Luego de conocer los resultados de la clasificación final del Torneo Clausura, la situación del Club Comunicaciones es admirable, pues, tras varios conflictos con su pago, aún tuvieron el profesionalismo de jugar como si el cheque estuviera al día.
Sin embargo, este tema no debería tratarse desde el punto de vista deportivo, sino más bien desde el laboral. No es posible que un trabajador cualquiera no pueda cobrar lo que se le ha prometido. Está bien, algunos dirán que los jugadores cremas, tal vez, no tengan enormes necesidades económicas, aunque eso no lo sabemos. Pese a ello, aunque no lo necesiten, no justifica que no se les pague.
Otros argumentarán que el jugador pertenece a otra categoría, y que, incluso, su reglamento laboral se rige por normas impuestas por la FIFA. ¿Hasta qué punto es válido esto?, porque antes de cualquier cosa, los jugadores, en este caso los cremas, deberían estar protegidos por nuestras leyes. Hasta donde entendemos, las normas laborales FIFA se han creado, sobre todo, para los jugadores extranjeros que no encuentran una instancia que los defiende ante la falta de pago.
Usualmente, los foráneos deciden retirarse del equipo y no pueden seguir los casos en los tribunales de trabajo del país donde militaron, y, por ello, la FIFA aboga por ellos.
Pero éste no es el caso de los cremas, que ahora deben volver a escuchar las promesas sin cumplir de los dirigentes, que han pedido de plazo hasta el 25 de mayo, casualmente una fecha en que se definiría el campeonato nacional, si es que Comunicaciones llega a la final.
El pago por sus tres meses de atraso, en ese momento casi cuatro, serán, más que un derecho, un «premio» por el campeonato.
El salario es un derecho laboral, de cualquier trabajador, aunque éste tenga una profesión indispensable como médico, operador de electricidad, o sea un trabajador del entretenimiento, como un actor de teatro o un jugador de futbol.
Que dos veces, en un mismo campeonato, se haya cumplido el plazo de tres meses que tienen los clubes para pagar, y en el mismo equipo, debería ser para poner las barbas en remojo de parte de los otros equipos y de la misma Liga. Y que, aún sin pagarles, los jugadores hayan llevado al equipo al primer lugar, esta acción tiene dos nombres: injusticia e ingratitud.