Internet, el factor sorpresa en Brasil


Luiz Inácio Lula da Silva (C), presidente de Brasil, espera por conocer este fin de semana a su sucesor, después de un perí­odo presidencial con mucho éxito. En la gráfica, Lula celebra sus 65 años con el Partido de los Trabajadores, que lo llevó a la presidencia. FOTO LA HORA: AFP Evaristo SA

El papel de Internet en la polí­tica brasileña nunca fue tan visible como en las elecciones nacionales 2010, donde las campañas on-line de los candidatos pelean en desventaja contra las cadenas de rumores, y deben hacer frente a un público mucho más voluminoso de lo esperado.


Dilma Rousseff, candidata oficialista. FOTO LA HORA: AFP Mauricio LIMAJosé Serra, candidato por el Partido Social Demócrata Brasileño. FOTO LA HORA: AFP Mauricio LIMA

Consultados por la AFP a inicios de la disputa, los responsables de los sitios web de los candidatos, la oficialista Dilma Rousseff y el socialdemócrata José Serra, señalaban que internet constituí­a una gran herramienta que les permitirí­a difundir y discutir ideas con los votantes.

Pero a dí­as del balotaje del 31 de octubre, el ciberespacio se transformó en un sangriento campo de batalla de acusaciones y desmentidos constantes, y agresiones de desconocidos que hasta reciben respuestas de los propios candidatos.

La herramienta de campaña se salió de control para los dos postulantes.

«No son candidatos 2.0 (de interacción a través de internet), son todaví­a 1.0 intentando usar esos nuevos medios», ilustró Pollyana Ferrari, profesora de periodismo digital de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP).

Las campañas no sólo debieron enfrentarse a cientos de e-mails «troll» (aquellos que buscan atizar la discusión) que recorren diariamente la red con «propuestas» o videos engañosos, sino que también debieron lidiar con un público muy participativo que adora apropiarse de los temas de campaña.

«No estaban preparados» para la repercusión que tendrí­a la disputa electoral en los medios digitales, destacó Ferrari a la AFP.

«El brasileño es apasionado por las redes sociales, adora estar en esos medios. El brasileño tiene esa cosa de exposición, habla, muestra sus fotos», señaló la especialista sobre el afán por los sitios de confraternización.

De hecho, el 86% de los 70 millones de internautas brasileños navegan en webs como Orkut, Facebook, Twitter o participan en blogs, según el último estudio de la consultora Ibope.

Así­, uno de los booms de la campaña fue «Dilmaboy», un joven que al son de la cantante Lady Gaga canta estrofas como: «Lamento, Serra pero vas a perder» y «Ella es la nueva Evita Perón». El video divulgado en YouTube fue un gran éxito y se acerca a las 300.000 visitas.

En la campaña para la primera vuelta, los coordinadores de propaganda usaron los medios digitales para «hacer un diario de campaña. Pero en esta segunda fase se dio un crecimiento exponencial de todas las groserí­as y las peleas que fueron para la red», destacó Ferrari al afirmar que los sitios de socialización son medios «orgánicos, donde no se consigue prever qué asuntos van a estallar».

Pero la gran crí­tica de la especialista es que los coordinadores de campaña no supieron responder a la voluminosa participación de los brasileños en la red, y muchos de los temas que se dispararon en el mundo virtual y no fueron aprovechados, acabaron retomados por los medios tradicionales, y siendo asunto de disputa incluso en los debates de los candidatos.

«Un asunto a partir de un twitter acaba saltando al Jornal Nacional», el telediario de mayor audiencia emitido por el canal Globo, y el tema acaba alcanzando a los millones de personas que no acompañaban internet, agregó.

Este fue el caso de cuestionamientos a Rousseff sobre su posición sobre el aborto. El tema surgió a raí­z de cadenas de e-mails, se insertó en la agenda de campaña y a las pocas semanas la candidata aparecí­a en el Santuario de Aparecida, patrona de Brasil, a medio camino entre Rio y Sao Paulo (ambos sudeste).

«Cuando no hay mediación (intervención de los responsables de las campañas), los rumores van creciendo y resulta viral: no hay cómo controlarlo», estimó Ferrari.

Rousseff y Serra se medirán el próximo domingo en una segunda vuelta a la que la candidata oficialista llega como firme favorita.

LULA El obrero pobre que puso a Brasil en el centro mundial


Los brasileños van a quedarse con las ganas el domingo de elegir para un tercer mandato presidencial a Luiz Inacio Lula da Silva, el humilde obrero que cumplió el improbable destino de convertirse en el presidente más popular de Brasil y puso a su paí­s en el centro del escenario diplomático mundial.

«La mayorí­a del pueblo me dio la oportunidad de probar que un tornero mecánico hará por este paí­s lo que la élite polí­tica no consiguió», proclamó Lula ante una eufórica multitud tras ganar las elecciones el 27 de octubre de 2002.

El obrero y lí­der sindical de las fábricas del extrarradio de Sao Paulo que hací­a temblar a los mercados acabó convertido en vedette del mundo financiero y de la escena internacional. Y seguramente el domingo conseguirá que los brasileños elijan a su delfina Dilma Rousseff como su sucesora.

«Cuando el nordestino no muere antes de los cinco años, sobrevive mucho tiempo», afirma el presidente, evocando su difí­cil historia y pobre infancia.

Lula nació en el árido y paupérrimo noreste de Brasil hace exactamente 65 años, en octubre de 1945, al seno de una familia de ocho hermanos abandonada por el padre, y a los siete años llegó a Sao Paulo como millones de sus coterráneos atraí­dos por la prometedora capital industrial de Brasil.

Fue vendedor ambulante y lustrabotas, a los 15 años inició su formación de tornero mecánico, y al final de los 70 se convirtió en el lí­der sindical que dirigió una histórica huelga que desafió a la dictadura (1964-85).

Tres veces fue candidato presidencial y perdió al frente de su Partido de los Trabajadores (PT), que fundó con sindicalistas, movimientos sociales e intelectuales de izquierda.

En su cuarta candidatura, las presidenciales de 2002, decidió aplicar el sentido práctico que luego caracterizó a su gobierno: se alió a José Alencar, un millonario empresario conservador que ha sido su vicepresidente, escribió una «carta a los brasileños» comprometiéndose con el rigor fiscal y la estabilidad económica, y llegó a la Presidencia con 53 millones de votos.

Su promesa: luchar contra la pobreza en uno de los paí­ses más desiguales del mundo.

La combinación de bonanza económica y programas sociales que permitieron sacar a 29 millones de brasileños de la pobreza ayudaron al carismático Lula a ganar su actual popularidad que supera el 80%, y su gran triunfo es que agradó a ricos y pobres.

«Los brasileños van a votar el domingo por el bienestar y la mejora del nivel de vida que experimentaron en los últimos ocho años, y si eligen a Dilma Rousseff -favorita en las encuestas frente al opositor socialdemócrata José Serra- es porque es la candidata de Lula y no pueden elegirlo a él», resume a la AFP Marco Antonio Teixeira, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.

Defensor del mundo en desarrollo, el presidente que un dí­a gritó que «de poco sirve ser invitado al postre en el banquete de los poderosos» ha sido uno de los pilares de la creación de un nuevo estilo de gobernanza internacional que da creciente protagonismo a las grandes economí­as emergentes antes obviadas por las industrializadas.

Lula coronó su mandato y su popularidad consiguiendo para Brasil la sede de la Copa del Mundo 2014 y los Juegos Olí­mpicos 2016.

El presidente vivió también momentos difí­ciles: en 2003 llegaba al poder con una grave crisis financiera impulsada por la desconfianza de los mercados hacia su gobierno. Y en 2005 enfrentó un graví­simo escándalo de corrupción que casi le costó una moción de censura, cuando su partido fue acusado de pagar sobornos en el Congreso, a través de una millonaria contabilidad ilegal.

La cúpula de la agrupación cayó como resultado del escándalo.

Más recientemente sus crí­ticos le echan en cara sus acercamientos a Irán.

Con todo, Lula deja el poder con una popularidad histórica, y al paí­s con una clase media que ya es la mitad de los 190 millones de brasileños, según datos oficiales.

El crecimiento del PIB en 2010 está estimado en 7%, el mercado interno está en expansión y las grandes empresas brasileñas están invirtiendo en el mundo entero.

Es una base perfecta para que los brasileños elijan a su candidata, que lidera los sondeos.

OFICIALISTA Dilma Rousseff


La economista Dilma Rousseff, respaldada por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, es amplia favorita para convertirse en la primera mujer en ocupar el sillón presidencial brasileño el domingo, en la que será la primera elección de una vida polí­tica iniciada en su juventud.

Esta ex guerrillera, descrita por sus allegados como una mujer de temperamento explosivo y sin experiencia en el contacto con el público, llega a la segunda vuelta de las elecciones nacionales de la mano y a la sombra de su padrino polí­tico, el presidente.

«Estoy en un gobierno, en un paí­s en el que ningún hombre asume sus posiciones. Soy la única mujer, y la única persona en Brasil, dura, cercada por hombres suaves», afirmó entre risas Rousseff, de 62 años, al explicar su fuerte temperamento en un encuentro con periodistas en Sao Paulo.

La ex jefa del Gabinete Ministerial (2005-2010) en el gobierno de Lula (2003-2010) es sin lugar a dudas la persona más influyente en el aparato gubernamental después del propio presidente, quien la escogió a dedo y se convirtió en su principal promotor.

Lula asegura que su eficiencia en la administración y su capacidad polí­tica lo convencieron de que se trata del mejor nombre del Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones que elegirán al mandatario que asuma el 1 de enero de 2011.

«Ser la primera presidente de Brasil, es el objetivo que nos mueve», dijo Rousseff cuando el PT oficializó su candidatura en junio.

En 2009 Rousseff fue diagnosticada con un cáncer en el sistema linfático, aunque luego de su tratamiento en septiembre del mismo año los médicos la consideran completamente curada.

Nacida en diciembre de 1947, la dama de hierro de la polí­tica brasileña tiene una hija, Paula, y un nieto, Gabriel, que nació a principios de septiembre y logró que la flamante abuela interrumpiera por unos dí­as su apretada agenda de campaña.

Paula fue fruto de su ví­nculo con su ex marido Carlos de Araújo, con quien mantuvo una relación estable durante más de treinta años a pesar de las dificultades impuestas por la prisión de ambos durante el régimen militar (1964-1985).

En su juventud integró dos organizaciones armadas clandestinas de oposición a la dictadura militar, el Comando de Liberación Nacional (Colina) y la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR Palmares), aunque su grado de participación en acciones armadas es aún motivo de polémica.

Arrestada en Sao Paulo en enero de 1970, fue condenada inicialmente a seis años de prisión pero finalmente fue liberada en 1972. Durante su arresto, fue sometida seguidamente a torturas para que revelara nombres de otros militantes.

A inicios de los años 80 participó de la refundación del Partido Laborista Brasileño (PDT, del legendario Leonel Brizola), aunque en 1986 abandonó esa sigla y se sumó al PT.

La aproximación a Lula ocurrió en 2001, cuando el PT organizó grupos para elaborar propuestas de gobierno para las elecciones de 2002 y ella se sumó al equipo que estudiaba especí­ficamente medidas para el sector energético.

«Apareció una compañera con un computadorcito en las manos. Comenzamos a discutir y percibí­ que habí­a algo diferente con ella. Entonces pensé: «Creo que ya encontré a mi ministra de Energí­a», recordó más tarde Lula.

Electo presidente, Lula sorprendió al nombrar a Rousseff en la secretarí­a responsable por reorganizar el sector eléctrico y modernizar el segmento de petróleo.

El escándalo que en 2005 pulverizó la dirigencia del PT, ante las denuncias por pago de apoyos en el Congreso mediante una contabilidad clandestina, impulsó a Rousseff al primer plano del gobierno, cuando Lula decidió hacerla jefa del Gabinete.

Los primeros rumores sobre la candidatura presidencial de Rousseff surgieron en 2007, cuando Lula pasó a viajar por todo el paí­s acompañado de su ministra.

Rousseff se enfrenta el domingo, en el segundo turno de las elecciones nacionales, al socialdemócrata José Serra, ex gobernador del Estado de Sao Paulo.

OPOSICIí“N José Serra


El economista José Serra es un ex gobernador de Sao Paulo y ex ministro de Salud que enfrenta su segunda elección como candidato presidencial socialdemócrata, con el crédito de haber ayudado a Brasil a convertirse en una referencia en la lucha contra el sida.

Serra, de 68 años, fue ministro de Salud en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, y desde esa cartera ayudó a implementar el programa que pasó a ofrecer tratamiento y cuidados gratuitos a los portadores del virus VIH y a los enfermos de sida.

Nacido en Sao Paulo en 1942 en el seno de una familia de emigrantes italianos, comenzó su carrera polí­tica como lí­der estudiantil, cuando cursaba Ingenierí­a Civil, en Sao Paulo, en una época en que trataba de vencer su timidez con participación en grupos de teatro.

En 1963, en un momento en que Brasil herví­a ante las famosas reformas estructurales que trataba de llevar adelante el gobierno de Joao Goulart, Serra fue electo presidente de la entonces influyente Unión Nacional de Estudiantes (UNE).

Cuando tuvo lugar el golpe militar de abril de 1964, Serra pasó tres meses escondido en la embajada de Bolivia, finalmente fue al exilio en La Paz, y posteriormente se trasladó a Parí­s.

Serra retornó clandestinamente a Brasil en 1965 pero ya entonces la represión era generalizada y volvió a salir al exilio, esta vez en Santiago, Chile, donde permanecerí­a hasta el golpe militar de 1973 en aquel paí­s.

En Santiago, Serra se casó con la psicóloga chilena Mónica Allende, con quien tuvo dos hijos.

Luego del golpe militar en Chile, Serra llegó a ser arrestado aunque logró salir de ese paí­s mediante un salvoconducto de la Embajada italiana. La pareja vivió parte del exilio en Estados Unidos antes de su retorno a Brasil en 1977.

De regreso a su paí­s, Serra pasó a ejercer como profesor de Economí­a, disciplina que habí­a estudiado en Santiago, y se aglutinó en el grupo polí­tico en torno del sociólogo Fernando Henrique Cardoso, a quien habí­a conocido en la capital chilena.

Su carrera como legislador comenzó al ser electo a la Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna aprobada en 1988. Dos años más tarde, formó el grupo que se escindió del Partido del Movimiento Democrático (PMDB) para formar el Partido de la Social Democracia (PSDB).

En 1994 fue electo Senador aunque se licenció de su banca al año siguiente para asumir el cargo de ministro de Planificación, y en 1998 asumió la cartera de Salud.

Serra fue candidato presidencial por el PSDB en las elecciones de 2002, pero fue derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva, y seguidamente fue electo alcalde de Sao Paulo y posteriormente gobernador del estado homónimo.

En el primer turno de las elecciones, el pasado 3 de octubre, consiguió 33,13 millones de votos, el 32,61% de los votos válidos, al tiempo que la oficialista Dilma Rousseff consiguió 47,65 millones de votos, 46,91% de los sufragios válidos.

En la campaña por la segunda vuelta, se tornó el centro de una polémica al ser alcanzado por un objeto en la cabeza durante un acto público y suspender ese dí­a su agenda de campaña.

Imágenes de TV mostraron que efectivamente fue alcanzado por el objeto, una bola de papel o un rollo de adhesivos, que difí­cilmente habrí­a causado una lesión, hecho que le valió crí­ticas de sus adversarios del Partido de los Trabajadores.

A fines de 2002 Serra fue derrotado, también en segundo turno, por Luis Inacio Lula da Silva.

El domingo será su segunda chance de alcanzar la Presidencia, ante la delfina del presidente.