Cuando Adalberto Villalobos perdió su empleo en la compañía en que laboró durante casi 16 años, no se molestó ni enojó. Sonrió, guardó sus pertenencias en una caja de cartón y abandonó el lugar —hacia una nueva profesión que, dice, es el trabajo más gratificante que haya realizado.
Ahora, Villalobos pasa gran parte del día en el hospital o en clínicas de la zona, ayudando a reducir la brecha comunicativa entre pacientes que hablan español y profesionales de la salud que hablan inglés. Forma parte del ramo de intérpretes médicos que se encuentra en creciente demanda mientras el área de St. Cloud se hace cada vez más diversa, según reporta el diario St. Cloud Times (http://on.sctimes.com/UnuOHF).
Para Villalobos, un costarricense de 43 años que hace 20 se mudó a St. Cloud, la interpretación representa una oportunidad para usar sus habilidades bilingües, su curiosidad natural y el amor por aprender a ayudar a las personas.
«Habiendo tenido diferentes profesiones o trabajos en mi vida, no hay nada que me haya dado las recompensas inmediatas que obtengo cuando interpreto», dijo.
Mientras estudiaba en una universidad en Costa Rica, Villalobos creía que quería ser biólogo marino por su interés en la ciencia y la biología. Tras una mala experiencia en clases de matemáticas, decidió que era mejor seguir una carrera en periodismo.
«Soy una persona sociable», dijo. «Me encanta escudriñar, encontrar, vincular y desarrollar relaciones y conexiones con la gente. Creí que siendo comunicador podría usar ese poder para ayudar a la sociedad y poner sobre la mesa la verdad, la realidad y los hechos».
Después de mudarse a St. Cloud, Villalobos empezó a buscar un empleo en los periódicos. En vez de eso, entró a trabajar a Creative Memories, traduciendo al español documentos de ventas, capacitando al personal y traduciendo en conferencias.
Cuando la economía se vino abajo, el programa fue desmantelado, un proceso doloroso de observar, dijo Villalobos.
«Acababa de ver cómo mataban a mi hijo», dijo. «Y yo ayudé a picar, cortar y desconectar las piezas que habíamos construido en 15 años».
Mientras trabajaba en Creative Memories en otro departamento, Villalobos tuvo la idea de usar de nuevo sus habilidades bilingües. Contactó a Jan y Francisco Almarza, dueños de The Bridge-World Language Center en Waite Park, en 2010. Empezó a aprovechar sus vacaciones laborales realizando interpretación médica.
«Simplemente me enamoré de esto. Lo disfruté enormemente», recuerda.
En octubre de 2010, el Bridge le ofreció un curso de capacitación de 40 horas en interpretación, y Villalobos formó parte de la primera generación de egresados, puliendo sus habilidades los sábados durante cinco semanas. Pese a la falta de experiencia en comparación con sus compañeros de clase, Villalobos aprobó el examen.
Fue entonces cuando un martes de 2011, Villalobos fue despedido de Creative Memories. Decidió que era el momento adecuado para dar el giro hacia la interpretación médica como profesión. Para el jueves, ya interpretaba de tiempo completo.
Villalobos se sintió bendecido porque su transición se dio sin complicaciones en medio de los apuros económicos.
«Todos sabemos qué tan serio y duro y difícil resulta para todos», dijo.
Para marzo de 2012, Villalobos había aprobado extenuantes exámenes orales y escritos para convertirse en un intérprete certificado. Para prepararse, leyó su grueso diccionario médico de cabo a rabo y sus dos hijos le ayudaron haciéndole preguntas.
Los intérpretes médicos deben respetar estrictas directrices legales y éticas y deben mantener la confidencialidad y el profesionalismo. Villalobos se sienta al lado y ligeramente detrás del paciente y mantiene su mirada baja. Solicita al médico y al paciente que hablen entre ellos y no a él. Interpreta todo lo que se dice en el consultorio, incluso si se trata de un diálogo entre varias personas. Pide que al hablar se usen frases cortas para que le resulte más fácil seguir el hilo de la conversación, aunque no todos acceden.
Para Villalobos, una de las cosas más difíciles del trabajo es mantener una distancia profesional. No está ahí para ser amigo o defensor del paciente, incluso cuando el médico trae malas noticias.
«Suena frío», dijo. «Y es increíblemente duro para mí profesionalmente, porque soy muy sociable y siempre deseo lo mejor para las personas. Quiero ayudar a la gente, evitarles dolor y resolver sus problemas. Pero cuando asumo el rol de intérprete, soy una máquina».
En ocasiones, eso puede ser muy complicado, dice.
«Es difícil cuando una anciana desea contarte sobre su receta para elaborar tamales», dijo. «Es difícil en verdad, pero uno tiene que esforzarse para dejar a un lado los sentimientos y el aspecto emocional. Es casi una contradicción, porque uno trata con humanos… pero debe ser casi inhumano».
Un día a finales de diciembre, Villalobos realizaba una traducción simultánea para Zoila Bucaro, paciente de 96 años del Centro de Atención St. Benedict en St. Cloud, mientras se reunía con el personal de enfermeros para hablar sobre su estado de salud.
Villalobos se inclinó para explicarle a Bucaro al oído lo que el personal preguntaba: ¿Cómo se siente?, ¿Qué le parecen los alimentos?, ¿Disfruta las actividades diarias? Bucaro, nacida en Guatemala, escucha atentamente y responde en español, incluso bromeando sobre su gran apetito.
La hija de Bucaro, Gloria, dijo que ella solía hacer la interpretación para su madre, pero no siempre funcionó.
«A veces yo empezaba a hablar con ellos sobre su salud y todo eso, y ella quedaba fuera (de la conversación)», dijo Gloria Bucaro. «Pensé que sería mejor para ella expresar sus dudas y todo lo demás a través de un intérprete».
Las normas requieren que los profesionales de la salud que reciben fondos federales proporcionen el servicio de intérpretes. Los estudios sobre los efectos de la mala comunicación también van en crecimiento, indicó Izabel Arocha, directora ejecutiva de la Asociación Internacional de Intérpretes Médicos. En algunos casos, la mala interpretación causante de errores médicos ha generado demandas legales.
«Ha habido un enorme incremento en la consciencia que ha cambiado estas prácticas», agrega Arocha.
Villalobos toma su trabajo muy en serio. Habla con médicos, lee sobre diferentes condiciones y tratamientos médicos e incluso ha estado presente en cirugías cardiacas y otros procedimientos médicos para ampliar su conocimiento.
«Ese tipo de cosas le dan a uno una mejor y más clara comprensión de lo que uno trata de expresar cuando se interpreta, por lo que uno se escucha más profesional e informado», dijo.
Villalobos constantemente trata de mejorar sus habilidades lingüísticas. Muchos términos médicos tienen raíces latinas; muchos se escuchan de forma muy similar en inglés y español, como diabetes.
«Soy mi crítico más duro cuando se trata del lenguaje, y siempre estoy tratando de aprender», dijo. «Siempre estoy propenso a equivocarme a cometer errores y dispuesto a aprender de ellos. De ninguna manera soy perfecto».
Los casos en los que ha trabajado Villalobos van de las citas médicas rutinarias a estudios de salud mental a visitas a la sala de emergencia. En una ocasión trabajó detrás de una cortina durante un parto porque no había intérpretes mujeres disponibles.
«Está lleno de emoción. Nunca hay un momento aburrido», dice.
Adalberto Villa
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