¿Indecisos o indiferentes?



Para muchos expertos en estudios de opinión resulta en extremo extraño que en Guatemala, conforme se acerca la fecha de elecciones aumente el número de indecisos, puesto que la lógica elemental indica que la tendencia tendrí­a que ser a la inversa luego de una convocatoria formal en la que aparecen ya todas las cartas y cuando los candidatos tienen oportunidad legal de hacer sus planteamientos a la ciudadaní­a. Pero las encuestas en nuestro paí­s reflejan lo contrario y la cantidad de gente que aparece como «indecisa» es creciente.

Una teorí­a que nos atrevemos a exponer, porque vale la pena reflexionar sobre el tema, es que no se trata de indecisos sino de gente que no se siente atraí­da en realidad por ninguna propuesta y ello podrí­a reflejar el potencial número de abstención en los comicios generales. Y es que es natural que tras tanto engaño provocado por la clase polí­tica y decepciones generadas por los ganadores de anteriores elecciones que han gobernado dando la espalda a la población, se llegue a pensar que elegir autoridades no tiene real importancia porque, de todos modos, los electos harán lo que les venga en gana, interpretando el mandato como una oportunidad para gastar un cheque en blanco.

Cuando conversamos en reuniones con cualquier grupo, es notable la cantidad de gente que critica todas las opciones que se ofrecen hoy en ese peculiar supermercado electoral que tenemos los guatemaltecos. No se trata de que no nos guste alguien, como es normal en cualquier proceso, sino que no nos gusta nadie, lo cual es mucho más dramático porque hay demasiada gente que no se siente motivada para ir a votar por alguno de los postulados.

En parte ello es resultado del antecedente histórico, pero también lo es de la falta de compromiso de los partidos polí­ticos y de sus candidatos. El tema de seguridad, por ejemplo, requiere más que de eslogans y canciones para convencer a la gente de que hay un plan para enfrentar la creciente inseguridad ciudadana. Nadie habla con detalle, por ejemplo de qué hará para combatir la impunidad y hasta en el tema de CICIG, que no demanda esperar a que alguno de ellos gane las elecciones, es postergado porque no existe verdadero interés por atacar la raí­z de éste y de otros problemas nacionales.

Hay que reconocer que no es solo culpa de los polí­ticos, puesto que al fin y al cabo éstos dan lo que la gente quiere. Y como los electores nos conformamos con canciones, eslogans y propaganda barata, es lo único que tienen que dar para ganar elecciones que no son competencia de talento, capacidad e integridad sino que, si mucho, de simpatí­a o de menos antipatí­a, para ser más exactos.

Mientras no tengamos claro que elegir es dar un mandato y que el mandato tendrí­a que ser preciso y contundente para ser exigible, las elecciones serán como ir al mercado y el elector, como el consumidor, se irá por el producto mejor publicitado hasta que lo pruebe y se dé cuenta que, por enésima vez, fue engañado por la propaganda.