«Independencia» de qué (artí­culo con muchos entrecomillados)


La celebración de la Independencia de Centroamérica de a poco tiene menos interés en nuestro paí­s. La verdad es que la «tradición» no es tan «tradicional», y en realidad no tenemos muchas actividades por hacer ese dí­a. No es, por ejemplo, como el Dí­a de Todos los Santos, en que por costumbre vamos al cementerio, o vemos barriletes gigantes y comemos fiambre.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

No, el 15 de septiembre no tiene sus tradiciones. Quizá sólo un desfile militaroide, que hoy dí­a parece anacrónico, como si viviésemos en tiempos de Guerra Frí­a. Para cierta parte de la población, los desfiles serí­a lo único, y a muchos les gusta. Como siempre, pan y circo.

Pero lo más lamentable es cierta tendencia a querer incorporar ciertas «costumbres» para celebrar nuestra «independencia». Por ejemplo, el intento de querer hacer una actividad el 14 de septiembre por la noche, para que justo, a la medianoche, se dé el «grito de independencia».

Obviamente, esta «tradición» es un calco del Grito de Independencia de México (sin entrecomillar); para nuestros vecinos, esto sí­ tiene razón de ser, porque hace casi dos siglos, el cura Hidalgo encendió al pueblo con su Grito de Dolores. Pero en Guatemala, nadie gritó. Según nos cuentan nuestros «historiadores», para nuestra «independencia» hubo cohetillos (o sea, «cuetes») y marimba, propiciados por Dolores Bedoya de Molina, que como buena «esposa» apoyó a su marido Pedro, porque, según reza el viejo refrán, «Detrás de cada hombre, hay una gran mujer».

Sólo la señora De Molina hizo un poco de bulla, en una sociedad guatemalteca apagada que casi ni se entera que nuestros criollos decidieron, con casi dos décadas de atraso, independizarse de la «Madre Patria», cuando casi todo el continente se habí­a «partido el moco» para hacerlo. Pero nuestros «padres» lograron «sin choque sangriento» (o sea, sin que les costara nada), porque a España ya no le interesaba retener a una pequeña región sin oro ni plata. Pues, volviendo a doña Bedoya, a menos de que ella haya dado un grito al quemar los «cohetillos», sólo así­ podrí­amos encontrar la razón de un «Grito de Dolores».

Entonces, no le veo mucho sentido imitar una tradición mexicana, sobre todo para «celebrar» nuestra «Independencia». En primer lugar, deberí­amos «independizarnos» de ese influjo cultural mexicano, que casi nos obliga a imitarlos.

Pero lo peor de todo, es que en esa noche del «Grito» -celebrada en el Obelisco, como los antiguos obeliscos egipcios- (donde, por cierto, también salen unas antorchas, como si tuviésemos tradiciones helénicas), es que los «artistas» invitados también demuestran esa «dependencia» a lo externo.

Por ejemplo, uno que bailó como Michael Jackson, otro grupo que cantó rock, otros, baladas, etc. En las radios de nuestro sistema, se privilegió la «música nacional», y entonces trasmitieron a Carlos Peña cantando como Luis Miguel o cualquier otro baladista, u otro «cantante nacional», que «interpretaba» canciones de José José o César Costa.

Y, para terminar una «buena jornada patria», escuchar «nuestro» renovado «Himno Nacional», que ya casi está dejando ese tono militaroide, y se parece más a un gospel del sur de Estados Unidos. Cada año que «celebramos» nuestra «Independencia», demostramos más nuestra dependencia cultural (por no decir nada de la económica y la polí­tica). (http://diarioparanoico.blogspot.com)