El nuevo presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, ha oficializado el retiro de su país del Parlamento Centroamericano porque, según sus palabras, es «inoperante y costoso», lo cual define benévolamente, lo que la gran mayoría de guatemaltecos pensamos sobre el Parlacen fuera de que no sólo ha demostrado con creces ser inoperante y costoso, sino un verdadero refugio de políticos que incluso, posteriormente, han sido procesados unos por actos de corrupción e incluso por narcotráfico otros.
El Parlacen ha sido vinculado, lamentablemente, con tener entre sus miembros a personas que trabajan dentro del crimen organizado, especialmente en actos relacionados con narcoactividad. Basta recordar el asesinato en nuestro país de varios diputados salvadoreños del Parlacen con implicaciones graves, ya que se involucraban en su muerte a agentes policíacos guatemaltecos que después fueron asesinados en prisión y el caso, para variar, sigue sin ser resuelto, aunque los indicios señalan que pudo existir como motivo de estos crímenes al narcotráfico.
Pero, no es sólo esto lo que causa repulsa a esta institución. Desde su creación, en tiempo de Vinicio Cerezo, el objetivo que se perseguía era que los presidentes y ex vicepresidentes, al cumplir su mandato, pudieran -por ley-, integrarse al mismo, lo que les permitía continuar gozando del derecho de antejuicio por un lado y por otro, gozar aún del pago de más de 3 mil dólares mensuales por su «trabajo», fuera de los viáticos y pasajes que se les proveen debido a sus constantes viajes; aparte de lo anterior, también el Parlacen extendía su capa protectora a 20 políticos de cada país miembro a los que los partidos políticos no podían ubicar y qué mejor que un buen hueso por no hacer nada y con posibilidades de actuar impunemente escudados en su condición de diputados del Parlamento que les otorga condiciones diplomáticas y legales especiales, para mantenerse tranquilos.
Siempre me opuse al Parlacen. Creo que si alguien revisa analíticamente la ley de su creación se observa que no trató nunca de crear un órgano dinámico y activo que pudiera ayudar a la integración de Centroamérica, empezando porque sus resoluciones no son vinculantes, lo que las convierte en inútiles y estériles jurídicamente. Ni siquiera se pensó en conformarlo como una especie de equipo de asesoría en temas políticos, sociales y económicos de la región, lo cual estuvo mejor debido a que no siempre sus integrantes son los que tienen conocimientos adecuados para asesorar en diversos temas con propuestas claras y concretas, fuera de que con el paso de los años y los hechos en que se ha visto envuelto se ha desacreditado aún más y no creo que algún mandatario quiera asumir la responsabilidad de recibir de éste, «consejos» en temas de salud, finanzas, seguridad, etcétera.
Los mismos partidos políticos que postulan candidatos al Parlacen reconocen que son ofrecidos a ciertos correligionarios o amigos con los que tienen compromiso y pretenden darles un «premio de consolación».
 Aparte de lo anterior, con el retiro de Panamá, el Parlacen, estructuralmente queda aún más débil, pues Costa Rica, con muy buen sentido no quiso ser parte del mismo desde su inicio, por lo que prácticamente sólo quedan dentro de él como parte de Centroamérica, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua, ya que los observadores son cuates de los presidentes de los países que los tienen, a quienes se les dan vacaciones pagadas.
Varios ex presidentes y presidentes centroamericanos, particularmente de El Salvador y Guatemala han dicho que se retirarán de el Parlacen o tímidamente que se buscarán cambios profundos en su estructura, empezando por reducir el número de sus integrantes como dijo Colom en varias ocasiones.
Creo que cambiar la estructura y funciones del Parlacen a estas alturas ya es muy tarde, incluyendo el hecho de que para asuntos centroamericanos basta y sobra con el SICA y la SIECA que tiene técnicos y profesionales que conocen los temas de la región.
El presidente panameño Martinelli cumplió una promesa de campaña y creo que ello no sólo lo deben aplaudir los panameños, sino los que creemos que organismos como el Parlacen y la Corte Centroamericana de Justicia, son dos instancias que no tienen razón alguna de existir y también creo que éste es el momento en que Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala deben replantearse la idea de retirarse de él, ahorrándose casi dos millones de dólares anuales para su sostenimiento, dinero que muy bien podría invertirse, por ejemplo, en seguridad alimentaria, pues no es justo que en las regiones pobres, los niños se mueran de hambre, mientras «engorda» el Parlacen.
Post scriptum. Es loable haber creado comisiones de postulación «democráticamente» electas, pero allí siempre habrán dos bandos: los buenos y los malos, cada uno con sus candidatos y su deseo de negociar. Sin embargo, al final quien elige es el Congreso, el organismo político del Estado. ¿Y entonces…?