Esta semana se publicó un estudio realizado por autoridades del Ministerio de Comunicaciones sobre los sitios peligrosos en la red vial del país. Por vez primera alguien tuvo el interés de hacer un recuento estadístico de los accidentes ocurridos en las carreteras de Guatemala y se llegó a definir puntos concretos en los que hay mayor cantidad de colisiones, muchas de ellas fatales.
Esa información es útil para las autoridades, en primer término, porque algunos de los lugares peligrosos lo son como resultado de fallas en el diseño de las carreteras o en la señalización de las mismas. En otros porque el diseño alienta al exceso de velocidad y no existe control en las rutas para evitar el abuso de los conductores. Obviamente al disponer de la información pertinente, las autoridades encargadas del mantenimiento de la red vial tendrán que realizar las acciones correspondientes para reducir el nivel de riesgo, sea porque emprenden las obras complementarias que ayudarán a salvar vidas o porque se establecen controles permanentes para evitar que los conductores circulen a excesiva velocidad en esos tramos que pueden considerarse como fatales.
La información es útil, además, para la ciudadanía y especialmente para los conductores de toda clase de vehículos, porque al establecerse con esa precisión los lugares donde hay peligro, naturalmente todos los que transiten en esos lugares deberán actuar con mayor cuidado. Creemos que es importante, por tanto, que esa información que hasta ahora ha aparecido nada más como noticia se traslade a una campaña de orientación que durante algún tiempo se repita para sensibilizar a la población.
Siempre hemos criticado la indolencia de las autoridades ante la inseguridad del tránsito en Guatemala y ahora que se produce un esfuerzo que nos parece serio y positivo, pensamos que es necesario sacarle el máximo provecho. Hace años que debió realizarse ese control estadístico sobre la inseguridad vial porque hubiera ayudado mucho a evitar accidentes y a corregir en algunos casos situaciones que los provocan, especialmente si tienen relación con problemas de diseño o con simples fallas de señalización.
Por supuesto que no podemos pasar por alto que el problema principal sigue estando en la actitud de los pilotos, que es muchas veces irresponsable y que no se compondrá por más información que se les proporcione. Por ello consideramos que el complemento de este tipo de esfuerzos tiene que estar en un endurecimiento de las sanciones para los violadores de las normas elementales de tránsito y esa es labor de la policía. Nos llama la atención la forma en que otros países, que tenían serios problemas de inseguridad vial, han encarado el problema vía legislación severa contra los infractores y España es un buen ejemplo de lo que se puede hacer. Ojalá nuestros diputados y demás autoridades soliciten información para emprender acciones similares en Guatemala.