Inocentes testigos de la violencia


Varios de los hechos de violencia que se suscitan en el paí­s se ejecutan por adultos que se hacen acompañar de los niños.

Uno de los fenómenos con mayor impacto en la sociedad guatemalteca es la participación de la niñez y juventud en hechos delictivos, que desafortunadamente se han convertido en reproductores de ese flagelo, debido a que varios son testigos de los vejámenes más crueles que los adultos cometen frente a su presencia.

Mariela Castañon
mcastanon@lahora.com.gt

La niñez guatemalteca es uno de los sectores más expuestos a observar y reproducir violencia.

«Siempre se subí­a con un bebé pequeñito en brazos, esperaba a los taxistas en una parada de la zona 18, pedí­a que la llevaran a San Pedro Ayampuc, en el camino recogí­an a dos hombres para que la acompañaran, pero lo único que querí­an era robarle al piloto del vehí­culo y después matarlo, ah… el niño era testigo de todo», dice una fuente policial en referencia a una mujer sindicada de por lo menos cinco asesinatos contra taxistas.

Según se indica, está mujer es Mishell Hernández, de 21 años, quien fue consignada hace algunas semanas, luego de cometer varios hechos de violencia contra pilotos de taxis en la zona 18 y quien era vista con un niño de menos de siete meses o incluso con otros, un poco mayores.

Las fuerzas de seguridad afirman que la sindicada utilizaba a este niño para atraer a sus ví­ctimas, pues no sospechaban de su intención por atracarlos. «Quién va a desconfiar de una mujer con un bebé en brazos», dijeron los sobrevivientes a la Policí­a.

De acuerdo con las investigaciones realizadas, se cree que los niños y niñas que Hernández utilizaba eran hijos de miembros de la banda de sicarios que atacaba a los transportistas, aunque no se descarta que fueran sus propios hijos o de familiares.

La acusada asesinaba a sangre frí­a frente a sus ví­ctimas y utilizaba a los niños y niñas para distraer a las autoridades y a quienes les hací­a daño; se cree que sobre ella pesan varias muertes.

Sin embargo, este no es el único caso de expresión de violencia frente a la infancia. También se han suscitado otros hechos relacionados a extorsiones y secuestros, donde el adulto comete el hecho ilí­cito sin ningún remordimiento, pese a estar en compañí­a de un menor de edad.

LLANTO INCONTROLABLE

Eran las diez y cuarto del 12 de noviembre pasado, cuando en las instalaciones de la División Especializada en Investigación Criminal (DEIC) prevalecí­a el llanto y la crisis de un niño de 9 años y una niña de 2, por la detención de su padre, sindicado de extorsión.

Las lágrimas inundaban los grandes ojos del niño, quien con expresión de miedo y desconcierto preguntaba a su padre «Â¿Por qué nos trajeron aquí­?», mientras la niña que apenas caminaba, apretaba fuerte el pantalón de su padre y cerraba los ojos, provocando que salieran varias gotas de agua que rodaban sobre sus mejillas.*

El acusado se dirigí­a al niño mayor y decí­a «tranquilí­zate vas a asustar a tu hermana y ella es más pequeñita».

Los investigadores de esa división, relataron que los infantes acompañaban a su padre cuando éste pretendí­a recoger el dinero de la extorsión, que cobraba a una persona en la zona 1.

Balacera en Villa Nueva

El 28 de agosto de 2008, vecinos de residenciales Los Almendros, Bárcenas, Villa Nueva, fueron sorprendidos por el ruido de una balacera en una residencia del sector, debido a que secuestradores y policí­as se enfrentaban a tiros.

La ví­ctima del hecho era Hellen Cachupe, hija de un sindicalista, que fue plagiada dí­as antes por un grupo de hombres armados en Ciudad Vieja, Sacatepéquez.

En esa ocasión, los secuestradores, al verse descubiertos se enfrentaron a tiros con las fuerzas de seguridad, a pesar que dentro de la vivienda se encontraban cinco niños familiares de los sindicados, entre ellos una recién nacida de tres meses.

El resultado de ese enfrentamiento fue la muerte de cinco de los acusados, quienes dejaron sin protección a los cinco niños, que fueron remitidos a la Procuradurí­a General de la Nación (PGN) para su resguardo.

La Policí­a concluyó en que los fallecidos formaban parte de una banda de secuestradores, a quienes se les atribuí­an varias muertes y que sin duda, habrí­an asesinado y torturado fí­sica y psicológicamente frente a los niños.

PROMUEVEN EL DELITO

La mayorí­a de adultos que cometen hechos ilegales frente a la niñez buscan involucrarlos o acostumbrarlos a escenas de dolor, para que éstos posteriormente lo reproduzcan sin ningún recato.

Es por eso que varias denuncias de ciudadanos dan cuenta de la participación de la niñez y juventud en estos actos ilí­citos; varios de ellos sólo obedecen las órdenes del adulto que promueve el delito.

Uno de los flagelos más incontrolables es la extorsión, donde varios niños y jóvenes participan recogiendo el «impuesto» o intimidando a las ví­ctimas, según lo expresan pilotos de buses.

Pilotos de San Pedro Ayampuc informaban recientemente sobre una niña de por lo menos siete años, quien les entregaba una nota intimidatoria para que éstos efectuaran el pago de la extorsión, la menor de edad sólo cumplí­a con entregar el escrito y se retiraba.

«Pobre la muchachita, yo creo que ni ella misma sabe a qué viene, pero cuando nosotros la vemos, sabemos que no es para nada bueno; ella se rí­e con nosotros, nos da la nota, sin saber el miedo que nos causa, de plano que sólo la mandan», indicaban.

Por otro lado, también se reportan casos de niños armados que abordan los buses y disparan contra los conductores; éstos oscilan entre los diez y dieciséis años, se afirma.

Pero esta no es la única forma de participar en la delincuencia, pues existen otros menores de edad que distribuyen estupefacientes en sus centros de estudio o bien, guardan armas de fuego en sus mochilas, para intimidar o simplemente mostrarlas a sus compañeros de estudio.

Un catedrático de una escuela ubicada en El Limón, zona 18, quien por seguridad pide no ser citado, en una entrevista a este vespertino, manifestaba su preocupación por varios de los alumnos, debido a que son hijos de personas involucradas en ilí­citos graves.

Según el relato de esta persona, en una ocasión uno de sus alumnos de primaria se ausentó por varios dí­as de la escuela por problemas de salud; los compañeros de estudio y él decidieron visitarlo; sin embargo, cuando arribaron a su vivienda fueron sorprendidos con decenas de armas expuestas a la vista pública y con dos padres de familia completamente tatuados.

«Aunque estas personas nos recibieron bien, me sorprendí­ mucho de lo que observé, sólo dejamos los ví­veres que juntamos y por el bien de los niños me retiré, para no exponerlos», señala.

Según el profesional, en esta zona del paí­s existen varios casos similares, donde los niños y niñas son hijos de personas involucradas en hechos delictivos graves, donde fácilmente seguirán la misma conducta por el entorno en el que viven.

IRRESPETO POR LA NIí‘EZ

Nidia Aguilar, de la Defensorí­a de la Niñez de la Procuradurí­a de los Derechos Humanos (PDH), opina que las situaciones descritas se originan por la falta de respeto hacia la infancia y aunque este derecho deberí­a prevalecer al máximo, aún no se alcanza plenamente.

Según Aguilar, exponer a los niños como ví­ctimas o bien utilizarlos para cometer delitos es una manifestación de humillación que no debe ser tolerada por ningún motivo, pues a lo único que contribuye es a provocar un daño severo al niño y a la sociedad.

A criterio de la profesional, estos hechos pueden provocar traumas en la niñez afectada que, sin duda, tendrán consecuencias cuando se convierta en un o una adulta.

La entrevistada refiere que lo más lamentable del caso es que los adultos poco se preocupan por lo que pueda sucederles a los infantes. «Aquí­ hay una total falta de previsión para los niños y los traumas que pueden tener más adelante», señala.

Por su parte, Carlos Ortiz, psicólogo, indica que desafortunadamente cabe la posibilidad que un niño testigo de hechos de violencia reproduzca el mismo patrón, pues su personalidad se forma de los 0 a 7 años y lo que observe en este tiempo es lo que reflejará posteriormente en su comportamiento.

De acuerdo con Ortiz, es necesario atender pronto estos casos y buscar soluciones que ayuden a contrarrestar el problema, pues si se continúa en esta lí­nea, el problema se agudizará e impactará en los años venideros para la sociedad.

Los entrevistados concluyen en que el Estado debe comprometerse verdaderamente con la niñez y adolescencia, quienes están expuestas a repetir el patrón de sus padres, por lo que a este problema debe prestársele la atención debida y prevenir circunstancias violentas como las que acontecen diariamente.

NADIE ESTí CONDENADO

La Liga de Higiene Mental constantemente promueve campañas de no violencia, donde destaca que nadie está condenado a vivir violento, pues ninguna persona nace con deseos de hacerle daño a otra.

«La violencia no es natural en el ser humano, no nacemos con ganas de golpearnos o de maltratarnos. La violencia se aprende, se imita, se transmite, a través del ejemplo. Tenemos la libertad de reaccionar con violencia o utilizar el raciocinio, que serí­a un medio alternativo de mayor beneficio social o personal», se indica.

A decir de esta institución, la violencia se aprende de un padre, un hermano mayor o un vecino; no obstante, nadie está condenado a vivir con ella, por eso es imprescindible tener la convicción de que se puede lograr transformar la sociedad y crear nuevos modelos sociales orientados hacia una cultura de tolerancia y respeto.

«Siempre se subí­a (al taxi) con un bebé pequeñito en brazos (…) pero lo único que querí­an era robarle al piloto del vehí­culo y después matarlo».

Fuente oficial

«Cuando nosotros vemos (a la niña), sabemos que no es para nada bueno, ella se rí­e con nosotros, nos da la nota, sin saber el miedo que nos causa».

Piloto de autobús

«Aquí­ hay una total falta de previsión para los niños y los traumas que pueden tener más adelante» por la exposición a la inseguridad y violencia.

Nidia Aguilar

PDH

«La violencia no es natural en el ser humano, no nacemos con ganas de golpearnos o de maltratarnos. La violencia se aprende, se imita, se transmite, a través del ejemplo».

Liga de Higiene Mental