Indí­genas reclaman respeto a su mundo


Unos 5 mil delegados indí­genas de América, desde Canadá hasta la Patagonia, inician este viernes en la ciudad peruana de Puno, a orillas del lago Titicaca, una cumbre destinada a analizar sus problemas, en particular la alteración del medio ambiente derivado de las industrias extractivas.


La cumbre se efectúa bajo el desafí­o de abrir espacios que siempre les fueron negados a las nacionalidades indí­genas de las tres Américas y para responder a los desafí­os de la globalización y proponer alternativas ante el deterioro del medio ambiente.

Según el programa, los delegados debatirán acerca de la «crisis de la civilización capitalista y su modelo de desarrollo» y se abrirá el debate sobre la «deuda ecológica y la hecatombe ambiental».

Los organizadores señalan que uno de los temas gravitantes que afecta a las comunidades indí­genas es el papel de las empresas transnacionales y sus industrias extractivas.

«El objetivo es tejer una red de resistencia ante la invasión a los territorios de los nativos en el continente por parte de las industrias extractivas», dijo a la AFP el estadounidense Túpac Enrique Acosta, de la comunidad indí­gena de Izkalotlán en el estado de Arizona.

Los delegados nativos buscarán analizar desde su propia perspectiva los problemas que aquejan al continente con propuestas que busquen el «equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza», anotó Acosta.

Los organizadores de la cumbre advierten que la cumbre se desarrollará «en un momento crucial porque el mundo afronta una grave crisis financiera y ambiental y que requiere de una agenda que surja de los nativos», opinó Miguel Palací­n, de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indí­genas (CAOI).

La IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indí­genas del Abya Yala -nombre que en lenguaje de los kunas panameños significa «tierra floreciente»- congregará a unos 5.000 delegados en la universidad del Altiplano.

Este encuentro es organizado por unas treinta entidades indí­genas de toda América, que tuvo sus primeras ediciones en México (2000), Ecuador (2004) y Guatemala (2007).

Desde el miércoles se han reunidos también las mujeres y los jóvenes indí­genas para tratar sus propias problemáticas que se iniciaron con coloridos rituales indí­genas con tributos a la tierra y al sol.

Para Guillermo Churuchumbi, de la organización nativa Ecuarunari de Ecuador, debe surgir una nueva sociedad promovida por los nativos a partir de «un equilibrio y una armoní­a entre el hombre y la naturaleza» sin «sobreexplotación de los recursos».

La Cumbre se presenta en un momento en que el paí­s anfitrión presenta justamente un conflicto entre un Estado que quiere explotar recursos mineros, forestales y petroleros en la Amazoní­a y las comunidades de esa zona, que exigen ser consultadas y participar del modelo de desarrollo que quieren para sus tierras.

La Cumbre Indí­gena se desarrollará entre el viernes y el domingo, cuando se darán a conocer las conclusiones de diversas mesas de trabajo.

La región Puno, al sudeste de Perú y escenario de la cumbre indí­gena, es una de las regiones más pobres del paí­s, donde predominan los idiomas quechuas y aymara.

En dicho informe se señala que el 80% de los indí­genas vive en la pobreza y que los niños, niñas y adolescentes tienen más probabilidades de trabajar si son indí­genas».

La Unicef calculó que en América Latina habí­a 40 millones de indí­genas repartidos en unas 400 etnias distintas, siendo Bolivia y Guatemala los paí­ses con mayor cantidad porcentual, con 62 y 42% de nativos.