Interpretación polí­tica de la crisis financiera mundial


Que ilustre la crisis financiera internacional.

Julio Donis C.

Hay que reconocer que el entendimiento de la crisis financiera de Estados Unidos y Europa, con su respectivo impacto en las bolsas y bancos de crédito global, empieza por la interpretación adecuada de los términos y definiciones de la jerga financiera que se usan; pasando por la comprensión geoestratégica de este fenómeno, es decir a quién afecta y en dónde; la interpretación en tiempo histórico de este hecho a la sombra de la globalización; y derivado de esto, un debido análisis del capitalismo como forma hegemónica. No se puede entender polí­ticamente dicha crisis si no se parte por la comprensión de los conceptos pertinentes. Esta entrega aproxima nada más dicha agudeza.


En ese orden de ideas, es debido tratar de informarse y traducir aquellas jergas en significancias que nos ofrezcan sentido en la medida de lo posible. Recomiendo preguntar a conocedores en la materia, investigar, navegar en Internet y leer para poder hacer una debida interpretación de lo que se supone es uno de los mayores quiebres del sistema financiero bursátil. En primer lugar se presume que como el mundo está globalizado, de la misma forma una crisis de este tipo afectará a todo el planeta porque el mercado insignia de la economí­a global está fracturándose. Eso es bastante cierto, el mundo ha evolucionado hacia la aspiración de un mercado global aunque imperfecto y por lo tanto lo que pica en un lado puede repicar en todo el planeta. No hay que perder de vista por otro lado, que en las periferias del mercado hegemónico, hay economí­as que se resguardaron de dignidad polí­tica ante la persuasión sistemática de mucho tiempo, hecha por los grandes guardianes bancarios como el FMI y el Banco Mundial, que promulgaban la libre circulación de capitales y la desregulación del mercado para generar riqueza y empleo. Hoy los resultados de aquellas recomendaciones son especulación y grandes pérdidas financieras, como en una malí­sima e interminable racha en la ruleta de un gran casino, sino que lo diga Argentina, en la cual el experimento tocó fondo a finales de los noventa.

Como globo de helio

Para ir ordenando estas ideas, hay que empezar por el tiempo. Este descalabro no partió de ayer y tampoco terminó el 15 de Septiembre, llamado «lunes negro». Como un globo de helio, sus colores por fuera hicieron elevar una falsa expectativa creyendo que la altura llevarí­a al éxito total. Ya en los años 2003 y 2004 se avizoraba cómo la tasa de interés inmobiliaria en Estados Unidos que bajaba al 1% contra la del 5.2% de estos dí­as. Eso creó las condiciones para que el globo se inflara e inflara. Seguido, la llamada crisis financiera no es en estricto censo la pérdida o disolución de grandes capitales. El sistema capitalista se recicla y lo que antes fue de un mal inversor ahora está en manos de otro grande que metamorfosea la crisis o hay que decir la pérdida de millones o billones de dólares. Sin embargo y he aquí­ uno de los aprendizajes paradójicos, mientras las pérdidas las asume don Estado, las ganancias las privatiza o aprovecha don monopolio. Traigo a colación en este punto las atinadí­simas ideas del economista independiente de New York Nouriel Roubini al interpretar que los acontecimientos en Wall Street, bien recuerdan que el papel del Estado es fundamental en el desarrollo histórico, y como tal el acto de nacionalización o estatización de la hipotecaria American International Group AIG, apuntan más hacia una acción socialista que liberalizadora del mercado.

Avancemos en la mecánica del fenómeno. Como decí­a antes, la crisis del sistema bancario e hipotecario es más un «traspaso» que una pérdida, el sistema no puede darse el lujo ideológico de ser incoherente, aunque en esta ocasión cruzaron fronteras que antes jamás se pensaba. Para hacer un sí­mil, lo sucedido fue como si asistiéramos a un gran juego de póquer entre tres o cuatro jugadores (los grandes como Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers y Merrill Linch) quienes se aventuraron a apostar partes grandes de riqueza monetaria mundial, sobre el ofrecimiento de multiplicar ese dinero sobre la seguridad de éxito. El riesgo es muy grande y al perder se crea una especulación tan grande que se reactiva una recesión casi de inmediato, se instala y corre como gas la idea de pérdida o de recesión. Inmediatamente las entidades que respaldan a dichos apostadores, cubren las pérdidas y refinancian o prestan esos capitales que se fueron a otras manos, aunque reitero, el impacto de debacle financiera está ya instalado y se puede producir un retiro de cash en masa, produciendo iliquidez inmediata.

La burbuja hipotecaria

El fenómeno de la caí­da de bolsas y el rescate de los bancos centrales, porque hay que ser precisos e indicar que al salvataje, también acudió el Banco Central Europeo, tuvo origen en la llamada «burbuja hipotecaria» que al estallar puso de manifiesto la crudeza de dos factores que son clave para aproximarnos a los entendimientos polí­ticos de descalabros económico financieros. No hay tal liberalización del mercado sino concentración de riqueza como base para la formación de monopolios; y al no haber libre mercado hay competencia acérrima entre los pocos en una lógica implacable como en la selva.

Esto me lleva a pensar en lo siguiente de manera cauta pero sugerente: si no hay tal pérdida, sino lo que hay son burbujas financieras infladas por el mismí­simo sistema en una lógica perversa que expande a través del capital especulativo y sin fronteras, grandes y altí­simos rangos de ganancias para inversores en mercados europeos y asiáticos, significa esto desde el lente del desarrollo histórico, que estamos presenciando el inicio de la etapa más caní­bal del sistema capitalista en la cual se traga así­ misma en una suerte de vender caro para comprar barato.