Infraestructura vulnerable


Editorial_LH

Hablar del caótico tránsito que tenemos que sufrir los guatemaltecos por la incapacidad de las autoridades que tienen a su cargo velar por su fluidez y seguridad es ya inútil porque la única respuesta que uno encuentra es la arrogancia y prepotencia de quienes no aceptan ni ideas ni recomendaciones a pesar de lo evidente de su absoluta falta de preparación y entendimiento. Pero si a ello le tenemos que agregar cómo la corrupción generalizada hace vulnerable toda nuestra infraestructura física, al punto de que un aguacero provoca derrumbes, caídas de tendidos eléctricos e inundaciones por toda el área urbana, estamos haciendo una mezcla exasperante como la que se vivió ayer en la ciudad de Guatemala con sus salidas bloqueadas y taponeando las vías de desfogue hacia municipios vecinos.


En Guatemala, hablamos del país en general y de los municipios en particular, las obras se hacen con criterio de comisión, mordida, moco o sobra, pero nunca pensando en la utilidad pública y, menos aún, en calidad y duración. Por ello vemos constantes derrumbes e inundaciones que obstaculizan las vías puesto que no se puede esperar otra cosa de proyectos realizados para embolsarse la coima y no para resolver los problemas que demandan inversión en infraestructura.
 
 Un fuerte aguacero, como el de ayer, prácticamente paraliza a la ciudad y vuelve locos a los agentes de Tránsito que en vez de facilitar las cosas terminan haciendo más grandes los embotellamientos. El conductor, por otro lado, contribuye poco porque en su desesperación tras muchas horas de hacer fila, saca la “casta chapina” y empieza a meterse contra la vía, tratando de pasar a como dé lugar sin el menor respeto por otros automovilistas que llevan más tiempo haciendo desesperante cola para avanzar unos cuantos metros.
 
 Preocupa la falta de respuesta de las autoridades, la mala educación de los ciudadanos y el peligro en que nos encontramos a la hora de un desastre de gran magnitud porque es obvio que nuestra infraestructura colapsará y que no estamos preparados para comportarnos con la prudencia y educación del caso a fin de hacer menos difíciles las cosas.
 
 Dios nos libre de un sismo de gran envergadura en las horas de afluencia de automóviles por nuestras arterias, porque se puede predecir un caos mayor como resultado de las actitudes de esos dos grandes actores, es decir, autoridades y automovilistas, sin la preparación y responsabilidad suficientes para comportarse adecuadamente en medio de una emergencia.
 
 El fuerte chaparrón de ayer, como cualquier fenómeno natural en nuestro medio, desnudó nuestras muchas carencias y nos pintó en forma dramática cuán vulnerables nos volvemos en condiciones críticas.

Minutero:
El gol no fue a los diputados 
sino a un pueblo de alelados; 
hicieron gran mañosería 
con letras de tesorería