Ingleses aprenden a fabricar biocombustible


Una protesta en Estados Unidos frente a una gasolinera, por el alza a los combustibles. En todo el mundo hay molestias por el incremento de las gasolinas, por lo que algunos ya realizan acciones para paliar la crisis.

En el corazón de la campiña inglesa, una decena de hombres reciben un curso de fin de semana para aprender a fabricar biocombustible de aceite usado para freí­r pescado y papas, una práctica que se está popularizando en el Reino Unido para aliviar el encarecimiento de la gasolina.


«Quiero economizar dinero, no quiero estar en una posición en la que, debido al alto precio de la gasolina, no puedo ya sacar el automóvil», explicó Mike Kempton durante el cursillo organizado en la región de Oxford (centro de Inglaterra) por una asociación defensora del medioambiente.

«Además, me preocupa verdaderamente el impacto (del automóvil) en el medioambiente», explicó Kempton, tras recibir una de las clases organizadas por la asociación Iniciativa para una vida con bajo impacto en el medioambiente.

Esta organización ha formado ya a unos mil británicos en esta «ciencia», comprobando que el interés por aprender a fabricar biocombustible en base a aceite vegetal aumenta cada vez que el precio del barril de crudo bate un récord.

Equipados con lentes de protección y guantes plásticos, los participantes dicen que buscan también una revancha sobre las todopoderosas compañí­as petroleras, y que no quieren ya pagar los altos impuestos sobre la gasolina.

Gran Bretaña, a diferencia de paí­ses como Francia, autoriza que particulares produzcan su propio biocombustible, y no les cobra impuesto si la cantidad fabricada no supera el lí­mite de 2.500 litros anuales.

El maestro del cursillo, Jon Halle, da primero una lección de quí­mica elemental, antes de mostrar cómo, a partir de un litro de aceite vegetal usado, y de metanol, se puede obtener un litro de biocombustible y un residuo de glicerina.

«Algunos de los participantes en el cursillo no tienen ninguna noción cientí­fica; otros en cambio son quí­micos, pero todo el mundo puede aprender si dedican el tiempo necesario», asegura Halle.

«Hay algunos riesgos, porque se utilizan productos quí­micos peligrosos y electricidad. Pero sólo se necesita poner atención. Es cómo cocinar, pero a gran escala», explicó Halle, de la sociedad Goldenfuels.

Si la mezcla está bien hecha, los vehí­culos diesel pueden utilizar sin modificación el combustible producido, sin ningún riesgo para el motor.

El biocombustible fabricado a base de aceites vegetales permite también reducir en un 75% las emisiones de carbono respecto a su equivalente mineral.

El aceite vegetal se puede recuperar por ejemplo en pubs y restaurantes de fish and chips, tan populares en Gran Bretaña.

Otro de los participantes, Matthew Stephens, explica que vino a aprender esta técnica para sentirse «más verde», ya que tiene que utilizar mucho su vehí­culo para desplazarse, debido a su trabajo.

«Si puedo usar biocombustible me sentirí­a mejor porque no hay prácticamente emisión de dióxido de carbono», dijo.

El equipo básico para producir este biocombustible cuesta entre 1 mil a 2 mil libras (entre 2 mil a 3 mil dólares, 1 mil 265 a 2 mil 531 euros), suma a la que se debe agregar unos 15 céntimos (19 centavos de euro) por litro de carburante para los productos quí­micos.

Esto significa que para amortiguar la inversión inicial, se debe producir biocombustible al menos durante un año.