuerzos en el nivel estudiantil ¡Explicable lo que ocurre, pero hasta cierto punto!

Lo que deberí­an hacer los nuevos profesionales de las diferentes áreas de los estudios superiores es trabajar en sus respectivos campos, por ser lo promisorio y perdurable, sin estar prendidos a las tetas de la vaca lechera. Si es abogado, pues… a poner su bufete; si es médico, fundar una clí­nica, etcétera.

Puede ser fácil conseguir cualquier sinecura metiéndose en la politiquerí­a que se estila y destila en los partidos que ya están formando un gran ramillete, a pesar de que los campos ideológicos (digamos “ideológicos”) son sólo dos bien definidos; el del “izquierdismo” antidemocrático, recalcitrante y alharaquiento, y el  “democrático”, tildado de derechista plutocrático, así­ como el medias tintas del centrismo oportunista. Bueno…, en todos esos grupos campea lo tornadizo, lo  convenienciero y lo camaleónico…

La “polí­tica” partidista imperante en nuestro alegre solar está considerada como la mejor industria de los larguiruchos marrulleros y demagogos o como una de las mejores industrias susceptibles o propicias para convertir en multimillonarios de la noche a la mañana a los campeones de la corrupción extendida a todos los niveles de la burocracia y de la vida privada en general.

Serí­amos unos tontainas de capirote o ignorantes osados si generalizáramos en el sentido de que en todas las organizaciones hay carencia de valores cí­vicos, patrióticos. No debemos generalizar porque hay también elementos preparados para realizar obra de Estado, pero son pocos esos valores de la polí­tica bien entendida, distinta de la politiquerí­a que tanto daño viene causando a nuestra pobre patria.

El nuevo gobierno que se acerca a pasos agigantados debe interesarse en un personal realmente calificado y orgánico en la oronda burocracia, la que consume como hasta el hartazgo alrededor del 60  o del 70 por ciento del archimilmillonario Presupuesto de la Nación. ¡Como quien dice una friolera!

El pueblo todo, ahí­to ya de tanto abuso de todos o de casi todos los gobernantes que han hecho de las suyas y de las del demonio en el supremo mando, han inflado a sabor y antojo con sus peones la señora burocracia súper gamonal, en vez de desinflarla a efecto de que haya margen suficiente para dejar obra de positivo beneficio para la colectividad, indiscriminadamente, y de un carácter distintivo como la que realizaron el dictador de los l4 años (únicamente en lo material), el doctor Juan José Arévalo Bermejo (en lo integral) y algún otro mandamás que ha ocupado la principal butaca del Guacamolón…