Indignación y compromiso


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Stéphane Hessel, un polifacético francés, diplomático y escritor, quien en su pasado fue torturado por la Gestapo, enviado a un campo de concentración y sentenciado a muerte, situación que le obligó a huir de su paí­s de nacimiento, Alemania, y terminó en Parí­s enrolándose en la Resistencia francesa. Este breve semblante de su vida, muestra que Hessel es en suma una persona que se ha enfrentado a cualquier condición contraria a la libertad y ha enfrentado los totalitarismos, con lo cual ha demostrado su indignación y ni hablar su compromiso, como signo de vida y como principio de actuación.

Juan José Narciso Chúa

 


Hessel cuenta entre sus activos más impresionantes en su vida, haber sido testigo de excepción en la redacción final de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fungiendo de asistente de los 12 sabios, como él los llama, que redactaron esta famosa y universal declaración.

Este impresionante personaje, además, hoy cuenta con sus vivarachos 93 años, ha escrito recientemente un último y pequeño libro: “Indignaos”, en donde a través de sus lí­neas expresa que la utiliza en sentido positivo y haciendo un llamado a aquellos que sienten la indignación como muestra de defensa de su dignidad, puedan transmitirla o contagiarla a aquellas personas que no la llevan en su yo interno o no se atrevan a expresarla vivamente.

El hablar de indignación significa llevar la dignidad por delante y defenderla a toda costa ante cualquier forma o expresión que pretenda violarla; implica que la dignidad no permite, de ninguna forma, socavar, erosionar, o afectar, cualquier valor  o principio fundamental del ser humano y que ante cualquier ataque o pretensión de afectar la dignidad, uno debe mostrar su indignación inmediata, argumentar su defensa y buscar retomar su posición original.

Y como complemento de la indignación se debe adoptar el compromiso, es decir, la convicción de defender la dignidad como principio, como valor fundamental y mayormente aún cuando se pretenda lesionar cualquier derecho humano de las personas.

Hessel con este libro pretende invitar a mostrar la indignación inicial y el compromiso con una democracia profunda y real en contra de un pequeño  grupo de personas que buscan satisfacer sus intereses  y obtener sus beneficios a expensas del resto de las personas, y propiciar con esta indignación que un verdadero ejercicio democrático requiere  se deposite mayor poder en la gente común y buscar resolver esas enormes grietas de desigualdad que la democracia nos ha heredado y que los gobiernos, los polí­ticos y las élites, parecen empecinados en no resolver y, dolorosamente, ni siquiera visualizar, y mucho menos entender.

El caso de Guatemala y nuestro sistema democrático constituye un espacio en donde todos debemos mostrar, por medio de cualquier forma democrática posible, esa indignación a la que invita Hessel y presionar para que los gobiernos volteen la vista sobre las grandes carencias sociales en que sobreviven grandes grupos de población e intenten seriamente erradicarlas por medio de intervenciones decididas, permanentes y con polí­ticas públicas de Estado, serias, responsables y buscando ampliar la esfera de los grupos que se benefician de la democracia y su ejercicio de gobierno.  Si conseguimos volcarnos en un esfuerzo común con una visión clara de hacia dónde pretendemos llevar este paí­s, estaremos construyendo ese compromiso al que Hessel nos invita.