Incierto regreso de Fidel Castro


Silencio. Imagen de un parque en La Habana. Las autoridades cubanas guardan silencio sobre la salud de Fidel Castro.

El sombrí­o panorama sobre la salud de Fidel Castro, según fuentes médicas citadas por el diario español El Paí­s, augura un regreso cada vez más improbable del lí­der cubano al gobierno, una perspectiva que ahora excluyen la mayor parte de los diplomáticos en La Habana.


En menos de seis meses, Castro, de 80 años, tuvo que hacer frente a tres operaciones quirúrgicas y otras tantas anestesias generales, una peritonitis, la ablación del colon y complicaciones a nivel de la vesí­cula, según las fuentes médicas citadas ayer por El Paí­s, que consideraron «muy grave» el estado actual del mandatario.

La sucesión de «graves complicaciones en un hombre anciano, sometido a múltiples operaciones y probablemente desnutrido, plantea a corto o medio plazo el problema del pronóstico», según declaró el doctor Gilles Lesur, gastroenterólogo del hospital Ambroise Paré, en la región de Parí­s.

Sin embargo, el médico español que examinó a Fidel Castro el 25 de diciembre, José Garcí­a Sabrido, citado el martes por CNN, consideró «infundadas» esas informaciones que hasta el momento no fueron comentadas por La Habana.

El propio Fidel Castro declaró que su salud es «secreto de Estado».

«Fundadas o no, esto no es ya el problema. La única certeza, es que (Castro) enfrenta graves complicaciones y que su regreso no será una realidad, ni a corto ni a mediano plazo», declaró el martes un diplomático occidental.

Fuentes médicas citadas por El Paí­s este miércoles indican que la técnica quirúrgica elegida por Fidel Castro y sus allegados para tratar una inflamación aguda del intestino grueso fue lo que originó importantes complicaciones.

«En los casos más graves de diverticulitis (la afección de Castro), la indicación es siempre extirpar la parte del colon afectada», informó El Paí­s citando a «fuentes médicas del hospital Gregorio Marañón de Madrid», que precisaron que existen dos técnicas para realizar esta operación.

La primera es la ileostomí­a, gracias a la cual el intestino grueso puede cicatrizar sin estar sometido al tránsito intestinal. Pero la desventaja de esta técnica es que el paciente tiene que llevar una bolsa de plástico colgando del vientre para recoger las heces, explica El Paí­s.

«Castro y sus allegados, según fuentes médicas cercanas al caso, rechazaron esta opción» al considerarla incómoda, y por no querer someter al dirigente a una segunda operación, necesaria para que, una vez que cicatrice la parte del colon tratada, se elimine la bolsa y el tránsito intestinal retome su recorrido natural.

«Prefirieron que, tras serle extirpado parte del intestino grueso, el cirujano empalmara directamente la parte superior de este órgano con el recto», sigue el diario.

Pero la técnica no funcionó como se esperaba.

Poco después de traspasar el poder a su hermano Raúl, el 31 de julio del año pasado, cuatro dí­as después de su primera operación, el discurso oficial sobre su «restablecimiento» iba acompañado de afirmaciones que aseguraban que «Fidel volverá» una vez que se restablezca.

Esa aseveración desapareció del discurso oficial, especialmente después de su última aparición televisada el 28 de octubre.

«Está claro, ahora es impensable que su estado le permita retomar un dí­a las riendas» del gobierno, declaró en Washington otro diplomático occidental, que pidió el anonimato.

En tanto, en privado, los cubanos se muestran casi unánimes al considerar que Fidel Castro ha dejado ya el poder en manos de su hermano, incluso aunque admitan que este último, a quien ya se habí­a presentado como «la continuidad revolucionaria», seguirá consultándolo en las decisiones claves hasta que su estado se lo permita.

En algunos mensajes televisados o leí­dos en público, el jefe del Estado cubano hizo saber que continuaba vigilando de cerca los asuntos del paí­s.

Omnipresente durante casi medio siglo, sí­mbolo de un régimen enteramente identificado con su persona, Fidel Castro es el único jefe de Estado que conoció un 70% de los 11 millones de cubanos.

«Es raro no verlo más en televisión todo el tiempo», afirma un residente de La Habana, que reconoce que los cubanos se «acostumbran a todo, incluso a su ausencia».