Insólito: ladrón denuncia a su víctima


Eduardo_Villatoro

Agobiado con leer, escuchar y comentar tantos acontecimientos nefastos, que incluye hechos de corrupción, asesinatos, asaltos, extorsiones, acusaciones infundadas, maledicencias políticas, violencia en aulas universitarias y otras felonías, de vez en cuando se recibe con agrado una noticia que inicialmente pareciera que también se agrega a la interminable lista de sucesos desdichados, pero que felizmente concluye con una satisfactoria sensación de que en medio de la maldad súbitamente se impone el bien en insospechada pugna en la conciencia de un ladrón de poca monta. Aunque no ocurrió en Guatemala.

Eduardo Villatoro


Para estar a tono con la decencia y la ética, es mi deber advertir que esta noticia que capté en el ciberespacio me la voy a fusilar casi por completo, en el sentido de que transcribiré literalmente la mayor parte de la información publicada en el Sydney Morning Herald, de la lejana Australia.
  
Le dijo la jueza al ladrón: “Ha hecho usted lo correcto”  Estamos (refiere el reportero) en un juzgado de Ballarat, una ciudad típica del estado de Victoria (Australia, por supuesto), y el sujeto en cuestión tiene que responder por el robo de un móvil. Pero la historia tiene un giro: El hombre que se entregó a la Policía  admitió la ratería y estuvo dispuesto a aceptar la sentencia que le impusieran; porque en esta historia el ladrón es el criminal menor, puesto que la víctima, que era dueño de un celular, lo tenía lleno de imágenes de pornografía infantil.
  
Según contó el agente Steve Kent, el ladrón estaba paseando plácidamente por el estacionamiento de un supermercado en Little Bridge Street, cuando de pronto se dio cuenta de que uno de los automóviles tenía los vidrios medio bajados e hizo lo que le dictó el impulso: hacerse con el móvil que atisbó y con la cartera del dueño del vehículo. Pero lo siguiente que hizo fue acudir a la Policía, explicando que tenía en su poder una tarjeta de memoria que seguramente contenía pornografía infantil.
  
Esto implicaba un dilema. Si quería denunciar al pedófilo, debía reconocer el hurto del celular, es decir, dejarse procesar para poder enjuiciar al propietario del móvil. No lo dudó. Aceptó ir a juicio  por su delito. Incluso reveló que había robado un automóvil en las afueras de la ciudad el año anterior, y para que nadie pudiera poner en duda la honestidad de su proceder confesó cinco raterías previas.
  
El abogado del ladrón, Mike Wardell, pidió a la jueza que reconociera todos estos datos, y lo consiguió. La jueza Hodgson felicitó al ratero por su comportamiento (no por sus crímenes anteriores, naturalmente, sino por haberse entregado y confesado) y lo sentenció a un mes de cárcel y una multa de 400 dólares australianos: “No queremos desanimar a gente como tú que podría hacer lo mismo”, puntualizó
  
El gesto del ladrón de los celulares ha servido para capturar al pederasta. La justicia bien puede beneficiarse, en algunos casos, de la ayuda de delincuentes, finaliza la información.
  
(El regenerado ratero Romualdo Tishudo le aclara a un su excompinche también ya redimido: -No; un pedófilo no es lo que vos creés; nada que ver con apestosos gases digestivos-).