Inminente intervención del ejército


Una calle luce manchada por la sangre, tras las explosiones en Silom, Bangkok, en los enfrentamientos con los camisas rojas. FOTO LA HORA: AFP Nicolas ASFOURI

El ejército tailandés dio a entender hoy que un recurso a la fuerza es inminente para dispersar a los manifestantes antigubernamentales camisas rojas, advirtiéndoles que «no les queda mucho tiempo» para desocupar el centro de la capital.


El portavoz del ejército afirmó que «para dispersar a la multitud, las autoridades tomarán medidas decisivas y será el caos». Los opositores están atrincherados en un barrio turí­stico y comercial del centro de la ciudad, para exigir elecciones anticipadas.

«No queremos que ustedes arriesguen sus vidas. Si hay un enfrentamiento podrí­an ser alcanzados por balas perdidas», agregó el coronel Sunsern Kaewkumnerd. «No os queda mucho tiempo, Gracias por abandonar el lugar y señalarlo a las autoridades», añadió.

La amenaza de un enfrentamiento aumenta desde el lunes, cuando soldados armados con fusiles de asalto tomaron posición para impedir que los camisas rojas extendieran su territorio.

El paí­s entero teme que haya un nuevo baño de sangre, después de la fallida tentativa de los militares, el 10 de abril, de desalojar a los manifestantes de un barrio de la ciudad antigua.

Los enfrentamientos dejaron 25 muertos – 19 civiles, 5 militares y un periodista japonés -, y más de 800 heridos.

La hipótesis de una intervención armada es tanto más posible cuanto que al estancamiento polí­tico se agrega una tensión social cada vez más evidente.

El domingo pasado, los «camisas amarillas» monarquistas, enemigos declarados de los «rojos», dieron siete dí­as al gobierno de Abhisit Vejjajiva para terminar con el movimiento.

Todas las noches, algunos cientos de manifestantes pro-gubernamentales, que se proclaman «sin color», algunos de los cuales son habitantes del barrio, provocan a los «rojos» con insultos, pedradas y botellazos.

La crisis amenaza con extenderse a las provincias. Unos mil manifestantes bloquearon durante 24 horas un tren que llevaba soldados y material cuando se encontraba en la estación de Jon Kaen (nordeste), un bastión del movimiento «rojo».

A todas luces la oposición no cede frente a las amenazas. Según el ejército, eran unos 14.000 el miércoles en la noche en el centro de la ciudad, a la hora en que todos sus partidarios convergen hacia el lugar, y no más de 6.000 el jueves en la mañana.

Número por cierto limitado, pero que está en relación con la determinación extrema de los dirigentes, que hicieron levantar barricadas de neumáticos y de bambú en las entradas del barrio.

«Cuando las armas nos apuntan, no podemos discutir», declaró uno de ellos, Weng Tojirakarn. «El medio más simple (de solucionar la crisis) es disolver el parlamento y nosotros volveremos a casa».

Sin embargo, algunos analistas estimaban posible que haya discusiones secretas para tratar de evitar lo peor.

El lunes, después de haber solicitado una audiencia con el rey Bhumibol, de 82 años, figura muy respetada y que está hospitalizado desde septiembre, la oposición declaró el jueves que deseaba la intervención de «una fuerza de paz de las Naciones Unidas.

Una carta dirigida al secretario general Ban Ki-moon será entregada en este sentido a la representación de la ONU en Bangkok.

El portavoz del ejército consideró esta demanda inoportuna. «Se trata de un asunto interno», afirmó Sunsern, llamando a los manifestantes «inocentes» a que vuelvan a casa.

CIFRAS Un muerto


Una persona murió y al menos 50 resultaron heridas en varios ataques con granadas hoy en la capital de Tailandia, según fuentes médicas y militares.