Ionesco sigue sorprendiendo por su actualidad


Eugene Ionesco (1909-1994), nacido en Rumaní­a, pero nacionalizado francés, cumple hoy cien años de su natalicio. FOTO LA HORA: AFP

Francia rinde tributo al dramaturgo de origen rumano Eugí¨ne Ionesco, que habrí­a cumplido 100 años este noviembre, con una exposición que celebra su obra marcada por sus miedos y humor corrosivo, que desconcertó en su tiempo pero que hoy goza de una popularidad a toda prueba.


La exposición en la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) celebra no sólo el centenario del nacimiento del autor de «La Cantante Calva», que murió en Parí­s en marzo de 1994, sino también el ingreso a la BNF de los archivos personales del dramaturgo, donados por su hija, Marie France Ionesco.

A través de unos 300 objetos –manuscritos, textos, cartas, fotos, dibujos, filmes– la muestra levanta un velo sobre el complejo personaje que fue Ionesco, así­ como sobre sus obsesiones, principalmente su temor a la muerte, que tuvo como corolario su búsqueda metafí­sica de Dios.

La comisaria de la muestra Noí«lle Giret, conservadora general del departamento de artes del espectáculo de la BNF, resaltó que para ella, trabajar en esta exposición le permitió descubrir un «personaje provocador, apasionado, angustiado, que rápidamente se vuelve entrañable».

Ionesco, que como Samuel Beckett pertenece a un movimiento bautizado «teatro del absurdo» –término que, según Giret, no satisfací­a al dramaturgo, que preferí­a el de «teatro del escarnio»–, decí­a que su obra «no tení­a temas, sino obsesiones».

«Sus obsesiones, que se reflejan en toda su obra, son el temor a la muerte, con su corolario, la búsqueda mí­stica de Dios, y también el tema del pecado original», explicó Giret, enfatizando que todo el teatro de Ionesco «tiene una verdadera dimensión metafí­sica».

«En mi angustia personal encuentro el miedo a la muerte, y también la manera de amar, que es la misma de cualquier hombre, en cualquier época», declaró Ionesco en una entrevista, que puede verse en la exposición que tiene lugar en la galerí­a Francisco I de la BNF hasta el 3 de enero.

«La Cantante Calva», su primera pieza, presentada por primera vez en 1950, refleja esas obsesiones. Esa obra «habla de la deconstrucción del lenguaje y de la incomunicación entre las personas», señaló Giret.

El dramaturgo refleja esas obsesiones también en «Las Sillas», con ese «pobre viejo que se deja sumergir por las sillas que invaden el escenario», y también en una de sus más bellas piezas, «El Rey se muere», subrayó la comisarí­a, que resaltó la vigencia de Ionesco en el mundo actual.

«A mediados de los «50, su teatro cruzó las fronteras de Francia, y empezó a ser representado en Inglaterra y en Alemania, y luego en el mundo entero», subrayó.

Además, Ionesco ha impuesto un récord mundial: el pequeño Teatro de la Huchette, en el corazón del Barrio Latino de Parí­s, presenta cada noche, desde 1957, dos de sus piezas: «La Cantante Calva» y «La Lección».

La exposición de la BNF recuerda asimismo que a Ionesco no le bastó el teatro para expresar las imágenes que le vení­an cuando escribí­a. «Por eso empezó a trabajar para el cine, en paralelo, porque el cine le permití­a trabajar un material oní­rico», explicó la comisarí­a.

«Pero luego pasó a un tercer lenguaje: la pintura», señaló, recordando que Ionesco decí­a que «él tomaba los pinceles y los colores, pero que prácticamente era la mano sola que la pintaba».

Además de la exposición en la Biblioteca francesa, coloquios y espectáculos celebran el centenario de este creador, quien fue sacrificado en un principio por la crí­tica, que ahora aplaude su manera única de unir la más profunda desesperanza con el humor más absurdo.