Las fuerzas de seguridad libanesas arrestaron hoy a un sospechoso con relación a las devastadoras explosiones que un día antes dejaron por lo menos 47 muertos frente a dos mezquitas en Trípoli, en el norte del país, reportó la agencia de noticias estatal.
BEIRUT / Agencia AP
La Agencia Nacional de Noticias identificó al sospechoso como Sheik Ahmad al-Ghareeb e indicó que la policía lo detuvo en su vivienda en la región de Miniyeh, en las afueras de Trípoli. Señaló que al-Ghareeb, quien está relacionado con una organización suní que goza de buenas relaciones con el grupo miliciano chií Jezbolá en el Líbano, aparece en un video de vigilancia en el sitio de una de las explosiones.
Las explosiones coordinadas en la ciudad predominantemente suní han elevado a niveles peligrosos las tensiones sectarias ya latentes en el frágil Líbano, lo que aumenta los temores de que el país pueda estar cayendo en un ciclo de ataques de venganza entre sus comunidades chiitas y sunitas. Para muchos libaneses, los atentados también fueron vistos como la última evidencia de que la sangrienta guerra civil en Siria está arrastrando cada vez más a su pequeño vecino.
Funcionarios de la policía libanesa dijeron el sábado que 47 personas murieron y más de 500 sufrieron heridas. De ellas, unas 300 seguían hospitalizadas y 65 de ellas en estado grave, dijeron los funcionarios con la condición de guardar el anonimato de acuerdo con las normas.
En Trípoli, civiles armados sentaron puestos de control hoy cerca de dos mezquitas que fueron blanco de los ataques, mientras que las fuerzas de seguridad patrullaban las calles. Un equipo de forenses inspeccionaba los lugares cubiertos de escombros retorcidos donde ocurrieron las explosiones. Algunos residentes limpiaban con palas y escobas para retirar los trozos de vidrio y metralla que cubrían el pavimento frente a dos establecimientos cercanos.
Las explosiones tenían la clara intención de provocar el máximo de víctimas civiles, programadas para que detonaran al mediodía afuera de las mezquitas de Taqwa y Salam, porque estarían llenas de fieles por la hora de oración musulmana.
Canales de televisión locales difundieron imágenes de los primeros momentos tras las explosiones: cuerpos esparcidos junto a vehículos en llamas, víctimas quemadas y atrapadas en automóviles calcinados, gente ensangrentada, humo negro denso y personas gritando.
Mientras que nadie se atribuyó la responsabilidad de los ataques, muchos los relacionan con la guerra civil de la vecina Siria, donde una insurgencia encabezada por los suníes busca derrocar al régimen del presidente Bashar Assad, de la secta alauita, derivada de los chiíes.
Jezbolá ha declarado abiertamente que sus guerrilleros combaten junto a las fuerzas de Assad contra los rebeldes sirios y que gozan de la simpatía y respaldo de muchos en la comunidad suní del Líbano.