Ingenio, bondad y patriotismo de un diputado


Eduardo_Villatoro

Deliberadamente dejé transcurrir los días, porque creí que la información que había leído sobre el asunto que abordaré iba a ser desmentida por el erudito y probo parlamentario citado por este diario el viernes de la semana anterior.

Pero como no ha ocurrido así, comparto con mis contados lectores el asombro que me provocó la sutileza del diputado José Gándara, a quien sus íntimos colegas parlamentarios y cuates del alma posiblemente le llamen amistosamente “Pepe”

Eduardo Villatoro


Al proponer una iniciativa de ley que viene a desmentir el propalado, infundado y malicioso rumor jamás comprobado, acerca de que hay congresistas que no trabajan y algunos aprovechan sus fugaces momentos de ocio y entretenimiento observando en sus celulares a guapas chicas recatadamente vestidas y en sugestivas posiciones para cualquier político que pretenda hacer vanas comparaciones con su amada esposa.

Don Pepe se convirtió súbitamente en el legislador que rompió con el esquema mental que el insulso murmurador e incomprensible guatemalteco piensa erróneamente de muchos esclarecidos padres de la patria que, por falta de tiempo o de oportunidades, no plantean iniciativas de ley para beneficiar a raudales a las ignorantes masas que por desidia no logran su formación ética, cultural y estética.

Si usted es de esos raros ciudadanos que no ocultan su inexplicable aborrecimiento a los consagrados parlamentarios que con su voz, conducta e iniciativas honran a la actual legislatura, quizá no esté enterado que el diputado Gándara, después de largas noches de cavilaciones, exhaustivos análisis y minuciosas investigaciones,  tomó la bondadosa resolución de proponer ante sus honorables colegas un proyecto de ley que proteja, defienda y hasta financie hospitalizaciones de aquellos aficionados guatemaltecos de indistintos deportes que suspiran por ingerir bebidas espirituosas cuando asisten entusiasmados a los estadios para observar los desplazamientos de sus atletas o conjuntos preferidos.

Para ser más directo, don Chepe –como también le podrían decir amigablemente al susodicho congresista– propone simple y llanamente que se autorice la venta y consumo de licor –aunque el avispado legislador se refiere con más precisión a la cerveza– en las instalaciones deportivas, caritativa actividad que está prohibida desde hace más de una década, en el entendido de que, según sugerentes y conceptuosas palabras suyas, su proyecto de ley “beneficiaría al pueblo (¡!) puesto que hay varias empresas cerveceras que pueden contribuir al deporte”.

Ante tan contundente argumento ninguna persona cuerda va a pensar que un personero de indeterminada compañía fabricante de chelas o de guaro haya gratificado a tan conspicuo político, sobre todo porque el mismo jacarandoso diputado explica que en los partidos de fútbol se dejaría de vender cualquier clase de licor 30 minutos antes de que termine el partido de fútbol, aunque en caso de empate haya alargue de tiempos extras. Ya se imagina usted a un aficionado echándose a rempujones su último cuto con la mirada puesta en el reloj, para cumplir con la ley.

Y eso de que las bebidas embriagantes exacerban los ánimos de los fanáticos, son meras imaginaciones de caducos puritanos que jamás han visto grescas colectivas en las graderías, con irrelevantes saldos de muertos y heridos.  

(El reportero Romualdo Tishudo, al hablar con un diputado que porta un móvil  moderno, parafrasea a cierto personaje:-De nada sirve tener pisto y vestir ropa cara y de marca, si lo mejor de la vida se disfruta desnudo).