Nos encontramos en una crisis de seguridad, inmersa dentro del colapso general del Estado. La falta de seguridad es consecuencia de todas las iniquidades que han cangrenado a este país cuya característica principal es que jamás a satisfecho el mínimun vital a su población. Guatemala es un país subdesarrollado por excelencia. Peor aún, es un país donde el barbarismo ha echado raíces en todos los estamentos del Estado y de la sociedad. Tal vez por ello, las élites debieran leer, cuando menos, a José Ingenieros (El hombre mediocre) y a José Ortega y Gasset (La rebelión de las masas y Mirabeau o de la política) pues, mucho podríamos aprender y ganar de sus luces, especialmente porque son fundamento para asimilar El contrato social de Juan Jacobo Rousseau, y así percatarnos todos que la prosperidad como la paz equivalen a felicidad que ha de ser pagada con lo que uno sacrifica de ella por los demás. También para terminar de entender que la sociedad ideal es aquella en la que el ser social no niegue al ser individual, ni el ser individual niegue al ser social.
Resolver la problemática de seguridad (al igual que el resto de deficiencias públicas) requiere de cirugía mayor. La solución rebasó cualquier opción ordinaria, incluyendo el cúmulo de recetas enlatadas a las cuales somos asiduos. Dejó de ser un asunto gubernamental, para convertirse en un problema de todos. Tan de todos, que el gobierno mejor intencionado no podría resolverlo por sí solo. Todos deberíamos involucrarnos con imaginación y responsabilidad.
¿Qué más estamos esperando? La lógica indica que ya no hay más fondo que tocar, aunque algunos, a pesar de que observan que estamos a las puertas de una catástrofe mayor, piensan que la debacle final no será en su tiempo, por lo mismo, piensan irresponsablemente que todavía pueden exprimir otro poco a este país? Y así se ha ido el tiempo, viendo pasar las oportunidades para transformar democráticamente a Guatemala, para construir un Estado de Derecho ?democrático, social e intercultural? que garantice el mínimo vital sin excepciones.
Mientras tanto, primero, es urgente convocar a un pacto de seguridad ciudadana, en donde estén representados los grupos organizados de la sociedad, para que definan el marco de referencia político, económico, social y cultural de la seguridad que nos merecemos, así como la integración de un Consejo Multisectorial de Seguridad Ciudadana.
Luego, intervenir el Ministerio de Gobernación, previa remoción de toda la línea de mando, desde el Ministro para abajo, para lo cual podría conformarse una Comisión Tripartita integrada por un militar de buen récord, un abogado de probadas calidades y un ciudadano honorable, para que se hagan cargo de las fuerzas de seguridad el tiempo que sea necesario hasta que estén plenamente reestructuradas, siguiendo los lineamientos establecidos en el pacto de seguridad ciudadana, para lo cual el Consejo Multisectorial de Seguridad Ciudadana funcionaría como órgano vigilante y consultivo permanente.
Por último, solicitar la más amplia cooperación de países fraternos para que orienten técnicamente a la Comisión Tripartita.