Inquietud ante probable desmantelamiento


Ocho años después de la adquisición de Chrysler, el mercado especula nuevamente sobre un probable desmantelamiento del quinto fabricante automovilí­stico mundial, Daimler-Chrysler, mientras la filial americana se encuentra sumida en números rojos.


En la Bolsa de Francfort, Daimler-Chrysler ha trepado cerca de 10% desde hace una semana. Ayer, hacia las 14:00 GMT, el tí­tulo encabezaba el í­ndice de valores principales Dax, en alza de 1,70%, a 45,46 euros (1 euro=1,2 dólar).

Esta evolución espectacular se debe a la publicación el miércoles de los resultados del tercer trimestre, seguida de una serie de declaraciones de la dirección.

El fabricante germano-estadounidense logró limitar la caí­da en ese perí­odo gracias a la filial alemana Mercedes, pero Chrysler se hundí­a en números rojos, con una pérdida de explotación de 1.200 millones de euros.

La situación es grave. Daimler pensaba que la filial estadounidense (marcas Chrysler, Jeep, Dodge) habí­a salido del atolladero, pero lo cierto es que el grupo deberá lanzar un nuevo plan de reestructuración, el tercero desde la fusión de las dos empresas en 1998.

Los alemanes enviaron recientemente siete equipos de intervención a Detroit para encarrilar de nuevo las cosas, con una revisión de los modelos, de la producción y de las plantas. Pero los analistas son escépticos.

Tras haber suprimido 38 mil empleos en Estados Unidos entre 2000 y 2005, Daimler-Chrysler se ha quedado sin margen de maniobra para recortar los costos.

El segundo obstáculo lo constituyen los problemas de la gama de Chrysler. El fabricante propone en su catálogo 70% de todoterrenos y camionetas, mientras que la evolución al alza de los precios del petróleo incita a los estadounidenses a volcarse en los vehí­culos de menor consumo. El problema es casi insoluble, a no ser que haya una reestructuración completa de la gama, lo que llevarí­a en teorí­a varios años.

Daimler-Chrysler explora ahora varias ví­as alternativas para lanzar en Estados Unidos coches más económicos. Así­, lleva a cabo negociaciones con el grupo chino Chery para importar de China modelos menos potentes, que venderí­a bajo la marca Dodge.

Paralelamente negocia con Volkswagen para que éste le suministre la tecnologí­a básica para los coches de baja cilindrada.

Interrogado la semana pasada sobre las soluciones posibles, el director financiero, Bodo Uebber, respondió: «No excluimos nada».

«Serí­amos totalmente inconsecuentes si no preparáramos actualmente un plan de salida» a la crisis, señaló este fin de semana pasado un directivo de Daimler-Chrysler, bajo anonimato, en las columnas del semanario Der Spiegel.

El mercado ha interpretado estas declaraciones como una señal de que Daimler podrí­a desprenderse de Chrysler, una solución preconizada regularmente por los analistas tomando como ejemplo el caso de BMW, que puso punto final al fiasco de Rover vendiendo el grupo británico por un precio simbólico de diez libras esterlinas. Desde entonces, el grupo bávaro va de éxito en éxito.

Sin Chrysler, la valorización acumulada de las diferentes divisiones del grupo –Mercedes, camiones, servicios financieros, participación en EADS– llega casi a 54.000 millones de euros, agregaron.

Actualmente la valorización de Daimler-Chrysler, hundida por Chrysler, ronda en torno a los 44.000 millones de euros.

«Se pueden contemplar varias posibilidades, pero una venta pura y simple parece difí­cil mientras Chrysler continúe arrojando números rojos», estimó Georg Stuerzer, analista de HVB.

Chrysler podrí­a verse rápidamente escindido e introducido en Bolsa. O cabe también la posibilidad de que un socio deseoso de fortalecerse en el mercado estadounidense acepte entrar en el capital de la filial norteamericana.

Volkswagen, que no produce en Estados Unidos y que debe importar sus coches al alto precio de México y Europa, podrí­a verse tentado, según los analistas.