Alemania se interroga sobre la conveniencia de abrirse a una mayor inmigración para revitalizar un mercado laboral envejecido y frenar los primeros signos de penuria, en medio de críticas a la primera economía de la eurozona por su política sobre la mano de obra extranjera.
La canciller alemana, Angela Merkel, llevará a cabo mañana en Berlín una gran cumbre sobre integración en la que también se tratará el tema del empleo.
Según el ministro de Economía, el conservador Michael Glos, «el tema de una inmigración controlada de mano de obra calificada debe estar en el orden del día» de la política alemana.
La alerta la lanzó a finales de junio la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que presionó a Berlín para que suavice su política de inmigración disminuyendo las exigencias que plantea a los inmigrantes con una alta cualificación profesional que desean trabajar en el territorio alemán.
Según esas duras condiciones, un científico o un directivo de empresa debe justificar unos ingresos anuales de 85.000 euros si quiere que las autoridades alemanas le permitan trabajar en el país.
La ministra de Educación, la también conservadora Annette Schavan, desearía reducir esa exigencia a 60.000, mientras que algunas empresas estarían a favor de rebajarla aún más, hasta 40.000 euros, como desea Siemens, que asegura sufrir las penas del infierno para contratar ingenieros.
La organización de promoción de la investigación DFG estima la carencia de ingenieros en Alemania en más de 20.000 y la de investigadores en casi 70.000, según cifras publicadas por la edición alemana del diario económico Financial Times.
«Alemania está mal situada en la carrera internacional a la caza de cerebros», lamenta por su parte Holger Hinte, especialista en temas de inmigración del Instituto de Investigación sobre el Trabajo, IZA, citado por el diario Tagesspiegel.
«Pensamos que el mundo entero vendrá a nuestro país, pero nuestras leyes dicen a los licenciados: no les queremos», denuncia Hinte.
Sin embargo, no todos los alemanes se muestran a favor de una mayor afluencia de mano de obra cualificada en un país donde el desempleo, si bien a la baja, aún afecta a 3,7 millones de personas.
El Partido Socialdemócrata (SPD), asociado a los conservadores en el gobierno, se muestra más favorable a la reconversión de los asalariados desempleados, la promoción de la incorporación al mercado laboral de mujeres y mayores de 55 años o la formación.
Según un reciente sondeo del instituto Forsa, el 52% de los alemanes está en contra de una disminución del nivel de ingresos exigidos a los licenciados extranjeros para trabajar en Alemania.
En un nuevo informe publicado el martes, la OCDE dejó claro que antes de permitir la entrada en el país a nuevos inmigrantes, Alemania debe mejorar las condiciones de empleo de los que ya se encuentran en su territorio.
Según los cálculos de esa organización, los extranjeros con estudios superiores se enfrentan a un nivel de desempleo tres veces mayor que los alemanes con el mismo nivel de estudios.
«La discriminación de personas de origen extranjero juega su papel», resumió el experto de la OCDE Thomas Liebig al abogar por un cambio de mentalidad sobre este tema entre los alemanes.