“Las lágrimas son la sangre del alma” San Agustín
Leyendo los medios impresos, molesta y duele la sobrevaloración en la compra de medicina, la precaria situación de los hospitales públicos, la corrupción denunciada en esa cartera, siendo la salud uno de los bienes más preciados del ser humano, no sé cómo expresar mi indignación, ante esta pequeña nota de periódico
licgla@yahoo.es
¿Será que así se visualiza la vida de una niña/o? Como algo tan pequeño que no merezca mucho espacio en nuestra vida diaria, una muerte es una muerte, y la de un niño/a o joven afecta más, pero más aún si la muerte es por negligencia del Estado, ya que su fin supremo es la realización del bien común, y, parte integral de ese bien común es la vida del ser humano, y se es ser humano desde la concepción, de acuerdo a la Constitución, pueden existir diversas teorías sobre este tema, y estar de acuerdo o no, lo que es innegable para cualquier persona, es que un bebé, un niño/a, o adolecente, es un ser humano que tiene derecho a la vida, nacer nadie pide, tampoco, hacerlo en un determinado territorio y tiempo, por lo que una de las principales políticas de cualquier Estado, deberían encontrarse enfocadas a proteger la vida, cosa que morir de desnutrición no es bajo ningún punto de vista protección, imagínese usted, el dolor y sufrimiento que deben sentirse en los tortuosos días de agonía, previos a la muerte de desnutrición, es morder minuto a minuto cual pirañas las entrañas de una persona, sin entender el porqué del sufrimiento, el porqué de las moscas gravitando alrededor de la misma, el sentir como se pegan los intestinos por falta de alimento, que la voz ya no salga, que ya no se puedan mover ni los dedos de las manos, preguntándose ¿Qué me está pasando? ¿Por qué a mí? Mientras sus fuerzas poco a poco se debilitan más, quien muere de desnutrición a una corta edad, jamás sabrá el sabor que sienten quienes viviendo de la miseria humana, le han condenado a esa muerte, degustando producto del hambre de todo un pueblo, ricos manjares, sin importar que más cerca de lo que cree, una preciosa vida se extingue, porque no ha podido comer, que esa persona desmayada y sin aliento, lo único que espera es la muerte como única solución para terminar con semejante tortura, no señores no podemos seguir viviendo con tan descomunales contrates, sin que la Justicia en todos sus aspectos, y como el máximo valor al que aspire una persona, llegue hasta los lugares más recónditos del país, aunque suene a utopía.
Dentro del mismo contexto de la salud, como un valor indiscutible, como madre que ya ni a clase social considera pertenecer, porque efectivamente solo dos existen, desde hace muchos años, además de contribuir al IGSS, pago mensualmente un seguro médico para mis hijas y para mí, no es mucho, y me ha sacado de algunos apuros, ¿Por qué lo pago? Porque considero que no debemos quitar a tanto necesitado un espacio dentro de los hospitales públicos, que no solamente no cumplen con su función, sino que en algún momento son un refugio, aunque sea sicológico (Ya que se puede tener la ilusión, que en algún momento funcionen, o en última instancia en algún caso remoto, salven una vida) mi hija menor sufrió de una dolencia estomacal, y la llevé a la emergencia de un centro de salud privado, de los incluidos en el seguro, al llegar, determinaron que necesitaban a un gastroenterólogo, y nos preguntaron si conocíamos a alguien, nombramos a un eminente médico que en un momento trató a mi hija mayor, pero nos informaron que se encontraba fuera del país, pero que le auxiliaba su hija, no sé cómo funcionan las políticas de los hospitales privados en Guatemala, pero sí he observado que los mismos no permiten el ingresos de todos los profesionales de la medicina, conociendo a otro eminente gastroenterólogo que conoce el caso de mi hija menor desde hace 11 años, no puede trabajar en el Centro Médico, lugar al que llevamos a mi hija, y donde fue atendida, encontrándonos en la disyuntiva que los dos especialistas de nuestra confianza no podía atender a mi hija, aceptamos que la atendiera la gastroenteróloga que podía, por ser hija de quien es. La experiencia vivida fue la siguiente, 1) Llegó la gastroenteróloga la examinó y determinó que tenía que verla un cirujano, porque su caso era delicado y probablemente se necesitaría una cirugía, 2) Le dio ingreso al hospital, y le principiaron a realizar todos los exámenes, le pusieron suero, 3) Nos informó que mi hija se encontraba infectada con chagas, por lo que su intestino se había extendido descomunalmente, a tal punto que si no la hubiésemos llevado, en dos meses hubiera podido estallar, y convertirse en peritonitis, lo que provocaría la muerte, 4) Mi hija tenía que continuar internada, en observación y se programó una colonoscopia, ante la magnitud del problema les dijimos que haríamos las consultas necesarias, entre ellas hablar con el médico que ha llevado su caso, cosa que aceptaron la gastroenteróloga y el cirujano, 6) Hablamos con nuestro médico, y nos comentó que no era conveniente moverla de lugar, pero que él no podía llegar a ese hospital más que como amigo, le preguntamos si podía acompañar a mi hija en el examen, y nos contestó que solo previa invitación, 7) Le comunicamos tanto al cirujano como a la gastroenteróloga, y nos dijeron que no había inconveniente, se programó el examen para las 6:pm, le llevaron a mi hija una sustancia para que la bebiera despacio, y que avisara cuando se terminara un vaso, y le llenaban otro, cosa que ella hizo, a la 1:30 llegó la médica, y le preguntó a mi hija si ya se había terminado los dos picheles, y ella dijo que no, le comentó que solamente tenía ½ hora para hacerlo, no podía hacerlo obviamente, por lo que se reprogramó el examen al día siguiente en la mañana, haciendo constar que le avisarían al médico amigo.
El resultado es el siguiente: no le avisaron al médico, por lo que llegó solo a visitar, y no pudo acompañar en la colonoscopia, de la que no nos dieron dictamen, fuimos a un laboratorio, y mi hija nunca ha tenido chagas, su problema es otro, y lucharemos contra él, gracias al seguro pagamos solo el 20% del total de la factura por 3 días perdidos, porque al final, todo lo tenemos que volver a repetir, ya que no se puede confiar en resultados inexactos, menos tratándose de la salud de un hijo, QUIEN NO HA LLORADO LA ANGUSTIA DE UN SER QUERIDO, NO SABE EL DOLOR QUE PRODUCE, ¿CUÁNTA ANGUSTIA VIVIRÁ LA MADRE DE UNA NIÑA MUERTA DE DESNUTRICIÓN?.