¿Nos protege el Estado?


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Cuando el Estado no ha estado, la construcción social de ciudadanía es imposible. La noción de los derechos políticos, económicos y sociales es difusa, es una zona en la que el negro y el blanco se disuelven en un gris etéreo. Habitamos en una parte del planeta en la que los vejámenes han sido permanentes y prolongados por decirlo sencillo, el Estado ha agredido en distintos momentos a su población siendo el genocidio la forma más extrema, por lo que suspender los derechos que supuestamente están garantizados por la Constitución en cinco regiones del país, dice poco pero a la vez mucho.

Julio Donis


Ese extremo deja observar grandes explicaciones que son terribles contradicciones, y me explico. De qué presume el gobierno que administra el Estado en el alarde justificatorio de “…priorizar la seguridad y protección de los guatemaltecos” al implementar el Estado de Sitio, si no es capaz de la seguridad alimentaria o de la seguridad educativa. Tanquetas y artillería de guerra se despliegan para “defender a la población” de Jalapa y Santa Rosa. El bache en el que está sumida la agenda del Poder Legislativo parece que también alcanzó a los otros dos poderes. El mapa de conflictividad social presenta incendios por todos lados que retan y rebasan la capacidad del Gobierno; el titular del Sistema de Diálogo le pasa la pelota a las carteras públicas y éstas no prevén la resolución o la prevención del conflicto sino que actúan de facto; ese juego solo confirma que no hay posibilidad de diálogo, solo de un monólogo sordo del Estado. La percepción de conflicto en el ciudadano ha superado la sensación, tiene una contrapartida en la realidad que se traduce no solo en los efectos abusadores del crimen cotidiano y el organizado, sino en los actos de un Estado que actúa en una frontera muy difusa entre el amparo del bien público y una defensa oficiosa del interés privado. El inventario de demandas sociales y políticas parece superponerse en varios planos; en el segundo dominan las reclamas de justicia que tiene su expresión más álgida, en el juicio por genocidio a dos exmilitares. En ese llano ya se ha visto como la telaraña de recursos jurídicos que se ciernen sobre ese caso por demás histórico y emblemático, demuestra la porosidad del Sistema de Justicia que permite que se cuelen intereses de diverso tipo, despojando a la Ley de su imperio. El Estado protege los derechos de los agraviados, ¿en ese caso los ixiles? En el plano de los conflictos sociales, se desbordan los que están relacionados con la tierra y con los recursos naturales. En ambos conjuntos de problemas se interrelacionan y se contraponen intereses privados con los de orden público comunitario. Visto con lente angular hay un actor particular, generalmente envestido de una empresa internacional. a la que le es otorgada una licencia de explotación en condiciones suficientemente blandas por un segundo actor que es el Estado, quien a su vez representa los intereses de un tercero, la población, para distribuir la riqueza que se debería generar por el usufructo de unos bienes del subsuelo nacional que son soberanos, es decir no pueden tener dueño. Las tensiones en esa superficie compleja arrastran vidas de campesinos desalojados, ecosistemas contaminados, recursos agotados y expoliados, un Estado sin dignidad y de paso la corriente se lleva oportunidades como contar con energía limpia y barata, a través de proyectos eficientes de generación por hidroeléctricas. Con el lente fino, se pueden descubrir abusos de autoridad extrajudicial, complicidades y clientelismo. Cuando el Estado es visto como botín, la última prioridad es el bien público porque no hay nada que redituar allí.