Insensata promesa de reducción impositiva


Se ha repetido, hasta la saciedad, que uno de los factores principales que impiden el desarrollo de Guatemala consiste en que es uno de los paí­ses latinoamericanos cuya recaudación tributaria es las más baja del continente.

Eduardo Villatoro

Pero cada vez que se pretende una reforma fiscal para mejorar los ingresos del Estado, a fin de que cuente con recursos suficientes para atender necesidades en educación, salud pública y seguridad, por ejemplo, grupos económicos poderosos se oponen rotundamente, así­ como analistas de tendencias neoliberales.

Uno de los argumentos que esgrimen consiste en que los funcionarios públicos son los aprovechados, a causa de la corrupción imperante. Yo mismo lo he dicho en recientes columnas, que un alto porcentaje de impuestos no se destina a los fines especí­ficos, sino que van a engrosar las cuentas bancarias de funcionarios corruptos, sea del gobierno de fuere.

Sin embargo, actualmente prevalece una fuerte presión de grupos sociales y centros de investigación, encaminada a transparentar el gasto público, con el fin de que exista claridad y certeza en el destino de los impuestos recaudados, implí­cita condición a la que se han comprometido los principales candidatos presidenciales; de suerte que surge la vaga esperanza de que durante la próxima administración gubernamental se combatirá la corrupción.

Varios de los aspirantes a suceder al presidente í“scar Berger no se han dejado seducir por la demagogia de promesas absurdas e imposibles de cumplir, como el caso del candidato ílvaro Colom, de la UNE, quien fue lo suficientemente claro durante reciente reunión que sostuvo en una de las cámaras empresariales, al asegurar que durante el primer año de su mandato -si le sonrí­e el triunfo- no aumentará los impuestos; pero también fue preciso al advertir que después analizará la clase de reformas que se deben realizar, para mejorar la recaudación e incrementar la carga tributaria, a sabiendas de que si persigue satisfacer las necesidades de la población, es imprescindible que quienes más ingresos perciban, su cuota tributaria deba ser mayor.

Se abstuvo con entereza de prometer que suprimirí­a o reducirí­a impuestos, y cabalmente, por esas declaraciones expresadas en un foro empresarial, es que causa extrañeza la leyenda en vallas que ha colocado el candidato de la UNE a la alcaldí­a de Mixco, el abogado Chito Barrera (a propósito, ¿cuál es su nombre de pila?) en las que se lee «rebajaremos los impuestos», con los rostros del ingeniero Colom y del mismo aspirante edilicio.

Esa insensata oferta no es congruente con lo declarado por el candidato presidencial de la UNE, y sí­ me recuerda los mensajes electorales del FRG en Mixco hace ocho años, cuando el tristemente célebre y prófugo de la justicia Elmer Morales prometió abolir y rebajar arbitrios municipales, sin detenerse a pensar que cualquier administración edilicia, si de verdad pretende encarar y resolver los problemas de sus vecinos, requiere del ingreso de tributos.

A Morales le sucedieron otros dos alcaldes, también del FRG, durante ese catastrófico perí­odo de cuatro años, habiendo dejado a la municipalidad de Mixco prácticamente en ruinas, además del desorden imperante, la anarquí­a burocrática y el abandono de colonias y comunidades.

Ahora, o no hay coherencia entre el discurso del ingeniero Colom y la imprudente promesa del señor Barrera, o existe un vací­o de comunicación entre ambos candidatos, o simplemente el pretendiente a la alcaldí­a de Mixco, por la UNE, ignora que el gobierno central entrega el obligado aporte constitucional a las municipalidades del paí­s, en la misma proporción como las administraciones edilicias generan sus propios ingresos. Elemental: a menor ingreso percibido por las municipalidades, menor aporte institucional del Ejecutivo.

Si los gobiernos municipales no tienen la capacidad de captar ingresos y de realizar una sana, eficiente y transparente administración de sus recursos, disminuye ostensiblemente la oportunidad de que las corporaciones edilicias puedan encarar con satisfacción las apremiantes necesidades de los vecinos, como agua potable, red de drenajes, mantenimiento vial y otros problemas colectivos.

El candidato Barrera está a tiempo de rectificar su descabellada promesa, porque si llegara a ganar la alcaldí­a de Mixco, al enfrentar la realidad no podrí­a cumplir su oferta electoral, y si la pusiese en práctica, no va a contar con dinero ni para pagar salarios de los empleados municipales.

(El automovilista Romualdo comenta que, según definición de un concejal de Mixco, polinesia es la mujer policí­a de Emixtra que no entiende razones).