Antonio Cerezo
Lo primero que tiene que hacer es ir a la fiesta. No importa que conozca o no a los organizadores. Si los conoce, entre saludando a medio mundo, haciendo inclinaciones ante las mujeres desconocidas, abrazando a los amigos. Si no los conoce, pues igual. Saluda con inclinaciones de cabeza, da la mano a unos cuantos que dirán y éste quién es, pero pensarán que a lo mejor es amigo de sus amigos. Enseguida colóquese en posición estratégica; es decir, donde pueda observar a satisfacción el espectáculo. Acuérdese que no todos bailan igual, pues algunos son tímidos y otros extrovertidos.
Las mujeres que van en pantalones muestran buenas curvas pero a lo mejor esconden celulitis, várices o cosas por el estilo. En cambio las que llevan vestido muestran la calidad y sabrosura de sus tobillos y dejan adivinar muslos esplendorosos en la mayoría de los casos. Note si los movimientos de cadera son rítmicos y sus vientres se mueven de manera armónica. Pero lo más importante son los senos. Deben ser firmes y no muy grandes, aunque tampoco que parezcan limones. Que tiemblen levemente a la hora de un paso de baile es ideal; un movimiento más allá de ese leve temblor puede denotar un maltrato a los senos o exceso de cariño. Observe también el movimiento de la boca. Con los labios la mujer dice muchas cosas, desde insinuar una caricia hasta mostrar hambre inaguantable.
Usted permanezca como tigre agazapado. Lance miradas por todos lados y haga uso de su olfato de varón. Acuérdese que la mujer no huele igual en sus días de mayor fertilidad que el resto del mes, aunque se aplique perfumes caros. Cuando la tenga vista comience por guiñar un ojo. A un paso sexy de ella, trague grueso. Entrecierre los ojos y piénsela en sus brazos con su perfume recorriendo sus sentidos y la suavidad de su piel rozando la suya. El siguiente paso es esperar que se siente y le niegue otra pieza a su pareja. Entonces levántese y búsquela en el momento de una pieza romántica.
Mírela a los ojos y extienda su mano. Si ella la pone sobre la suya, está hecho. Llévela a la pista suavemente tomada de la cintura. Así podrá apreciar la prominencia de sus nalgas saliendo del final de su espalda. Evite una erección en ese momento, pues no podría iniciar el baile de esa manera: parecería robot tratando de proteger sus partes íntimas.
Inicie la pieza levemente separado, viéndola a los ojos al preguntarle su nombre. Dígale que su perfume lo lleva directamente al cielo y que parece una mujer salida de un cuento de hadas. Ella se pegará a usted y entonces podrá tener su nariz y boca cerca de su oído. Murmúrele palabras dulces, de esas que les encanta escuchar: qué linda es, qué bien huele, la suavidad de su baile. Notará cómo se pega más a su cuerpo y podrá presionar su cintura haciendo que sus piernas se rocen. En ese momento la erección no importa; más bien le servirá para que ella valore el macho que tiene entre los brazos. Separará la cabeza y sacudirá el pelo en señal de que está contenta. Su risa lo hará sentirse bien. Hágala dar una vueltecita para que luzca su cuerpo, levantándole la mano lo más que pueda para ver sus rodillas o arriba de ellas. Eso le dará indicios de la calidad del cuerpo que se mueve ante usted.
Cuando la pieza termine no la suelte. Tómela de los hombros y platíquele cualquier cosa. Ofrézcale algo de beber. Mejor si es algo fuerte para que el siguiente baile sea más íntimo. En ese ínterin su erección cederá un poco y podrá iniciar la siguiente pieza deteniéndola un instante abrazada y respirándole cerca del oído, aquí sus pasos deben ser más cortos, casi sin salirse de un ladrillo y tiene que colocar su mano firmemente rodeándole la cintura. Notará cómo ella le pasa su mano por el cuello y mueve los dedos en caricia subrepticia.
Entonces puede insinuar un beso en el oído. Si ella lo aprieta intente otro. Notará cómo sus cuerpos se funden y ella se mueve en busca de su intimidad. En ese momento todo depende de usted: si bailan otra pieza, beben algo de licor, o la toma de la mano mientras salen de la fiesta.
* Antonio Cerezo, colaborador literario del Suplemento Cultural.
** Al pie de la letra es una sección literaria, completamente especulativa; no posee valor científico.