Insistir en el debate


Editorial_LH

Desde que Pérez Molina habló de la despenalización de la droga, La Hora dijo que era indispensable abordar el tema y propiciar un debate maduro, sereno y objetivo, porque la única evidencia real y concreta que hay disponible es que lo hecho hasta ahora no ha funcionado. Hay gente que se cansa repitiendo que si se sigue actuando como en el pasado, cometiendo los mismos errores, se tendrán los mismos resultados y exactamente eso es lo que ocurre con la política antidrogas que se ha mantenido por los últimos cincuenta años.


Por supuesto que hay muchas aristas a debatir y el tema se tiene que ver desde la perspectiva del país consumidor por excelencia y desde la perspectiva de los países que sufren el flagelo del narcotráfico, sea porque son productores o porque por su ubicación geográfica son puente obligado de paso de las drogas hacia el demandante mercado norteamericano. Cada perspectiva puede ser muy distinta, pero en el fondo lo que tenemos que buscar es un acuerdo común que tome en cuenta las diferentes situaciones para atacar de la mejor forma un problema grave desde cualquier punto de vista que se quiera enfocar.

El hecho de que se haya llevado el tema a la Asamblea General de Naciones Unidas y que tres mandatarios, los de Guatemala, Colombia y México, hayan insistido en la necesidad de un nuevo enfoque del asunto, obliga a que ese debate se abra aunque haya resistencias. Posiblemente no sea la despenalización absoluta la solución, pero colocando al mundo entre los dos extremos, el de la política que se centra en atacar el tráfico más que el consumo y otra que propone liberar el mercado de narcóticos, sin duda que hay una amplia gama de posibilidades en medio que es lo que tenemos que explorar con rapidez y sensatez.

Porque lo que no es justo es que mientras en Estados Unidos no hay una guerra frontal contra el narcotráfico que ocurre adentro de las fronteras de ese país y nunca se sabe de grandes capos que sean detenidos allá ni de grandes operaciones contra el lavado del dinero que circula por las drogas, en nuestros países se nos exige que pongamos los muertos y que suframos la prostitución de nuestras instituciones por la corrupción que genera el dinero del narcotráfico. Eso es lo que resulta inadmisible y esa disparidad de relaciones es la que enerva cuando de ajuste el Departamento de Estado se da el lujo de certificar si somos buenos o no en la lucha contra el narco. Nosotros también debiéramos de certificar que ellos fracasan en su lucha interna para impedir el mercadeo menudo de la droga y a los capos que operan en las grandes ciudades.

Minutero:
Los gringos no quieren hablar
de la despenalización
porque quieren continuar
con la guerra sin razón