¿Nos resignamos ante los abusos?


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Para eso existe la Ley: para utilizarla, demandar su aplicación en aras del respeto a las buenas costumbres, usos sociales y a la normativa ética moral que nos indica la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto e incorrecto.

Fernando Mollinedo


PERO… cuando se EXIGE ante las autoridades mismas la aplicación y el respeto a los derechos elementales, resulta que, por lo común, no escuchan, no responden, no solucionan el problema planteado y de la forma más descarada, se hacen los babosos y aplican la mala costumbre de “dejar hacer, dejar pasar”.

    En los Mercados de Justicia, – lapsus – se dice Tribunales,  a los jueces  se les puede pedir uno y mil favores, porque hay una y mil formas de agasajar a sus egos, bolsillos, familiares y/o amantes; también habrá una y mil formas para “saber entrarle”, de lo contrario, se aplicará “todo el rigor de la justicia” basados en su ágil retorcimiento de la interpretación de la ley.  Por supuesto, toda regla tiene su excepción, pero… ¿Quiénes son esa excepción? Como no se sabe de forma pública, entonces debemos utilizar la generalización imperfecta.

    ABUSO DE LOS JUECES al no aplicar la ley de acuerdo a las normas vigentes, valiéndoles un camote la superioridad jerárquica de las mismas y aduciendo que aplican su discrecionalidad y albedrío para el efecto.  Pero… su recompensa la tendrán en algún momento de su vida cuando ellos sean quienes pidan la aplicación de la “justa” justicia para ellos mismos.

    ABUSOS de las autoridades ejecutivas, al disponer del patrimonio nacional en forma ilegal, vendiendo, enajenando, cediendo, concesionando y/o usufructuándolo en beneficio de transnacionales y oligarquía criolla, quienes  extienden una mano para recibir y la otra para dar el “ajuste salarial, bonificación personal, agradecimiento por la autorización, por gratitud de un favor fiscal recibido”, en palabras coloquiales, para dar la mordida del caso.

     ¿Quién le pone el cascabel al gato? A quienes se atrevieron y lo hacen en el presente, se les criminaliza, se les persigue, se les mata, se les denigra con falsas afirmaciones, que tienen por objeto mancillar su reputación al sostener la verdad de sus denuncias públicas.
    
     ABUSOS de los pilotos de buses urbanos y extraurbanos que se salen de ruta sin importar la necesidad de los pasajeros; de los taxistas al cobrar cuotas elevadas a quienes les urgen sus servicios; de las autoridades universitarias al ignorar el clamor estudiantil por una reforma educativa; ÍDEM, en el Ministerio de Educación donde la ineptitud galopa con descaro desde hace años; el abuso de algunos auxiliares y fiscales del Ministerio Público criminalizando actos civiles que no son de su competencia.
    
     ABUSOS de los mercaderes de la fe, obligando a los siervos a “caer muertos” con el diezmo; de los diputados, principales asesinos del desarrollo económico y social del país; del personal de hospitales que se “huevean” desde equipo y medicinas hasta detergente; de los supermercados, donde cada corto tiempo alteran los precios de las mercancías sin que la Diaco tome cartas en el asunto ¿o están “aceitados”? ¿NOS RESIGNAMOS ANTE LOS ABUSOS?