Marginados, discriminados y con escasas oportunidades, miles de niños indígenas guatemaltecos aprenden en las aulas las primeras letras para romper un círculo vicioso que ha mantenido a sus progenitores en la miseria y la marginación.
La tradicional ausencia de las aulas o el abandono prematuro de las clases de las comunidades indígenas, casi la mitad de la población y la mayoría del 50% de los 13 millones de guatemaltecos en la pobreza, hay que buscarla en la miseria y en sus efectos colaterales, que inciden en la mala alimentación y en la mala salud de los menores.
A ello se suma la barrera idiomática, pues las clases se imparten exclusivamente en español, en un país donde buena parte de la población sólo habla alguno de los 22 idiomas mayas, el garífuna y el xinca, y el 25% de la población no sabe leer ni escribir, uno de los niveles más altos de Latinoamérica.
Para la maestra indígena Hortensia Caná, que imparte clases en la escuela pública Mariano Rossell Arellano, de San Juan de Comalapa, el idioma es uno de los factores que contribuyen al abandono de la escuela.
«La educación es monolingí¼e, pero nosotros por iniciativa impartimos el Kakchiquel. Es algo que nos cuesta mucho porque lo hablamos pero nunca hemos recibido una capacitación de cómo se escribe», cuenta la maestra indígena Hortensia Caná, en el pueblo de San Juan Comalapa, unos 100 km al oeste de la capital guatemalteca.
En esta localidad, «casi todos los niños hablan Kakchiquel, por eso es importante mantener nuestro idioma, de lo contrario se corre el riesgo de que se pierda», comenta, mientras pide a sus 33 alumnas que repitan las palabras wí¤n (milpa), achin (hombre), ala» (joven), aq (cerdo) y ak wal (niño).
El machismo es otra causa de la deserción o de la no asistencia al colegio por parte de de muchas niñas indígenas, reconoce la subdirectora de este centro, Edna Ramírez, quien recuerda que los indígenas hacen una fiesta cuando nace un niño y «nada» en caso de que el recién nacido sea niña.
La mala alimentación es otra causa de los malos resultados escolares y del ausentismo. Por ello, el gobierno anterior estableció programas para proporcionar un complemento alimentario en las escuelas de las zonas más afectadas por la pobreza.
El gobierno de Alvaro Colom, que asumió en enero, ha anunciado que proporcionará ayuda a las familias a cambio de que mantengan a sus hijos en la escuela, como ya lo han hecho países como Brasil, y mantendrá la refacción y un vaso de leche en los 41 municipios considerados más pobres de Guatemala.
No obstante, Ramírez lamenta que el gobierno todavía no haya depositado los fondos para este complemento alimentario.
Ramírez está convencida de que «sólo con educación se podrá salir de la pobreza» y la deserción en el primer grado en muchos pueblos indígenas se eleva al 50%, según datos oficiales.
En un intento de parar esta sangría y condenar a las nuevas generaciones a la marginación y la pobreza en un mundo globalizado, el gobierno anterior de Oscar Berger impulsó un programa denominado Salvemos el Primer Grado, para reforzar al término del ciclo escolar, en octubre, a todos aquellos niños que tienen prácticamente perdido el año.
Es casi seguro que un niño que pierde un año dejará para siempre la escuela.
«Los resultados estadísticos al final de esta fase permitieron verificar que la tasa de aprobación aumentó de 68,22% en 2003 a 74,82% en 2004, a nivel nacional, y en el caso de los 41 municipios más pobres esta tasa en promedio aumentó de 65,14% a 69,01% en dicho año», detalla un documento del ministerio de Educación.