El paso de medio siglo no ha reducido las sospechas sobre la muerte de Marilyn Monroe a la edad de 36 años, y en las décadas que han transcurrido ha habido avances tecnológicos que podrían modificar la investigación si se hiciera ahora.
El ADN, los archivos electrónicos más sofisticados, las bases de datos de consumidores de medicamentos y otros avances podrían darles a los investigadores más información para ayudarlos a sacar sus deducciones tras la muerte de Monroe, ocurrida el 5 de agosto de 1962.
El que estas herramientas pudieran llevar a una conclusión diferente — que la muerte de Monroe por una intoxicación de barbitúricos fue un posible suicidio — sigue siendo un misterio.
«La buena noticia es que estamos mucho más avanzados que hace 50 años», dijo Max Houck, consultor forense y coautor de «The Science of Crime Scenes». «La mala noticia es que seguimos tratando de ponerlo en contexto».
La muerte de Monroe sorprendió al mundo entero y desató conjeturas sobre un complot mucho más tenebroso que la causa oficial de muerte. Las teorías derivan de los 35 minutos entre el momento en el que Monroe fue declarada muerta por su médico y el momento en que se despachó a la policía al lugar, los archivos telefónicos incompletos y el hecho de que nunca se le hicieran pruebas de toxicología a sus órganos digestivos.
También ha habido interés en saber si un diario de Monroe extraído de su habitación estaba lleno de secretos del gobierno, o si la mataron para evitar que revelara secretos comprometedores sobre el presidente John F. Kennedy y su hermano, el secretario de justicia Robert F. Kennedy.
Una investigación realizada 20 años después de su muerte por la oficina del fiscal de distrito del condado de Los Ángeles no halló evidencias de una conspiración para asesinarla, aunque sí llegó a la teoría de que Monroe pudo haber muerto por una sobredosis accidental.
El reporte del fiscal de distrito recurrió a un experto forense externo quien determinó que «incluso con los más avanzados adelantos tecnológicos de 1982 no se podría llegar, bajo ninguna posibilidad razonable, a cambiar las conclusiones finales» 20 años atrás.
Hoy en día con la Internet, las imágenes digitales y las pruebas más sofisticadas, la muerte de Monroe sería sometida a un mayor escrutinio forense. Algunos pasos importantes de la investigación no han cambiado, como la necesidad de interrogar rápidamente a los testigos, controlar el acceso a lugar donde ocurrió el deceso y documentar su apariencia, dijo Houck.
«Al igual que un arqueólogo, estás tratando de reconstruir el pasado», indicó.
En el caso de Monroe, el primer policía que llegó a la escena dijo que vio al ama de llaves de Monroe usando la lavadora horas después de la muerte de la actriz. El reporte de Los Angeles de 1982 también dice que unas 15 botellas de medicamentos con receta fueron vistas en el lugar, pero sólo se mencionan ocho en el reporte del forense.
«En los casos de mayor interés público, hay una tendencia a no seguir el protocolo normal», dijo Houck, lo cual es un error. «Pues el escrutinio será mucho mayor».
Aunque el reporte de la autopsia de Monroe incluye una lista de las medicinas halladas en su habitación, los investigadores de hoy pueden hacer un análisis mucho más profundo de las recetas que hace 50 años. Una base de datos estatal permite a los investigadores examinar las recetas emitidas a los pacientes, bajo su nombre verdadero o alias. Las autoridades suelen revisar los archivos médicos, como en el caso de la muerte de Michael Jackson, Whitney Houston, Brittany Murphy y Corey Haim.
En el caso de Monroe, según el reporte del fiscal de distrito, uno de los médicos no pudo ser localizado.
La evidencia de ADN que la policía suele recabar sólo habría sido útil si había indicios de que sus recetas fueron alteradas, dijo Victor W. Weedn, presidente del Departamento de Ciencias Forenses en la Universidad George Washington en Washington.
Houck dijo que quizá el mayor avance para los investigadores que revisan casos similares al de Monroe son las pistas digitales que dejan las estrellas: llamadas telefónicas, correos electrónicos, tweets y otras actividades en línea. Ahora todos esos elementos «juegan un gran papel», señaló.
Los registros telefónicos de Monroe estaban incompletos, pues muestran las llamadas que hizo pero no las que recibió, según el reporte de 1982. «Eso no pasaría ahora», dijo Houck.
A pesar de otros avances, las técnicas de autopsia no han cambiado mucho desde la muerte de Monroe.
El reporte de entonces es similar a aquellos creados tras muertes de celebridades recientes: una descripción de cómo y en qué estado se encontró el cadáver, una descripción detallada de su cuerpo (incluyendo cicatrices quirúrgicas y órganos) y una lista de los medicamentos con receta encontrados en el lugar.
«Los médicos forenses piensan qué tanto nos estamos aferrando a un método viejo», dijo Weedn quien señaló que los procedimientos básicos de las autopsias han sido los mismos por siglos.
La investigación de 1982 le acreditó al médico forense Thomas Noguchi el haber hecho una autopsia exhaustiva de Monroe, incluyendo la revisión de su cuerpo con una lupa en busca de marcas de jeringas.
Sin embargo, las pruebas de toxicología, que han mejorado desde 1962, no se realizaron en el caso de Monroe.
Las muestras que se tomaron del estómago y los intestinos de la actriz se destruyeron antes de ser sometidas a pruebas de drogas, reconoció Noguchi en su libro de memorias de 1983 «Coroner», lo que llevaría a más conjeturas sobre su muerte.
«Una variedad de teorías de asesinato surgieron casi instantáneamente y hasta ahora persisten», escribió Noguchi.
Pese a todas las dudas, el fotógrafo Lawrence Schiller no cree que haya sido un homicidio. Schiller conoció a Monroe en sus últimos días y recientemente publicó las memorias «Marilyn & Me: A Photographer’s Memories».
«¿Hubo una conspiración para matarla? No, no creo», dijo en una entrevista reciente. Schiller dijo que vio a Monroe mezclando champán con píldoras y olvidando lo que había tomado varias veces.
«¿Perdió la cuenta de lo que estaba tomando esa noche? Para mí eso es lo más probable».
Schiller dijo que Monroe había tocado fondo pero que en ese entonces, cuando él tenía 23 años, no lo notó.
«Era una persona profundamente solitaria al final de su vida», dijo.
La oficina del fiscal de distrito estuvo de acuerdo: «Nuestras investigaciones y revisión de documentos no hallaron evidencias verosímiles que respalden la teoría de un supuesto homicidio».