Interrogantes sobre presencia de Hillary Clinton en Gabinete


Hillary Clinton, ex pretendiente a la candidatura presidencial demócrata, podrí­a figurar dentro de la cúpula de Gobierno del presidente electo Barack Obama (Robyn Beck AFP-La Hora).

Las señales que apuntan al nombramiento de Hillary Clinton como secretaria de Estado norteamericana están provocando un torrente de interrogantes acerca de las motivaciones y visiones del presidente electo Barack Obama en materia de polí­tica exterior.


Los comentaristas polí­ticos de Washington están sumidos en todo tipo de especulaciones sobre la posibilidad del nombramiento de Clinton, figura polí­tica influyente que hasta hace poco calificaba de «ingenua» la propuesta de Obama de negociar sin condiciones con Irán. Ahora, podrí­a ser ella misma la encargada de preparar el deshielo de las relaciones con Teherán.

Algunos analistas alaban a Obama por preparar un fuerte equipo para su Gabinete; otros se preguntan si semejante caldo de egos puede coexistir, o si por el contrario se puede convertir en una lucha polí­tica interna destructiva.

La tensión sigue prevaleciendo entre sectores de los bandos de Clinton y Obama, a pesar de la intensa campaña a favor del presidente electo que llevó a cabo la ex primera dama antes de la victoria del 4 de noviembre.

Por ello cabe preguntarse sobre el grado de confianza y de afinidad entre los dos antiguos rivales.

No está claro si Obama y Clinton van a querer cada uno guardar el control del Departamento de Estado o si por el contrario han hablado ya sobre como funcionarí­a su relación en términos de autoridad y acceso.

¿Qué sucederá, además, con Bill Clinton, si sus contactos en todo el mundo con ex presidentes, donantes y personalidades influyentes complican la tarea de su esposa o generan un conflicto de intereses?

A pesar de la contundencia polí­tica de la ex primera dama y candidata presidencial, los expertos consideran que Obama podrá mantener un firme control de la situación si la nombra a la cabeza de la diplomacia estadounidense.

«Es una persona lo suficientemente segura de sus capacidades para no temer la entrada de una antigua rival en su Gabinete», afirmó Andrew Bacevich, profesor de Relaciones internacionales en la Universidad de Boston.

En las últimas administraciones, «el centro de poder en polí­tica exterior se concentró en la Casa Blanca, que tuvo preponderancia a la hora de coordinar las diferentes agencias gubernamentales para cuadrar la postura de Estados Unidos frente al mundo», añadió.

Algunos analistas se preguntan por qué razón Obama querrí­a incluir a Clinton en su administración, dado las turbulencias que todaví­a subsisten entre sus partidarios.

«Obama no tiene por qué aplacarlos», asegura Bacevich, «no tiene ningún sentido que la convierta en su secretaria de Estado para tener contentos a sus partidarios».

Bacevich considera que Clinton es una dirigente con una visión tradicional que podrí­a reorientar las relaciones exteriores después de la tumultuosa era Bush, pero que en ningún caso cambiará la ortodoxia diplomática de Estados Unidos.

Obama sabe que Clinton tiene la reputación de ser más partidaria de la lí­nea dura que él y por ello podrí­a brindarle una coartada para llevar a cabo polí­ticas controvertidas, como un acercamiento a Irán.

Por otro lado, en medio de la crisis financiera, tener a alguien con la inteligencia y la estatura de Clinton para representarle ante el mundo puede ser una idea atractiva.

«Hillary supera al resto de los candidatos al puesto», asegura Rothkof.

«Tiene estatura internacional… Será capaz de dialogar directamente con el presidente y expresarse con eficacia para convertirse en su mejor abogada en la escena internacional», agrega.

Actualmente, el equipo de Obama está investigando los antecedentes y las finanzas de Clinton para ver si no hay impedimentos para su nombramiento.

Algunos analistas consideran que hay mas cálculos en juego.

«Hillary Clinton tendrá muchas dificultades para criticar a la administración Obama si forma parte de ella», dice Costas Panagopoulos, analista de la Universidad de Fordham, que en el pasado trabajó en el equipo de la senadora por Nueva York.