En Guatemala imponemos a cualquier aspirante a un empleo diversos requisitos para poder ocuparlo y ¿Por qué cuando se trata de cargos de mayor importancia y responsabilidad se omiten y hasta se eliminan? Aun con tantas dificultades y problemas soy el primero en aplaudir los procesos de selección para ocupar cargos como el de Fiscal General, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia o Salas de Apelaciones, Contralor General de Cuentas, etc. a cuyos aspirantes se les exigen múltiples requisitos, pruebas, evidencias, demostración de experiencia, capacidad y conocimientos.
¿Pero por qué en un país que presume de ser democrático las omitimos cuando se trata de designar a nuestros representantes al Congreso de la República? Los aspirantes a diputados solo se preocupan de dónde sacar el dinero para pagar la cada vez más costosa llamada “franquicia” en cualquier partido político, para que sin ningún mérito o buena trayectoria puedan ocupar una curul y, con artimañas, no solo puedan recuperar pronto su inversión, sino utilizando los fondos del Estado, logren hacer el lavado de cerebro a sus electores para ganar la reelección.
¿Injusto verdad? Y si usted amable lector no ha hecho cuentas, ¿ya se puso a pensar cuánta preparación se le exige a los policías, a los bomberos, a los maestros, no digamos a los abogados, a los médicos y cirujanos o a los ingenieros para ocupar una plaza en la enorme burocracia montada por los tres organismos del Estado y sus entidades autónomas o descentralizadas y ¿Por qué entonces el que quiere ser diputado solo necesita poner su huella digital en el libro de inscripciones y pagar la “cuota” que el tatascán del partido haya dispuesto para los siguientes comicios?
Son tan injustos y oscuros los procesos eleccionarios en nuestro país que tampoco para ocupar cargos de mayor jerarquía se exigen mayores requisitos. Basta con desempeñar un cargo de notoriedad pública o haber sido designado “a dedo”, para que pueda utilizar cuantiosos recursos del erario nacional, más “listura”, “chispa” y “sagacidad” promoviendo su figura por los medios de comunicación masiva para catapultar su candidatura, como poner todo su empeño para “sacrificarse” por el bienestar poblacional, que con tantas penas, dolor y sangre sigue padeciendo de cientos de carencias y necesidades.
Este llamado es para usted ciudadano que quiere tanto a Guatemala. Ahora más que nunca es cuando debe pensar en que nuestro país jamás va a salir del atolladero en que se encuentra si seguimos llevando a ocupar cargos públicos a gente sin preparación, experiencia, conocimientos, sin ética, como la indispensable honestidad. Hágalo, porque es cierto aquel refrán que dice: “no se le pueden pedir peras al olmo”.