Influencia de la literatura y la cinematografí­a en los nacimientos guatemaltecos


Vistas de los hoteles Unión, contigua al que figura del lado derecho, se encontraba el salón Variedades, donde se presentó la pelí­cula. La Pasión de Cristo, de la casa Pathé Fréres de Parí­s, Francia, en 1907.

Fernando Urquizú Gómez

Los nacimientos guatemaltecos constituyen una forma particular de expresión de la religiosidad oficial y popular que tiene como principal objetivo la enseñanza y recapitulación de la unidad familiar como núcleo de la sociedad, su presentación ha sufrido innumerables transformaciones a lo largo de la historia producto de su utilidad en la reproducción de las ideas en cada temporalidad y el desarrollo del mundo material que ha puesto a disposición de los fieles diversos materiales y técnicas de utilización de los mismos para su confección lo que implica que el nacimiento del perí­odo de la dominación española 1524-1821, haya sido muy diferente al del Siglo XIX y al del Siglo XX.


En este contexto debemos recordar que estas manifestaciones de religiosidad fueron introducidas en nuestro medio en el periodo en el primer periodo temporal referido anteriormente, siendo legislada su presentación por los concilios de México y Trento, su elaboración era considerada como parte de la didáctica del evangelio destinada a fijar y recapitular la constitución y funcionamiento de la familia como base de la unidad social colonial.

En este sentido los colores de las vestiduras para identificar a los personajes principales del mismo era determinante, así­ como los atributos que lucí­an en los mismos; la Santí­sima Virgen Marí­a, siempre presentaba túnica color rosa pálido, el Señor San José túnica color verde oscuro y manto marrón claro, actualmente llamado color mostaza, mientras el Niño Dios era representado en un pesebre desnudito ligeramente envuelto en una sabanilla blanca.

El salirse de estos cánones de presentación de estos personajes constituí­a una distorsión del manejo de la reproducción del sistema de vida, porque alteraba el material didáctico que era cuidadosamente vigilado por la Iglesia a través de instancias especiales como serí­an los consejos de maestros valuadores de distintas artes como la pintura, la escultura o la música que siempre se constituí­an para revisar las obras antes de ser expuestas al público para la enseñanza del evangelio.

Sin embargo, también debemos recordar que en los pueblos más remotos del antiguo reino de Guatemala algunas prescripciones no alcanzaban la religiosidad popular pero en estos casos existí­an los fiscales indí­genas que revisaban constantemente las obras a utilizadas en el proceso citado de enseñanza aprendizaje del evangelio. Esto nos explica la escasez de obras de arte que representan los nacimientos de Cristo en formas particulares de expresión procedentes de este perí­odo de nuestra historia. Los pocos que han sobrevivido fueron tolerados por la Iglesia debido a su carácter inocente y lúdico que no se apartaba en última instancia del fin primordial de la representación.

Estos aspectos fueron cambiando a finales del siglo XVIII cuando el enciclopedismo y la ilustración fueron proponiendo nuevas formas de expresión producto de estudios e investigaciones que hací­an evidentes otros conocimientos detallados acerca del nacimiento de Cristo que comenzaban a alterar la percepción tradicional difundida por la Iglesia.

Producto de estos estudios fueron surgiendo a mediados del siglo XIX, nuevos escritos denominados novelas históricas y para el caso que ahora exponemos, podemos citar: El Mártir del Calvario del escritor español Enrique Pérez Escrich, que basado en los relatos citados por los evangelistas en el Nuevo Testamento, acerca de vida de Cristo en su paso por la vida terrenal, agregó una narración especial a cada versí­culo, que reforzaba el conocimiento expuesto en los mismos dándoles mayor interés al lector, la primera edición de esta magistral obra fue impresa en España en 1866.

Parte esencial del éxito alcanzado por dicha novela histórica es su exposición en un idioma español florido y ordenado de tal forma que pasó a constituirse en lectura obligada de toda persona de cierta cultura. Por otra parte su carácter novedoso que no se salí­a del canon religioso, le permitió alcanzar la bendición de la Iglesia Católica Universal que en aquellos tiempos enfrentaba el avance del liberalismo laico anticlerical, situación que le permitió una rápida incursión en América Latina, convirtiéndose en material oficial didáctico de los colegios católicos.

La influencia de este tipo de literatura inmediatamente comenzó a reflejarse en los nacimientos del mundo debido a que desde las primeras ediciones, contaba con ilustraciones que reforzaban gráficamente los pasajes que narraba, eventualidad que lo hacia más atractivo a los lectores.

El primer avance de la obra en nuestro paí­s coincidió con una profunda transformación que habí­a dado rumbo al liberalismo bajo el gobierno del General Rafael Carrera, fallecido en 1865, a quien le sucedió el mariscal Vicente Cerna, evidentes en el nuestro mundo cultural en aspectos puntuales como la inauguración del Teatro Carrera bajo el patrocinio del Estado que formalmente apoyaba el desarrollo de un arte de carácter laico independiente del mundo religioso.

Las ideas de desarrollo del arte de caracterí­sticas positivistas también podemos encontrarlas en los nacimientos guatemaltecos, según rememora el historiador liberal Ramón A. Salazar, a finales del siglo XIX en su obra Tiempo Viejo, cuando describe de los movimientos mecánicos que presentaban algunos nacimientos de nuestro paí­s en aquel entonces realizados por ingeniosos altareros.

Parte de esta misma influencia literaria de la obra de Pérez Escrich, podemos encontrarla en la transformación de la presentación de los tres Reyes Magos que en el perí­odo de la dominación española, figuran ataviados con sendos trajes cortesanos renacentistas, mientras que en la segunda mitad del siglo XIX comienzan a presentarse como viajeros en caravanas mercantes que dan mayor importancia al camello como principal medio de transporte y las vestiduras reales de viaje.

Este tipo de representación también cambia paulatinamente el simbolismo de representación de los Reyes Magos de ascendencia hispánica procedente desde tiempos medievales que los asociaban a la presencia de los tres continentes conocidos, ífrica, Europa y Asia que se acentuaban con la utilización de medios de transponte en animales también simbólicos como: el elefante, el caballo y el camello respectivamente.

A principios del Siglo XX, una nueva forma de reproducción de las ideas irrumpió en el mundo, la cinematografí­a, y desde 1898 fue rodada la primera versión de La Pasión de Cristo por la casa Pahtí¨ Frí¨res de Francia, que fue presentada en nuestro paí­s en 1907, en el Salón Variedades continuo al Hotel la Unión, frente al mercado Central.

Posteriormente se fueron sumando nuevas versiones europeas y norteamericanas que abordaban el mismo tema, pasando a constituirse las pelí­culas en principal fuente de conocimiento para el pueblo que tomó sus lecciones al pie de la letra. En este contexto la idea de Belén o nacimiento tradicional de ascendencia hispánica pronto comenzó a transformarse en un chantú francés o una farm norteamericana, reforzado por el aparecimiento de figuras de baquelita fabricados a gran escala que tomaban como principal fuente de conocimiento los modelos de los personajes principales del nacimiento de Cristo planteados en las pelí­culas.

Conforme fue avanzando el desarrollo del capitalismo se fueron fusionando nuevas ideas respecto de las conmemoraciones de Noche Buena y Navidad tomadas de la cultura anglo-sajona, destacando la presencia del árbol navideño y Santa Claus, en donde la literatura y la cinematografí­a han jugado un papel preponderante.

Este avance se hace evidente cuando se alternan, el árbol de navidad, con Santa Claus en un nacimiento tradicional que muchas veces es enriquecido por figuras plásticas de héroes como el hombre araña, soldaditos norteamericanos o carritos en caminos, veredas y peñascos que conducen a Belén, hechos con duroport y aserrí­n pintado que prueban la vida de nuestros nacimientos que se adaptan a otro tiempo en que la literatura y el cine son medios indiscutibles en la transmisión de ideas.