Altos funcionarios gubernamentales, diputados y líderes políticos, dirigentes empresariales y hasta columnistas caídos del clóset que se entretienen con sus artículos, pero que no abandonan sus actividades mercantiles, a puro huevo de paloma del atrio de la Catedral Metropolitana, de esas que intentó robarse don Tereso Cuyú, sugieren, recomiendan, aconsejan, influyen, presionan y amenazan a los guatemaltecos que no estamos afiliados a organizaciones partidistas, cámaras empresariales o de otra índole sectaria, a que adoptemos una decisión inflexible a favor o en contra de dos bandos que se encuentran en pugna.
Primero, fue el presidente ílvaro Colom quien puso en el avispero a maestros, amas de casa, enfermeras, lustradores y el resto de la población, al afirmar que indeterminadas personas y grupos, entre los cuales medios de comunicación y periodistas, intentan encabezar un plan desestabilizador encaminado a que, mediante un complot de los de antes, echen a pencazos, puntapiés y ráfagas de ametralladora a burócratas de raudos vuelos, llevándose de corbata especialmente al gobernante, a doña Sandra y al vicepresidente Rafael Espada.
Esas declaraciones hicieron despertar de su letargo a los compatriotas que todavía creen que Guatemala no ha desaparecido del mapa, que no es un país de cartón o una república de mentiritas, un pueblo sin dirección y guía, y que, por lo tanto, su deber es defender la institucionalidad del Estado triste y pedigí¼eño.
Otros numerosos grupos leyeron de soslayo el documento presidencial y creyeron que se trataba de una más de esas tretas gubernamentales para distraer a la población de sus reales y verdaderos problemas, como anteriores artimañazas del actual régimen y de los que le precedieron.
Pero otros más chispudos se sintieron aludidos y no se anduvieron por las ramas, y, de esa cuenta, el doctor Dionisio Gutiérrez, circunspecto empresario que había mantenido perfil bajo durante los meses recientes, peinó su colocha melena bien acomodada, se rodeó de un selecto y minúsculo grupo de asesores y dicho y hecho lanzó mediático ataque al presidente Colom, a quien, en primera instancia, le dice que evite «la tentación totalitaria», pero no le recomienda al sacerdote, pastor o brujo al que debe acudir, en vista de que muchos de los correligionarios del señor Gutiérrez ven con «preocupación el vaciamiento de la democracia en Guatemala».
 ¡Ve, pues! Y yo que creía que en nuestro país ya no había democracia ni como para untarla con un dedo, porque los altos, medianos y chaparros funcionarios de Estado, la plutocracia y la oligarquía se habían encargado de vaciar la olla de hacer pepián republicano; pero no es así, sobre todo cuando intervino en la disputa el Partido Patriota, que, con la cordura que lo caracteriza, pide «a la sociedad que esté alerta, porque los ataques y las intimidaciones van a subir de tono».
¿Qué hacemos, mientras tanto, los guatemaltecos de a pie que no somos afiliados a la UNE, no nos volcamos en manifestaciones apoyando al presidente Colom, no compartimos las migajas que nos avienta don Dionisio ni fuimos compañeros de colegio con los militantes del PP?
Quizá siguiendo la consigna del vicepresidente Espada: estemos calladitos, no hagamos olas, disimulemos gases intestinales y no echemos a rodar bolas.
 (El metiche filósofo Romualdo Tishudo le aconseja a su potentado, malicioso y desconfiado patrón, próximo a casarse: -Tenga bien abiertos sus ojos antes del matrimonio, y medio cerrados después).