Inician las fiestas de San Fermí­n


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Decenas de miles de personas se congregaron hoy en la Plaza del Ayuntamiento de esta ciudad para presenciar el lanzamiento del «chupinazo», el cohete que marca el comienzo de las mundialmente famosas fiestas patronales de San Fermí­n.

El alcalde Enrique Maya dio comienzo al primero de nueve dí­as de festejos ininterrumpidos al prender el cohete desde el balcón central del Consistorio.

Por PAUL LOGOTHETIS
PAMPLONA / Agencia AP

«Pamploneses, pamplonesas ¡viva San Fermí­n, gora San Fermí­n!», anunció Maya mientras que en la plaza los asistentes se regaban con botella de cava que agitaban y usaban a manera de mangueras a presión.

Otros utilizaban pistolas de agua para rociar con vino a los congregados y en la boca de quienes lo pedí­an. Los más castizos empuñaban la bota, un recipiente hecho con cuero flexible y embreado por dentro.

«Es mucho más de lo que esperábamos, especialmente la energí­a, y se trata apenas de la inauguración. Ni siquiera es el primer dí­a» de los encierros con los toros, comentó la turista estadounidense Malika Oyo, acompañada de su hermano Yaka. «Necesitamos sangrí­a. Necesitamos sangrí­a ya», reclamaban a gritos.

Muchos de los asistentes vestí­an, como marca la tradición, de blanco, con pañuelo rojo al cuello y faja del mismo color. Los pañuelos sólo son anudados al cuello una vez que es lanzado el chupinazo.

«Todo ocurrió tan deprisa. Grité con todas mis fuerzas, pero la verdad es que desde aquí­ no se oye nada y no sé cómo salió», comentó el alcalde Maya.

Balones playeros rebotaban sobre las cabezas y brazos de miles de asistentes, que coreaban la juerga con gritos de «Â¡Olé!, ¡Olé!, ¡Olé!».

«El ambiente es increí­ble, con una sensación que no puede ser experimentada en ninguna otra parte», dijo la pamplonesa Edurne Berastegi.

La fiesta de San Fermí­n, quizás mejor glorificada por la novela de Ernest Hemingway titulada «The Sun Also Rises» (Fiesta) es reconocida en todo el mundo por sus encierros y corridas con toros de lidia.

A las 8 de la mañana de cada dí­a entre el 7 y el 14 de julio seis toros con un peso medio superior a los 500 kilos (1.100 libras) son soltados con el estruendo de un cohete que marca el inicio de la carrera y otro que marca su fin en la Plaza de Toros. En total se trata de un recorrido de unos 800 metros (875 yardas) por el casco viejo de la ciudad, que ha sido vallado.

Quince personas han muerto por asta de toro desde que comenzaron a ser recopiladas las estadí­sticas en 1924.