Para citarles antecedentes de este caso, les recuerdo a mis contados lectores que el lunes 4 de enero anterior publiqué un breve artículo referente a la contaminación del río Huista, en Huehuetenango, y los estériles esfuerzos que hacía el joven poeta Exvedi Morales Mérida para evitar la degradación de ese curso de agua, además de solicitar la colaboración de alguna de las tantas ONG que funcionan en el país, a fin de apoyar a aquel joven idealista en su lucha por resguardar el medio ambiente de su lejano y apartado municipio de Santa Ana Huista, a 355 kilómetros de distancia de la capital.
Luego, por vía telefónica y electrónica pedí personalmente ese apoyo a un ecologista de escritorio, a quien, incluso, le concedieron una medalla presidencial o algo por el estilo en reconocimiento a su actividad ambientalista. Pero esta persona se limitó a escribirle a Exvedi indicándole que no podía hacer nada y que mejor dedicara su tiempo a investigar actos de corrupción atribuidos a la señora Sandra Torres de Colom.
Afortunadamente y sin que Morales Mérida ni yo se lo pidiéramos, el abogado Ricardo Alvarado, asesor del Procurador de los Derechos Humanos, espontáneamente, y quizá motivado por lo que he escrito al respecto, se comunicó con Exvedi y conmigo, interesado en ofrecer su apoyo, cabalmente en momentos en que más lo necesitaba y requiere mi joven amigo huehueteco, porque está siendo víctima de intimidaciones a causa de la labor que ha emprendido solitariamente en defensa del río Huista, a sabiendas de que si el Estado o alguna organización ambientalista no lo protegen, ese río desaparecerá en cuestión de pocos años.
Al parecer, los sujetos que están hostigando a Exvedi son individuos pagados por propietarios de agroindustrias de café y otros cultivos, como linaza, que vierten sus desechos en el río Huista, el cual recibe aguas negras de las poblaciones adyacentes, ante la indiferencia, tolerancia o aprobación de las autoridades municipales Adicionalmente, se ha incrementado la extracción de arena mediante maquinaria pesada a inmediaciones del puente Selegua, cuyas bases se están socavando gradualmente.
Asimismo, la tala inmoderada de árboles tiende a dejar sin bosques a municipios del noroccidente de Huehuetenango, al grado que el propietario de un terreno arrasó con centenares de robles en Santa Ana Huista, y ante las tímidas protestas de los vecinos las autoridades edilicias sancionaron al culpable con multas de Q5 por cada árbol talado.
Como Morales Mérida ha denunciado esas irregularidades y otras más que atentan contra el medio ambiente de su pueblo natal y municipios cercanos, pero especialmente por estar demandando que no persista la  contaminación del río Huista, las intimidaciones persisten, encontrándose indefenso. De no ser por la providencial intervención del abogado Marroquín y la PDH podría ser que ya hubiesen atentado contra Exvedi, y por eso yo reclamo a los Ministerios de Ambiente y de Gobernación que, de inmediato, se interesen por este caso, antes de que asesinen a un joven que no ha cometido delito alguno, sino que, al contrario, sin ser ambientalista con estudios sobre el tema, sino que sólo impulsado por su amor a la naturaleza, lucha por la conservación de los recursos que Dios ha dotado a esa región.
(Un guarda recursos ubicado en los Cuchumatanes, donde generalmente impera penetrante frío, le dice al ambientalista Ronaldo Tishudo: -Ahora está haciendo tanto calor que hasta dan ganas de bañarse cada ocho días).