Informaciones de prensa referentes a la reciente donación de 20 ambulancias al Ministerio de Salud Pública, de parte del embajador de Taiwán, Adolfo Sun, me recordaron que a principios de agosto pasado que el tifón Morakot que azotó a esa isla provocó inundaciones, deslizamientos de tierra y causó graves daños, además de personas fallecidas y heridas, sin que el Gobierno de Guatemala haya manifestado su solidaridad con el pueblo taiwanés y creo que ni siquiera un mensaje de consuelo envió el presidente ílvaro Colom, pese a la constante cooperación recibida por Guatemala de parte de aquella pequeña nación asiática.
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 Independientemente de los casos de corrupción que se denunciaron en contra del ex presidente Alfonso Portillo, quien se habría apropiado de parte de la asistencia financiera de la República de China en Taiwán, lo menos que se podía esperar del actual régimen era enviar simbólicas muestras de solidaridad, puesto que si el Gobierno de Guatemala no está en capacidad de satisfacer las necesidades apremiantes de los guatemaltecos más empobrecidos, menos podría esperarse que enviara algún donativo en víveres u otros recursos a aquel lejano país, cuyo régimen, en el esfuerzo por restablecer la normalidad, ha adoptado medidas urgentes para acelerar la reconstrucción de las áreas afectadas por el tifón, teniendo como prioridad la reubicación de las víctimas y la entrega de fondos a las familias de los fallecidos.
Pero en medio de la tragedia que tuvo que encarar, el Gobierno de Taiwán no ha cesado de apoyar al pueblo de Guatemala en diferentes formas, de manera que después del tifón arribaron al país dos expertos de Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad Nacional taiwanesa y 14 médicos y paramédicos que trajeron equipo médico e insumos de uso quirúrgico que entregaron a 17 hospitales nacionales departamentales, así como prestaron sus servicios clínicos gratuitos a las comunidades rurales de Gualán, Jocotán y El Subinal, en el oriente de la República.
 Previamente, del 24 de marzo al 2 de abril, médicos especialistas de Taiwán habían realizado similares labores en Escuintla y Retalhuleu, y el 27 de mayo el Ministerio de Salud Pública recibió otro donativo de 27 ambulancias, mientras que en junio Taiwán aportó cien mil dólares para la creación de instrumentos destinados a fomentar y capacitar las micros, pequeñas y medianas empresas.
Adicionalmente, una misión técnica de Taiwán financia y asiste a seis proyectos principales, destacando la asistencia a los exportadores de papaya de Petén, que a finales de febrero anterior produjeron 2,627 toneladas de esa fruta, y el desarrollo del bambú, cuyo fin principal es promover el uso de esta planta en Guatemala, cultivándose en unas 5 mil hectáreas, con el objeto de construir viviendas con este material, cuyo costo es un 50 o 60 % más barato que utilizando otra clase de materiales.
Según datos reales, el costo de una casa construida con bambú, de 42 metros cuadrados y que consta de 2 habitaciones, una sala, un baño y una cocina es de Q26 mil. Sólo este apoyo para familias de guatemaltecos de modestos ingresos, es suficiente para reconocer la asistencia técnica de Taiwán; pero el gobierno de la solidaridad carece de un principio tan elemental pero básico, como es la gratitud.
(Romualdo Tishudo me cuenta que la hija de una taiwanesa se queja con su madre: -¡Mamá, me violó un militar coreano del norte! -¿Y cómo sabes que es militar coreano? -Porque me obligó a darle las gracias).