INGRATA HERENCIA


¿Qué culpa tiene el pueblo para tener que cargar con el muerto de una herencia ingrata?

Es inpensable el rumbo que puede tomar el destino de un paí­s cuando se le gobierna por polí­ticos ambiciosos que persiguen metas personalistas o tienen intereses puramente polí­tiqueros o prebendas de parentezco.

Lic. Jesús Abalcázar López
Periodista asociado de la APG

 


En estas circunstancias, el bienestar de la población no es el fí­n, sino el medio para lograr aviesas intenciones. Pero, de todas maneras, el resultado de lo que se hizo o de lo que se dejó de hacer, constituye la herencia feliz “o ingrata”, que quedará impresa en las páginas de la historia real de los gobiernos de chapinlandia.

       Estas reflexiones las estoy compartiendo con ustedes, mis muy respetables lectores, debido al reciente relevo presidencial del pasado 14 de enero. Sabemos que ílvaro Colom representó a un gobierno pseudosocial demócrata, donde prevaleció el pensamiento de muchos militantes de la exguerrilla guatemalteca, quienes han pasado a la historia con mucha pena y muy poca gloria, disfrutando de los altos y jugosos cargos que ocuparon, donde tuvieron tan limitados logros, pero destacándose, eso sí­, en una creciente corrupción, descontrolada impunidad y mucha demagogia.

       Fue un gobieno tan desestimado, tan cuestionado y tan rechasado, que llegó al punto crí­tico de que en tan solo dos años, a la mitad de su perí­odo, tuvo que suprimir el trillado eslogan de su tan publicitado “Gobierno de ílvaro Colom”, olvidándose que el gobierno no es personal sino de la República de Guatemala; por lo que, finalmente fue reconocido, pero: como el desgobierno de ílvaro Colom.

       Habrase visto, que en vez de gobernar, el exgobierno se convirtió en una auténtica plataforma de lanzamiento y afianzamiento de la campaña presidencialista de la señora Sandra Torres, ahora exesposa, por su divorcio con el exmandatario. Sin embargo, fue la mandamás de los funcionarios y empleados públicos, sin importar si eran ministros, secretarios de Estado, directores generales, gerentes y demás directores o jefes “del gobierno de ílvaro Colom”, incluyendo a nuestro eminente cardiologo Rafael Espada, que fue el vicepresidente decorativo, puesto que perdió la batuta de los funcionarios a su cargo, porque la varita pasó a manos de quien aún era la esposa del expresidente Alvaro Colom.

       Lástima, que el doctor Espada no siguió el ejemplo del eminente Doctor en Derecho, Francisco Pancho  Villagrán Kramer, al no haber renunciando del cargo, al darse cuenta de que solo lo utilizaron como refuerzo de imagen al candidato Colom, al formar parte del binomio presidencial en la campaña electoral 2007, o, al menos, por no haber renunciado cuando se dio la burla al pueblo Chapí­n, por medio de un divorcio concertado e inmoral, de la pareja presidencial, pues, si hubiese renunciado, ese mérito le habrí­a valido un merecido reconocimiento a nivel nacional e internacional.