El ambiente de inseguridad e inestabilidad que impera en el país provoca que la sociedad tome la justicia por sus manos en acontecimientos que representan «una amenaza»; los incitadores no faltan en estos hechos, quienes regularmente no participan de los actos, pero vociferan para propagar más violencia.
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Varios son los escenarios de inseguridad que se presentan a diario en el país; los más comunes son los ataques al transporte colectivo, los robos a transeúntes, las extorsiones, y los secuestros, entre otros.
La población dice estar «harta» de lo que acontece, pues estos delitos en lugar de disminuir, incrementan y cobran cientos de vidas humanas, porque no existe una política que garantice las medidas de seguridad necesarias para vivir pacíficamente.
Ante este panorama desolador, los guatemaltecos consideran que es mejor «tomar la justicia por sus manos», porque no creen en las instituciones encargadas de proteger su integridad y hacer justicia.
Por eso, cuando se presenta la «oportunidad», los afectados no lo piensan dos veces y si cae en sus manos alguien que pueda representar una amenaza, arremeten contra él.
Los incitadores no faltan en estos actos, que vociferan palabras como «maten al ladrón, quémenlo o línchenlo», regularmente éstos inician a propagar la violencia, pero rara vez son parte de las turbas enardecidas.
A criterio de Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, en la incitación de un hecho violento puede intervenir un líder negativo, que moviliza a la gente para provocarlos; alguien que quiere causar una convulsión social mayor; así como un sociópata, que tiene una alteración emocional y utiliza como mecanismo su enfermedad o anormalidad para cometer este tipo de hechos.
Según el profesional, quien provoca sabe lo que hace y rara vez participa de estos actos, porque está consciente de lo que puede suceder, por eso utiliza al ciudadano que reacciona con ira para que actúe.
«El que incita para provocar una situación sabe lo que está haciendo, entonces no se mete, pero el ciudadano que reacciona sólo desde el hígado, desde su cólera o su ira, no piensa y se va a la cabeza», afirma Garavito.
El psicólogo dice que el origen de estos actos proviene de la falta de credibilidad en el sistema de justicia, ya que los delitos quedan impunes y no se castiga a los culpables, además la sociedad aprendió que la violencia es un instrumento para resolver cualquier situación, esto deriva en actitudes de desconfianza e irrespeto hacia la integridad de otras personas.
«El conjunto de elementos humanos: de respeto a la vida, a la integridad de la persona, se debe a que estamos viendo a todo mundo como posible agresor a nuestra seguridad, ese sentimiento, esa sensación de inseguridad, nos lleva a actuar de manera irracional y a generalizar nuestra desconfianza en todo mundo, hoy ya no es una sociedad que confíe fácilmente», afirma.
Por su parte, Guillermo Melgar, vocero del Organismo Judicial (OJ), afirma que esta situación es preocupante, pues rara vez se logra conocer al incitador, ya que cuando se cuestiona sobre lo que sucedió, nadie habla y todos prefieren guardar silencio.
Melgar dice que incitar es un delito, y está tipificado como Promoción del Delito en el Código Penal y puede ser castigado dependiendo de la magnitud del suceso.
El miedo de perder la vida provocó que los tripulantes de un carro repartidor atropellaran y mataran a Ever Daniel Lima Rivera, de 24 años, el pasado 30 de octubre, en la 32 avenida y 5ª. calle de la zona 4 de Mixco, Bosques de San Nicolás, esto debido a que el fallecido pretendía asaltarlos.
Al arribo de las fuerzas de seguridad, los testigos dijeron no haber visto absolutamente nada, a pesar de que presenciaron el hecho; varias personas se encontraban afuera de sus casas observando el suceso.
El cuerpo de Lima Rivera quedó postrado en el suelo, donde se observó que fue arrastrado unos siete metros por el vehículo en marcha. Esta persona iba en compañía de otros dos sujetos que se dieron a la fuga, no se encontraron casquillos de bala en el lugar.
El hecho sanguinario fue evidente la mañana del 1 de abril, los lazos utilizados para amarrar a un supuesto ladrón y su cuerpo totalmente calcinado, fueron las pruebas para suponer lo que sucedió en la 6a. avenida y 23 calle de la zona 9 de Mixco.
En esa ocasión fue vapuleado un hombre de aproximadamente 25 años, quien no pudo ser identificado, pero fue acusado por los vecinos de ser «un ladrón» que infundía miedo y desestabilización.
Los cuerpos de socorro no lograron ingresar a ese lugar, pues recibieron varios golpes cuando intentaron rescatar al fallecido, «la gente estaba histérica y nos amenazaron con lincharnos si nos acercábamos», relató un bombero.
Cuando el hecho estaba consumado, los pobladores dejaron ingresar a las fuerzas de seguridad, a los paramédicos y a los medios de comunicación, quienes observaron atónitos cómo se terminaba de consumir el cuerpo de una persona, que fue golpeada con piedras y palos, previo a ser quemada.
La gente guardó hermetismo y no quiso declarar nada de lo que sucedió, todos se veían unos a otros y coincidían en que «se lo merecía» por haberles quitado la tranquilidad por mucho tiempo.
Según la Policía Nacional Civil (PNC), el linchamiento inició con unas diez personas que se multiplicaron inmediatamente, después se fueron retirando poco a poco.
Ante la insistencia de voces de auxilio de parte de los pasajeros que viajaban en un bus de la ruta 10 de Mixco y quienes llevaban varios días sin transporte por la ola de violencia contra el gremio de transportistas, un pasajero armado repeló un asalto perpetrado por dos individuos, en el kilómetro 13.5 de la Calzada Roosevelt, el pasado 18 de marzo.
Una testigo, informó que dos hombres abordaron la unidad, uno de ellos inició a robar en la parte trasera del bus, el pasajero armado al observar la situación sacó su pistola con la única intención de «asustar», sin embargo, ante la insistencia de los usuarios disparó contra los dos hombres y se dio a la fuga.
«Uno se subió adelante y el otro atrás; como el bus venía muy lleno, el de atrás empezó a sacarle la billetera a otro pasajero que venía parado, cuando un señor lo vio y sacó una pistola… les disparó a los dos», dijo alterada la fuente.
El saldo fue de dos personas muertas, acusadas por los pasajeros de ser los asaltantes.
Al ser consultados los usuarios y otras personas dijeron «Â¡qué bueno que los mataron, porque ellos no tienen conciencia cuando lo matan a uno!»
En estos hechos de inseguridad, los afectados suelen demostrar tranquilidad y satisfacción, pues afirman que nadie les garantiza la vida y no existe otra opción para acabar con este mal que se propaga diariamente.
Una frase que suele escucharse entre los afectados es «quien a hierro mata a hierro muere», en alusión a los delincuentes y asesinos que les quitan la paz y hacen proliferar los sentimientos más bajos.
Lo cierto del caso es que las muertes se multiplican, así como los hechos de violencia que son originados por un ambiente de inseguridad que no garantiza la vida de nadie.