¿Nos brindará algo bueno el nuevo año?


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Cuando se acerca el Año Nuevo, los humanos de todo el mundo, menos los ateos y los militantes en determinadas sectas religiosas, de fanáticos violentos, se entregan a hacer cábalas sobre los sucesos que puedan sobrevenir.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Eso puede considerarse como natural y esencialmente muy de humanos, pero a veces se causa alguna situación de temor, de alarma, entre los incautos susceptibles de creer en las supersticiones.
   
La humanidad toda, asentada en la redondez de la bola terráquea, no debe dar crédito absoluto a las predicciones, no sólo de los atascados  en el fanatismo religioso y en el ateí­smo, sino pensar con optimismo y ferviente fe en Dios todo poderoso –que creó la infinitud del Universo– en el curso de todos los dí­as del año nuevo. ¡Seamos positivos, no derrotistas! ¡Pensemos que los 365 dí­as del nuevo año serán venturosos!
   
Desgraciadamente, hay barruntos de hostilidades entre naciones de casi todos los continentes por diversos motivos, pero es deseable que los lí­deres de esas naciones piensen bien; piensen que en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (la ONU) hay un Consejo de Seguridad cuyo papel es de zanjar las dificultades que se suscitan, especialmente los relativos a territorios no legalmente delimitados, a cuestiones conflictivas que surgen entre gobernantes, a interpresas con pretensiones de ocupación y dominio y, en fin, a otros asuntos que crean situaciones problemáticas.  .

Los “ombres” (así­, sin h) recurren a las armas, como bestias a la coz, cuando pierden la razón; la sensatez; cuando los aguijonea el hí­gado; ¡cuando les falla la cabeza!

Ciertos dictadores y tiranos de los patios liberticidas como la China continental, como Corea del Norte, como el  Irán de Ahmadinejad, como la Cuba castrista y como puede acontecer en la América del Sur, principalmente en la Venezuela “chavizada” y en sus satélites, parecen ser enemigos jurados de la paz y proclives a lograr sus maquiavélicos propósitos en aventuras belicistas. Ojalá que no pierdan los estribos y que en todo momento mediten muy bien sus pasos. ¡Un loco es capaz de provocar un espantoso incendio local, regional o mundial!

Aquí­, en Guatemala, tenemos un ejemplo o muchos ejemplos de violencia con el crimen organizado, con acciones del pernicioso narcotráfico, con las maras, con ciertos grupos sociales y politiquientos, mas no, afortunadamente, al menos por ahora no se ha dado el caso ni se piensa o se cree que pueda producirse otra guerrita intestina como la que provocaron en las últimas décadas del siglo XX los que, infructuosamente, quisieron trastrocar el sistema institucional democrático para constituir un Estado a la medida de sus censurables ambiciones personales o sectarias con implicaciones en lo internacional.

Pero dejemos de lado todo lo indeseable que hemos traí­do como de los cabellos y a remolque en lí­neas precedentes, y pasemos, meditabundos, a referirnos a los anhelos de los compatriotas bien nacidos. Queremos interpretar el pensar y el sentir de todo un pueblo. De un pueblo que desea que a lo largo del nuevo año, 2012, reinen la paz, la armoní­a que han sido afectadas a consecuencia de las desigualdades sociales y económicas en particular. El pueblo quiere, en realidad (y con todo derecho) un estándar de vida justo, dignificante y soportable, proporcionalmente en cuanto al rendimiento de su trabajo y de sus esfuerzos en general.

Con énfasis, diremos que el pueblo quiere que los hombres y las mujeres que de una manera u otra tendrán la responsabilidad de hacer gobierno, lo hagan con amplitud de ánimo, buen criterio y éxito en beneficio de todos los guatemaltecos, indiscriminadamente.

Ya no más vací­os de atención; ya no más politiquerí­a barata, sino verdadera polí­tica de estadistas bien formados para que la nave surque aguas tranquilas, libre de oleajes peligrosos; ya no más escandalosos despilfarros de los dineros de acaudalados y empobrecidos; ya no más corrupción; ya no más flojera e impunidad para con los delincuentes de todo pelaje; ya no más actos reprobables que ofenden y dañan el prestigio de esta pobre patria nuestra que llora sangre; ya no más anarquí­a social; ya no más  farsas de politicastros deshonestos; ya no más diputados que, a diferencia de los aptos, son catalogados como ineptos; como unos ignorantes osados. 

Nosotros prohijamos los ideales y los anhelos del pueblo respecto de las bendiciones que el Gran Arquitecto del Universo derrame en este sacro suelo del istmo centroamericano, y deseamos a todos nuestros queridos familiares, amigos y compañeros de diario bregar de los medios de comunicación, así­ como a las autoridades constituidas y por constituirse y, sinceramente, a la sociedad toda, un feliz, muy feliz Año Nuevo, 2012.